Gerard Alegre empezó El Último Vecino dejando de lado todo prejuicio. Cuando publicó sus primeras canciones de un pop nostálgico con mucho ritmo, las reseñas señalaron que sonaba parecido a los grupos de culto de new wave .
“New Order me encantan y Ultravox también, pero tenía que reconocer influencias que en apariencia no son las más cool : El Último de la Fila y Héroes del Silencio”, explicó Alegre en una entrevista telefónica con Viva .
Basta con ver una fotografía de Gerard Alegre y su grupo para entender que no están enfocados en seguir modas. Pero en su propio gusto por las texturas viejas (las de las telas que visten y las de los sonidos que tocan en concierto), ellos marcan su propia tendencia.
Después de darse a conocer con un disco homónimo en el 2013 y el disco corto Tu casa nueva , El Último Vecino se consolidaron como uno de los proyectos de indie pop más respetados con el álbum Voces (2016).
Con este bagaje llegarán a Costa Rica el domingo a Amón Solar, San José (400 m norte del Auto Mercado), invitados por la plataforma de difusión Epicentro. El concierto también será transmitido por la página en Facebook de Epicentro.
Las entradas para aisistir al concierto de El Último Vecino junto al grupo nacionmal Los Waldners costarán ¢5.000. Sin embargo, Epicentro habilitó un formulario en su página de Facebook para optar por una entrada gratuita.
Aunque se le ha descrito como tímido, Gerard Alegre ahora habla seguro de las raíces de su proyecto musical y del objetivo que emprende con este: la búsqueda de la canción de pop perfecta.
¿Cómo nace este proyecto?
Yo antes hacía un pop mucho menos escuchable, que requería más escuchadas para ser entendido y después quise hacer un disco con más pies y cabeza de “pop al uso”. Quise dejar salir todas las influencias de la música que me gusta sin ningún pudor. Quería hacer música pop muy concretas cogiendo influencias del new wave europeo traído a España.
Componer, producir y grabar en solitario cada parte de las canciones, ¿lo pone frente a algo más complicado o más sencillo?
No creo que sea bueno ni malo, simplemente que yo siempre lo he hecho solo. Algunas veces, cuando he intentado trabajar con alguien más, no puedo, no he sabido. Generalmente, trabajo en uno de los cuartos de mi apartamento y grabo todas las pistas de las canciones, incluso las baterías, parte por parte.
”Es verdad que trabajando solo puedes perderte y en ese momento sí toca llamar a alguien que venga a escuchar”.
El sonido del grupo se ha beneficiado mucho de instrumentos de los años 80 y 90...
Es cierto, pero tampoco tanto como la gente se imagina. La gente seguro imagina que tengo un cuarto lleno de sintetizadores de los años 80 y tampoco es así. Más que rescatar estos instrumentos, me interesa usar las texturas que se hacían en esas épocas y eso lo logro más con efectos del ordenador (computadora).
¿Qué experiencias han permeado las letras del grupo?
Las letras hablan mucho del drama del desamor, algo que me ha marcado y me marca en todo momento; cuando siento desamor a mi alrededor la paso muy mal y a la vez siento la necesidad de hablar de todo eso.
”La mayoría son canciones tristes y una pequeña parte son felices, aunque la música pueda sugerir lo contrario. No hago canciones felices por algo decidido, sino porque a veces te cansas de revolcarte en la mierda y escribes algo para contrarrestar eso”.
¿Cómo es trasladar esa intimidad al escenario?
La verdad es un poco extraño, porque te encuentras cantando algo muy jodido, pero bailando. Es todo un arte lo que pasa en los shows , no sé cómo decirle... Encuentro muy bonito cantarle a una situación difícil es algo muy bonito.
¿Hacia dónde le gustaría ir con su composición?
Ahora estoy como en la búsqueda de la canción pop perfecta, como Indiana Jones buscaba el Santo Grial. Quiero encontrar la simplicidad más poderosa dentro del pop, ése es el trabajo que estoy intentando hacer.