El Buki, dosis de romance y adrenalina aderezadas con la experiencia de un maestro

La noche del sábado, Marco Antonio Solís demostró con creces por qué sigue siendo uno de los artistas favoritos de Latinoamérica.

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Sería muy fácil caer en los clichés de una crónica sobre un espectáculo musical con el show que dio la noche de este sábado el mexicano Marco Antonio Solís en el Estadio Nacional, pero las palabras se quedan cortas para describir la presentación que dio el azteca para los ticos.

Catalogarlo como magnífico quedaría pequeño, fue sublime. Y es que, con toda la sinceridad, hasta verlo en escena entregándose por completo a su público, se dimensiona la talla de este artista. No por nada son más de 40 años los que tiene Solís, El Buki, de ser capaz de hacer llorar y reír al corazón con su música. Su calidad quedó demostrada ante los 15.000 fans que llegaron el estadio, según datos de la producción.

Es sencillo saber que sus grabaciones llegan a lo más profundo del alma con temas tan románticos como intensos, con frases tan lapidarias como aquella de “pronto seremos los peores enemigos, si me quedo aquí contigo” y que son capaces de calar tan profundo en el alma que no dejan ni un espacio para las dudas de lo que provoca el desamor.

Pero Solís también tiene la virtud de mover el corazón, de darle alegría, de llenarlo de buenas vibras y positivismo. Su repertorio más alegre contagia también y, realmente, provoca sonrisas en su público, una audiencia fiel que se emocionaba con cada frase, con cada acorde de guitarra del maestro en el escenario.

Potente en su voz, galán, coqueto, entregado a sus fans, jovial y divertido. Cada canción que interpretó durante las dos horas de recital se vivieron como un mundo aparte, ya que lo mismo llevaba a las almas a un viaje cargado de romanticismo, como a otro universo, diferente en un vehículo de baile y movimiento con la siguiente pieza. El Buki fue constante toda la noche; la misma pasión provocaba cuando cantó éxitos como O me voy o te vas, Sigue sin mí, Cómo fui a enamorarme de ti y la querida Tu cárcel -de su etapa con Los Bukis-, hasta las más bailables como Está en ti y Con esta duda, así como, por supuesto, con la rancherísima La venia bendita.

Durante el concierto, el juego de luces, el escenario, las pantallas, los músicos y Solís fueron uno. El equipo entero trabajó intensamente de la mano para que nada fallara, el sonido fue de altura, las bailarinas que acompañaron a Marco Antonio en ciertos tractos del recital sumaban emoción con su sensualidad al gran repertorio visual que se desarrollaba en la tarima.

Solís tocó la guitarra, también el timbal, se puso sombrero, bailó al ritmo del género regional mexicano, no paró ni un momento de ser una estrella entregada a su público. Vivió cada palabra de sus canciones, cantó con el alma, se le notaba cada vez que tomaba aire y cerraba los ojos para interpretar frases profundas. “En la distancia siempre serás mi eterno amor secreto”, por ejemplo.

Lleno de sorpresas

En la variedad estuvo el disfrute. Solís arribó a escena muy temprano en la noche, a eso de las 7:40 p. m. del sábado 6 de abril subió a tarima vestido completamente de blanco, impoluto, con una chaqueta deportiva con detalles en dorado, un pantalón de mezclilla y unos particulares y llamativos zapatos dorados que brillaban casi o tanto como él con el micrófono.

Acuerpado musicalmente por una banda impecable, a quienes no se les escapó nada, ni una sola de las direcciones que El Buki les daba con su mirada y gestos, Marco Antonio se lució vocalmente en el espectáculo, tremendos músicos los que detrás del maestro tuvieron la responsabilidad de llevar la armonía de su voz. Destacaron también los cuatro coristas, tres mujeres y un hombre talentosísimos, ellos también sostuvieron buena parte del espectáculo con sus intervenciones.

Otro de los momentos sorpresa de la velada, uno de los más fuertes, sucedió cuando, orgulloso como padre y conocedor del buen talento, presentó a sus hijas Alison y Marla para que tomaran junto a él el escenario.

Las hermanas de 20 y 18 respectivamente, demostraron que lo que se hereda no se hurta y en su caso se aplica a la perfección en el talento del apellido Solís. Juntas interpretaron una sentida versión de Cómo me haces falta, sensible y dulce, muy a su estilo; el público reconoció su trabajo con un sonoro aplauso. De seguido, fue a trío con su papá, los tres sentados en altas sillas, el momento que aprovecharon para interpretar Dónde estará mi primavera.

Para el cierre del show, El Buki, a pesar del frío que hacía en el estadio, se deshizo de su chaqueta, pero siempre con su elegancia característica, quedó con una camisa manga larga y un delicado chaleco con pedrería, muy a su estilo para enamorar a más de una que con sus gritos la noche de ayer le lanzaron muchos piropos.

La despedida comenzó a llegar, aunque parecía que ni él ni el aforo del estadio querían que eso pasara. Si no te hubieras ido fue la canción elegida para decir adiós. Qué coro, qué esencia, qué impactante interpretación. Al cierre del tema, durante unos segundos El Buki hizo una extensa reverencia en agradecimiento al apoyo, se dijo él mismo unas palabras que bien podrían leerse a lo largo como una reflexión interna de gracias, tal vez como una oración.

Pero no, todavía había espíritu para un poco más. Más que tu amigo, tan movida y romántica a la vez, trajo de nuevo a Marco Antonio al escenario. Vaya que fue una hermosa descarga de energía, al lado de sus bailarinas y, muy sexi, El Buki se dejó llevar por el ritmo; sus músicos no aguantaron la intensidad y también aprovecharon para ponerse a bailar. Aquello fue una fiesta.

Sin querer irse y sin que sus fans lo dejaran que se fuera, Solís regresó una vez más para dar el verdadero adiós. Cuando te acuerdes de mí fue el último tema; quizás con algún tono de presagio de los recuerdos que iban a tener los ticos sobre este gran artista y su entrega en escena.