De los sonidos de Oriente a la música electrónica: desencriptando la banda sonora de ‘Las 1001 noches’

El músico a cargo de la banda sonora original de la nueva producción del Teatro Nacional cuenta cómo debió estudiar desde cero los complejos sonidos de Oriente para crear una partitura hipnotizante

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A Fabián Arroyo le gusta ir mucho más allá de lo que se puede considerar “experimentación”. Con la producción del ballet Alicia en el País de las Maravillas, el músico combinó vals con hip-hop- jazz e incluso swing criollo.

Ahora regresa para la adaptación de Las 1001 noches, también en el Teatro Nacional, con una propuesta que toma de base las clásicas sonoridades de Oriente y las fusiona con música electrónica e instrumentos de occidente. Arroyo conversó con Viva sobre su proceso creativo.

–¿Cómo fue desencriptar un lenguaje sonoro nuevo como es el de Oriente?

–Va a ser evidente que las herramientas, los lenguajes y fraseos que se escuchan provienen de esa herencia de Medio Oriente. Como es una rama nueva para mí, el primer paso fue investigar y acudir a quienes han abordado el género en el país. Eso requirió una investigación bibliográfica y discográfica de los géneros que no solo pertenecen a música folclórica de Medio Oriente, sino a fusiones de hoy día. Desde ahí pensé en la fusión con tendencias de occidente.

"Esto involucró préstamos de instrumentos a personas que sí manejan esos géneros. Tuve que traer instrumentos, mucha percusión, viento, flauta y después resultó una fusión con el aire de occidente, lleno de violines, violonchelo, secuencias de batería electrónica para que ese folclor tuviera un sonido más adecuado para este montaje.

–¿Cuáles instrumentos pediste?

–Fue toda una gama de instrumentos, sobre todo de flautas y flautines con escalas de diferentes tonos. También tamborines. Entre los instrumentos utilizados para esta versión están las darbikas, rapai, ulusi y distintos flautines propios de Oriente.

–¿A qué personas especialistas recurriste?

–Primeramente a Christian Mejía, quien se encargó del taller de percusión corporal para los intérpretes. Él es un investigador de lo que se hace en Medio Oriente. Luego hice grabaciones con el flautista Jesús Drever e hicimos sesiones de improvisación muy ricas en flauta traversa. Yo le dije que se sintiera libre de enseñarme lo que quisiera y creo que es lo mejor que puedo decirle a alguien que ha recorrido el género. En la parte creativa yo he dado las directrices pero estas personas son las que conocen.

–Al ser uno de tus primeros abordajes con estas sonoridades, ¿te sentiste cómodo?

–Creo que fui descubriendo con el proceso de la creación, es que es un género que quiero seguir explorando mas no sé si para artes escénicas pero sí para propia inspiración musical y creativa como intérprete. Hubo un reto bastante interesante de las voces grabadas por Isabel Guzmán y por mí, porque hay técnicas vocales de Oriente que me motivaron a seguir investigando. La música de Oriente es cautivante.

–¿Qué fue lo que más te llamó la atención de estas sonoridades?

–Desde afuera y viendo a otros, me encantó la facilidad que tienen para usar la voz como recurso expresivo y de manera ágil. Pasa un poco parecido con el flamenco, que la voz se dibuja de forma rápida por espacios y lugares. Esos melismas (técnica de cambiar la altura musical de una sílaba de la letra de una canción mientras se canta) están presentes y son muy sabrosos.