La sexta y última sinfonía de Piotr Ilich Chaikovski es una de las obras musicales más emotivas y dramáticas del romanticismo musical ruso y, como tal, requiere de una interpretación apasionada. El riesgo, muy frecuente por cierto, es caer en el sentimentalismo melódico fácil, olvidando resaltar muchas otras cualidades creativas de la partitura, como son su factura rítmica y armónica, así como la colorida orquestación. También es indispensable tomar en cuenta las referencias al folclor urbano y la música de la iglesia Ortodoxa presentes en la pieza.
Pues bien, no puedo decir que la presentación de la Sinfónica Nacional del viernes 26 de abril en el Teatro Nacional adoleciera de ninguno de estos aspectos; sin embargo, lamento numerosos descuidos de entonación y ensamble, especialmente durante los primeros movimientos de la sinfonía. Esto afeó la interpretación con una atmósfera general de dejadez.
Cualquier mala sensación presente en el ambiente se disipó de súbito en el espléndido final, trágica apoteosis de toda la obra de Chaikovski en la que la Sinfónica y muy especialmente sus secciones de cuerdas demostraron, una vez más, de lo que son capaces.
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Al contrario de otras ocasiones, esta vez, los comentarios de Carl St. Clair me parecieron apropiados y bien fundamentados a partir de diferentes puntos de vista. Lástima que algunos asistentes no pusieran atención y arruinaran con sus aplausos el dramático efecto del inicio del último movimiento después del falso final del tercero.
El otro punto alto del programa fue claramente la excelente interpretación de Manuel Matarrita del Concierto N.°2 para piano de Dmitri Shostakóvich, pieza brillantísima que muestra la faceta más optimista del compositor, no exenta, sin embargo, de momentos de ironía. Este dejo de sarcasmo desaparece totalmente en el delicioso y casi chopiniano andante, pero, sobre todo, en el graciosísimo final: prueba de fuerza no solamente para el pianista, sino también para el director que debe seguirlo con precisión.
Fuera del programa, el pianista agradeció los aplausos del público con la pieza Juego de niños, del paraguayo Jorge Martínez (1952-2003,) conocido por sus esfuerzos de relacionar el folclor de su país con el jazz.
Matarrita ha demostrado en esta y en numerosas otras ocasiones ser un intérprete maduro siempre confiable y con un admirable dominio de la técnica del instrumento. St. Clair, por su parte, dejó patente sus grandes dotes de acompañante seguro y flexible.
Ficha técnica
Agrupación: Orquesta Sinfónica Nacional
Espectáculo: II Concierto de Temporada 2019
Fecha: Viernes 26 de abril, 8:00 pm
Lugar: Teatro Nacional
Director: Carl St. Clair, director titular
Solista: Manuel Matarrita, piano
Música de: Schostakóvich y Chaikovski