Crítica de música: La primera década de 424

El grupo de rock celebró cumpleaños frente a una audiencia variopinta y acalorada

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El miércoles 11 de diciembre la banda costarricense 424 celebró su primera década de vida. En un contexto local donde es común que las agrupaciones tengan paradas prolongadas o se disuelvan sin tan siquiera tener que anunciarlo, estos 10 años tienen tremendo mérito.

La noche la inauguró un grupo en formato de trío que está en plena grabación de su primer EP: Ramón & the Go Go Dancer, con un frontman carismático y un repertorio prometedor en español, con letras y sensibilidades musicales que se sienten desde el fondo del corazón.

Acto seguido, la puesta en escena para el grupo protagonista fue sobria, mutando en colores y figuras con proyecciones hechas a la medida para canción, así como juegos de luces coloridas y un sonido bien definido.

De seguro Casa Rojas (Barrio Escalante) podrá ser un buen punto para presenciar espectáculos artísticos en el este de la ciudad, pero por ahora no parece ser el ideal para conciertos masivos. Inevitablemente el calor insoportable y una altura insuficiente de la tarima le restaron mucho a la experiencia de la noche, a pesar del despliegue musical.

424 tiene un sonido muy bien definido y una consistencia en sus composiciones. Eso se identifica fácilmente cuando se le oye haciendo un repaso que alterna en momentos que van y vienen entre los discos Oro (2013), Siempre Mar (2016) y su ya lejano EP debut, 424 (2010).

Si bien el grupo no dio muchas presentaciones en lo que corrió el 2019, este concierto de aniversario y de cierre de año lo mostró como un cuarteto más que consolidado.

El repertorio trajo numerosos momentos altos. Muchas de las canciones son potentes sin requerir llegar a un clímax para hacerlas motivo de intensidad.

Socórreme, por ejemplo, consigue ser una balada emotiva y no por ello deja de provocar ganas de bailar aunque sea con suavidad. Con Verano verde puede pasar casi lo mismo, aunque en un registro más enérgico donde sí hay guitarras con más fuerza. Además, en varios temas hubo alteraciones que aportaron frescura, sorpresa y detalles sonoros muy agradables.

Gala quizá sí tocó fibras más profundas, incentivada también por una potencia quizá inédita en los vocales y la energía de Felipe Pérez, quien para ese momento ya no estaba tocando guitarra, como de costumbre.

El formato de quinteto para la última parte con la inclusión de Guido Fernández (guitarra) como invitado, permitió mayor soltura del vocalista de la banda y además mayor conexión con la audiencia.

Por cierto, para hablar del suceso de 10 años continuos de música, vale la pena también mencionar que, por lo visto en este concierto, llama la atención la renovación generacional que el grupo parece estar teniendo de alguna extraña forma. Ver entre los presentes a menores tan ilusionados con la banda es una gran señal; estos cambios de audiencia no los consigue cualquier exponente local.

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Independientemente de la edad, conectar con la propuesta de la banda puede ser fácil si se hace un enlace con un sonido donde cada instrumento carga una presencia equitativa y natural. Se disfruta más si se pone atención a los detalles con secuencias adicionadas y características melodías vocales de Felipe, con armonizaciones muy bien construidas. A esto hay que sumar la honestidad de muchas de las letras; a modo de ejemplo: “las olas sanaron el dolor / sanaron más que el tiempo” (Las olas).

La noche trajo sorpresas, como la inclusión de la rareza Nocturna (que no aparece en ningún disco), un tema nuevo y una seguidilla de piezas que mientras pasa el tiempo siguen dando señales de éxito. La primera década de 424 tiene muchos motivos y trabajos para ser celebrada.

El concierto

Artista: 424.

Invitado: Ramón & the Go Go Dancer.

Fecha: 11 de diciembre.

Lugar: Casa Rojas.