Crítica de música: Debi Nova es luz para los oídos

En su concierto en el Teatro Nacional la artista se lució con un espectáculo preciso y elegante.

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La experiencia que genera un show de Debi Nova se extiende, horas después, en una sonrisa interna. Es decir, al cerrar los ojos, y buscar qué se mantiene vivo gracias a su presentación, hay una sensación de bienestar.

Ese sentimiento sobrepasa el recuerdo sonoro de las pegajosas melodías de la artista, o inclusive –en este caso– de las imágenes concretas de su espectáculo en el Teatro Nacional.

Sus canciones evocan destellos de luz, invitan a la quietud mental y, una vez más, el deseo de sonreír resulta casi inevitable. Además, la misma artista contagia al espectador de una especie de encanto y “buena vibra”.

Con motivo de los 10 años del lanzamiento de su disco debut (Luna nueva – 2010) Debi Nova protagonizó dos noches consecutivas donde, en palabras suyas le cantaría “al amor”. La apuesta coproducida entre la artista y el Teatro Nacional fue atrevida y consiguió atraer a una audiencia capaz de abarrotar el recinto no una, sino dos veces.

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No puedo pensar una manera en la que el espectáculo hubiera podido ser más impecable. Fue visible cómo cada aspecto técnico había sido tratado con pinzas, desde lo auditivo hasta lo visual. El guion pareció haberse cumplido al dedillo, con transiciones fluidas entre canciones, los cambios de vestuario y en la transmisión de emociones, que, a fin de cuentas, es lo que permanece.

El repertorio de Debi transitó por cuanto ritmo existe. Pasó por rock, pop, un reggae, un blues, así como boleros y baladas, una colección de los géneros explorados en sus tres discos de estudio. De las muestras de su próximo material, previsto para salir en mayo próximo, también dejó ver que seguirá experimentando con otras propuestas, aparentemente con atención en las de raíces latinoamericanas.

La artista tiene un carisma que desemboca en su versatilidad artística. En su presencia en el escenario demostró el disfrute que conlleva interpretar sus canciones y compartir tarima con su banda de lujo.

Si Debi es talentosa en cuanto instrumento toque y a nivel vocal, su criterio de selección para quienes integran su grupo debe ser estricto. Esta vez se acompañó de nuevo por el cuarteto que la ha respaldado desde hace rato (Juan Manuel Ugalde, Guido Fernández, Pepe Campos y Juan Carlos Pardo), así como sus dos coristas estelares (Sharow Granera y Kumary Sawyers), pero también sumó al percusionista Rafael Campos, la cellista Sonia Bruno, la violinista Lourdes Lobo y –por un rato– al guitarrista David Coto.

Los artistas estaban uniformados de gala, porque la ocasión lo ameritaba y el escenario también.

La disposición lumínica, así como la escenografía de elementos circulares, que varió en colores y posiciones con elegante sutileza, aportaron detalles muy atinados para la ocasión. Por otro lado, el sonido fue nítido; inmejorable.

La artista pasó por varios instrumentos, por tres vestimentas y por varios formatos, con los que vinieron algunos ajustes en tarima, siempre apropiados.

Existió la fórmula de Debi + banda entera, otro formato en el que estuvo respaldada por el cuarteto de acompañantes femeninas y otro ensamble reducido, donde se interpretaron temas en versiones más acústicas, como una adaptación de su recordado Drummer Boy y Corazón abierto, entre otras. Además, tuvo un rato para ella sola, donde aprovechó para hacer un sentido cover de Bachata rosa (Juan Luis Guerra), a piano y voz.

Haber realizado este show doble en las fechas alusivas al Día del Amor y la Amistad pudo haber sido arriesgado, tomando en cuenta la alta oferta de conciertos que se arman para la ocasión, que incluye invitados internacionales de plancha y otros artistas criollos dedicados a los covers románticos.

Sin embargo, desde un inicio, viendo el cartel de las opciones, este era el concierto que se percibía como el más atractivo de la fecha. Habiéndolo disfrutado, puedo decir que esa idea preconcebida no defraudó. La calidad del show, la dedicación evidente para que lograra el nivel que tuvo y la simple oportunidad para disfrutar del talento artístico merecía toda la atención.

La artista deleita al oído y motiva, no solo a hacer música, sino también a verle el rostro amable a la vida. Qué afortunado el público que tiene a una Debi Nova para inspirarse.

El concierto

Debi Nova en el Teatro Nacional.

Fechas: 14 y 15 de febrero 2020.