Con ‘el poder de su amor’ Ricardo Montaner se enfrentó a la incómoda lluvia y reenamoró a su público

Aunque al inicio de la tarde el aguacero parecía un obstacúlo para ir a disfrutar del concierto, el artista dio un recital tan completo que no dejó espacio para recordar pies mojados. En su espectáculo repasó los temas más queridos de su carrera, e incluso, dio varias sorpresas, entre ellas, una muy nacional.

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La incómoda lluvia que empezó a caer impetuosa, a media tarde de este sábado 17 de agosto, amenazaba con interferir en el concierto de Ricardo Montaner. Si lloviznaba, los cabellos con blower o plancha se podían despeinar, si caía un aguacero, pues sería “peor”, pues quienes adquirieron boletos cerca del escenario estaban destinados, en su mayoría destinadas, a esperar por su artista bajo la lluvia.

Continuó lloviendo y los vendedores ambulantes, hicieron, literalmente, “su agosto” con el comercio de ponchos de plástico, o capas, a ¢1.000 la unidad. Las fanáticas de Montaner se ataviaron con esos atuendos plásticos y coloridos. No quedaba de otra que cubrir el look que se había planeado para la noche, que en muchos casos significaba la celebración del día de la Madre. Muchas personas esperaron desde antes de las 6 p. m. por el recital que estaba programado para las 8 p. m. La lluvia continuó, pero ni cabellos desacomodados por las gotas y el vendaval, ni pies mojados, quitaron los brillosos ojos de quienes esperaban encontrarse con el caballeroso artista.

Eran las 8: 15 p. m. cuando del escenario cayó una manta blanca que reveló a más de 15 músicos que acompañarían con energía y sentimiento a Montaner, el argentino-venezolano culpable de tantos suspiros de los enamorados, de quienes creen en la fuerza de una canción para transmitir lo que se siente y no se puede “decir con palabras”, así como lo hizo don Armando para pedirle perdón a Betty en Betty la fea, en uno de los capítulos más enternecedores de esa serie colombiana.

La dulce voz de Ricardo Montaner empezó a sonar con la pieza La chica del ascensor y seguidamente con Corazón fracturado dos temas tropicales que hicieron al artista, incluso, mostrar sus dotes bailables. Podría ser, que esa música fue pensada en “calentar” el frío ambiente, climáticamente hablando. Las gargantas de los asistentes agradecieron con poderosos gritos que la espera hubiera acabado. Las gotas que caían eran secundarias.

Esos dos primeros temas animaron a quienes, por varios instantes se entumieron por el frío; aunque a decir verdad, la calidez empezó a sentirse cuando dos grandes pantallas laterales hicieron acercamiento a los destellantes ojos de Ricardo Montaner, quien estaba a punto de rebosar de romanticismo el Estadio Nacional, en La Sabana.

Será, A dónde va el amor, El poder de tu amor fueron la dosis que usó Montaner para hacer que cualquier incomodidad provocada por la silampa que caía, fuera ignorada. Qué importan unos jeans o botas mojadas cuando cerca se tiene a un artista que parece que te canta frente a frente y viéndote a los ojos.

El sentimiento transmitido en esas primeras cinco interpretaciones tenía un refuerzo mayor al de otros shows de Montaner en Costa Rica. Él tuvo algunos inconvenientes antes de presentarse, aunque nadie lo hubiese imaginado por lo impecable que apareció en un detallado escenario de dos pisos.

El viernes, se suponía que el artista llegaría temprano al país, mas perder la conexión de sus vuelos, provocó que aterrizara hasta este sábado, directo a su prueba de sonido, práctica que la lluvia no permitió realizar. El “chaparrón” también le afectó a él y por ello agradecía con especial cariño saber que sus fans le esperaban bajo el agua.

“Estoy muy emocionado. Debo empezar deseando feliz día a las Madres, aunque también estamos aquí para dar tributo al amor en general. Ayer perdí conexión, no pude ensayar, y hoy no pude hacer prueba de sonido. El chaparrón no nos dejó. Por eso es que quiero agradecerles que hayan acudido a pesar de que cae el agua. Sé que la situación no es tan cómoda. En mis conciertos siempre he dado todo el esfuerzo, canto a todo pulmón, pero hoy será más que especial. Dios los bendiga, Costa Rica”, dijo al público.

Castillo azul, Solo con un beso y Resumiendo fueron las melodías con las que continuó aderezando una noche con sabor a felicidad. La última es una bachata, género que le recordó a su amada Venezuela, por la que no pierde oportunidad para pedir libertad. En otro espacio del concierto, agradeció a los costarricenses por “tratar tan bien a los venezolanos”.

La intepretación del tema Bésame, fue especial, pues el artista incluso “emparejó” a dos jóvenes asistentes. En una nota adjunta podrá leer la historia.

Una sopresa nacional

Como añadidura a su cercanía con el público, a complacer casi que con todos sus temas más queridos, el amable Ricardo Montaner tenía un detalle más para los costarricenses, presente que confirmó otra vez su caballerosidad, al cumplir con una reciente promesa.

Hace un par de meses, él coincidió con varios costarricenses en el concurso de canto La Voz, espacio mexicano en el que es uno de los coach, junto a Belinda, Lupillo Rivera y Yahir. Antes de que saliera el último tico, Steven Sibaja, quien era parte del grupo de Belinda, Montaner le reconoció su talento y le prometió que cantarían juntos.

Esta noche fue la cita ideal para concretar aquella propuesta. Ricardo invitó a Steven al escenario y le preguntó que si él quería empezar a cantar, a lo que el sancarleño dijo que no, que lo hiciera él, no sin antes disculparse por no haberlo elegido como coach en La Voz.

El dúo interpretó el tema Tan enamorados, al finalizar la pieza, el público estalló en aplausos.

Tras esa sorpresa, se acercaba el final de la noche, una en la que Montaner hizo un recorrido minucioso por sus 40 años de carrera. No pudo cantar todos los temas programados, incluso reveló que le hicieron falta cinco canciones.

La noche cerró con La cima del cielo, mientras el público inspirado la entonaba, de las nubes ya no caía ni una gota de agua, eso sí, del escenario volaban papelitos de colores y paños bordados con el nombre de Montaner que premiaron a las ágiles manos del público que lograron atajarlos. Al finalizar, la noche estaba seca, pero los corazones, al igual que muchos pares de zapatos, quedaron empapados pero de romance.