Sus prioridades son otras. Hoy su agenda se ajusta al tiempo que desea pasar con sus dos hijos, los pequeños de casi dos años Diego y Tadeo; si antes no temía decir que no en ciertos momentos, ahora ni siquiera lo piensa debido a la importancia que le da a su rol de padre.
El español Miguel Bosé, que se presentará en Costa Rica el sábado 9 de febrero con su gira mundial
A sus 56 años, afirma valorar la opinión de los más jóvenes y aprender de la experiencia de quienes llevan más camino recorrido. Este papito de la música vive a plenitud, con la convicción de que su voz siempre tendrá argumentos para defender sus ideales.
Solo puedo decir que, como siempre, será un enorme placer reencontrarme con todos los ticos. Los recuerdos que tengo de Costa Rica son extraordinarios, porque los conciertos allá son maravillosos. En todos estos años, siempre me hizo falta ir a Costa Rica.
Siempre lo es. Cuando estás muy ausente de un país y por mucho tiempo, es normal que las personas tengan muchas ganas de verte. Lo importante es entregarse en cuerpo y alma durante el concierto.
Las producciones siempre se superan, y eso lo he valorado con el paso del tiempo. Creo que teníamos un reto para nosotros mismos que superar, sobre todo el último concierto de
(Ríe). Pues se resume con mucha dificultad porque siempre hay que dejar cosas por fuera, no te queda más remedio. Son poco más de dos horas muy intensas, por lo que no hay espacio para meterlo todo y ahí hay que crear un equilibrio de tiempos y cosas así. Es verdad que este tipo de giras suelen ser largas y da la oportunidad de que si uno vuelve al mismo país, pueda sacar un nuevo repertorio.
Creo que la gente quiere escuchar, en un territorio común, los más grandes, grandes, grandes, grandísimos éxitos de mi carrera (ríe). Esos son los intocables y van a cubrir la mayoría del tiempo. En algunos países habrá temas que no han sonado en otros; dependiendo de cuál país, se ponen o se quitan algunos de los temas.
Así es como mis seguidores me han titulado, no es algo que yo me sienta así. Realmente, llevo 35 años cantándole a la gente, pues, al final, eso es lo que cuenta y es lo que tiene peso en la vida.
(Ríe). Pues me sigo descubriendo como persona, sigo descubriendo qué es lo que quiere la gente. Aún sigue estando todo por descubrir en toda mi vida.
La verdad es que han cambiado bastante (piensa)... por lo menos mi agenda. Ya no me planteo el trabajo de la misma manera y tampoco mis tiempos. Todo tiene otra prioridad; ahora, mi prioridad son mis hijos.
Por supuesto que sí y creo que eso se nota ahora más que nunca.
(Ríe). Me siento el papito de la música, pero no fue tan fácil (ríe). No son solo los artistas que tienen que dar su visto bueno, porque están los permisos, las casas discográficas, los tiempos y las condiciones. No es un sí bien ganado (no es fácil), porque hay situaciones que han tenido que esperar y personas que han tenido que esperar.
Claro. Es un gusto poder compartir una canción con un amigo, porque cada uno de estos duetos los he hecho con amigos. Con todos me costó coordinar, pero valió la pena porque con ellos existe una gran complicidad.
La música está entrando en unos procesos muy diferentes a los que nosotros hemos conocido en el pasado. No volverán nunca a tener los mismos cauces, los mismos soportes y eso es un hecho con lo cual uno se tiene que desarrollar en otros territorios también. La gente que quiere hacer carrera tiene que buscar otros guías, no solo una casa disquera, porque ellas ya no tienen demasiado medios para desarrollar nuevos artistas y talentos.
Es una escuela siempre; es una enseñanza siempre. Al estar un programa como
(Piensa y ríe). No, en ningún momento. Soy un hombre que tiene argumentos y criterios, por lo cual siempre necesitaré de la palabra para poder construirlos y decirlos al mundo.