En asuntos de política todo cuenta: los currículos, los discursos, las promesas, las ideas, y hasta el traje, el cabello y las joyas. Todo comunica.
Si no que se lo pregunten a la mandataria Michelle Bachelet, quien alguna vez le dijo a la candidata a la Vicepresidencia por el Partido Acción Ciudadana (PAC), Ana Helena Chacón, que en Chile las noticias siempre hacen alusión al color del vestido que lleva.
Aunque en Costa Rica no es usual que los partidos políticos lancen pautas de imagen, las aspirantes a la Vicepresidencia de la República reconocen que han tenido que hacer modificaciones en campaña, que van desde comprar ropa con los tonos de la agrupación hasta aprender a maquillarse, como es el caso de la liberacionista Silvia Lara.
“Optar por el segundo cargo público más importante del país implica una gran responsabilidad, no solo por las funciones que pertenecen al mismo, sino por la comunicación que se desprende, tanto de la forma en que se desenvuelven, como la forma en la que visten”, argumenta el diseñador nacional Johnny Murillo.
El experto está de acuerdo en que la manera de vestir dice mucho acerca de una persona, por lo que es un aspecto que requiere especial atención en tiempos de campaña electoral.
Muy distintas. Si se compara a las candidatas de los cinco partidos mayoritarios en cuanto a su apariencia, difícilmente se encontrarían puntos de coincidencia.
A Dagmar Facio, del Frente Amplio, le gusta la manta y el lino; Abril Gordienko, del Movimiento Libertario, mantiene la elegancia que su formación como abogada lleva implícita, pero le añade un garbo propio; mientras Lara es conocida por sus trajes negros y su temor a los estampados y a la combinación de colores.
En el bando de la Unidad Social Cristiana, Patricia Vega nunca se desprendió de la sobriedad que fue requisito en su labor como ministra de Justicia, durante el gobierno de Abel Pacheco.
Otra cara conocida en el plano político es la de Chacón, quien en la pasada administración destacó por romper el protocolo de vestimenta que deben seguir los diputados cada 1.° de mayo.
En criterio de los modistos Roberto Lobo y Murillo, quien se lleva los trofeos en el tema de la moda es la libertaria Gordienko. “Logra una buena dosis de elegancia y protocolo sin caer en excesos o verse muy vestida”, explica Lobo.
Esta candidata se define como una mujer práctica, que compra solo lo que necesita, pues asegura que no creció en abundancia económica. Es clásica en cuanto a zapatos se refiere, y se inclina por las joyas discretas, con piedras semipreciosas.
“La moda me interesa, pero no vivo para la moda ni para andar a la última; ni corro a comprarme todos los zapatos que se están usando en equis temporada. A veces ni me doy cuenta qué es lo que se está usando, no es medular en mi vida” afirma.
Para Gordienko, lo fundamental es verse adecuada para cada ocasión, sin olvidar la comodidad.
Otra candidata que se declara “vanidosa, pero no en exceso”, es Chacón. Para esta exdiputada del PUSC y ahora militante del PAC, cuidar la imagen es parte de respetar la investidura que les dan los costarricenses a sus gobernantes.
Es común que vista el traje sastre y, si debe usar falda, recurre a las pantimedias pese a lo mucho que las detesta. En cuanto a tendencias, sus favoritos son los dots (estampado de lunares).
Desde que se inició la campaña, hacer espacio en la agenda para los blowers y manicures es casi imposible para ella. Ahora le toca ingeniárselas por su cuenta.
Para Vega, en cambio, lo vital es ser práctica. Ella opta por el cabello corto, fácil de secar por las mañanas, y su maquillaje consiste en una corta rutina de base y encrespador, pues no le gusta salir con la cara lavada. No es de las que corren al joyero cada día, pues casi siempre lleva los mismos aretes.
Su vestimenta es ejecutiva, pero cómoda; nunca se le verá trabajar en vestido; utiliza jeans en las plazas públicas y prefiere tacones bajos, en parte porque mide 1,73 metros de estatura.
“A mí me parece que debería proyectar ejecutividad, por eso jamás (usaría) vuelos y estampados floridos, me parece que no van. Como soy abogada, estamos acostumbrados a vestirnos como más ejecutivos”, comenta.
Quien sí opta por la sencillez al vestir es la verdiblanca Lara, quien no se siente cómoda con la idea de llamar la atención. “Esta es la entrevista que me ha tenido más preocupada en toda la campaña, porque el tema de la imagen es un asunto que manejo poco”, aseguró cuando atendió el teléfono.
Ella es partidaria de los colores sólidos y sobrios: negro –por excelencia–, café, blanco, beis y azul oscuro. Sus prendas favoritas son los vestidos, sin cuello y sin mangas; lo que más evita son los sacos.
“Mi primera consideración en la mañana es vestirme cómoda; si no estoy cómoda, no puedo pensar y no me siento segura”, afirma.
Sus aretes son siempre los mismos: unas bolitas blancas que ni siquiera sabe si son perlas. Lo único que varía son las pulseras, pues tiene varias que fueron regalos de una artesana nacional.
Antes de la contienda electoral, el maquillaje era el gran ausente en su apariencia. Cuando comenzó a ir a las entrevistas televisivas, preguntó a los maquillistas de los canales por recomendaciones para arreglarse ella misma. Al principio, no sabía cuáles productos comprar, pero ahora tiene frente al espejo una base, un delineador, un encrespador de pestañas, un rubor y una pintura de labios.
Dagmar Facio es un poco más radical. Para ella lo principal es la actitud y los asuntos cosméticos se quedan en un plano secundario, aunque admite que no le gusta andar “fachosa”.
En los meses que lleva la campaña, no ha hecho ninguna adquisición para su guardarropa.
No le gustan los extremos, en cuanto a vestir se refiere. Sus joyas son sencillas y casi todas son artesanías que le regalaron. Opta por la frescura y detesta lo sintético. No usa tacones porque tiene un problema en un pie.
Siempre lleva colores fuertes y evita a toda costa el negro, pues su padre murió cuando era pequeña y le tocó ver a su madre llevar el luto.
En caso de que el Frente Amplio llegara a Zapote, optaría por trabajar en jeans , camiseta y tenis, pues preferiría salir a las comunidades antes que quedarse detrás de un escritorio. No obstante, sabe que tendría que ceder para actividades formales en las cuales existan protocolos de vestimenta.
“Prefiero ponerme vestido que un saco o algo negro, y eso ya es mucho decir”, asevera.