Agradecimiento. Cuando mi editora me propuso la idea de hacer este trabajo, inmediatamente supe que sería la oportunidad perfecta para darles las gracias y rendirles un homenaje a todos esos transformistas que han dejado su huella en mi camino, desde que era tan solo una niña.
Gran parte de mi infancia transcurrió tras bastidores de teatros, en Caracas, mi ciudad natal. Allí, mi tío Leonel Ariza fue uno de los primeros en mostrarme que el ser transformista no siempre va ligado a la homosexualidad, sino a la vocación que tienen muchos de ser actores.
Este argumento me lo sustentó Candy Iser, quien con su sonrisa en el rostro dijo que, aunque la mayoría son gay, existe gran cantidad de heterosexuales capaces de transformar su aspecto por vocación.
A este grupo se unió mi primo Carlos Sthormes y mi tío adoptivo, Rafael Badell, quienes se llevarán mi eterna admiración por tener grandes destrezas con sus tacones y hermosas cabelleras.
Cuando llegué a Costa Rica, una salida con mi familia escogida, como considero a mis amigos ticos, me permitió conocer a Cristal, transformista que un día se me acercó con un cumplido por mi sonrisa, mismo que respondí con halagos hacia su ropa y accesorios.
Estos tan solo han sido momentos que, acompañados por los valores inculcados por mis padres, me permiten poder decir que la vida no se basa en extremos.
El alejarse de los estereotipos y romper con ciertos mitos, hacen que este espectáculo, al que llamamos vida, sea digno de ser vivido de principio a fin.
Al igual que lo dijo Thalaya: “Lo importante es irse de este mundo sabiendo que se dejó el alma y la vida en el escenario. Ese es el mejor sabor de boca”.
Compartir toda una tarde y noche con más de 42 transformistas, me confirmó esta premisa que llevo conmigo día a día.
Thalaya, Divine, Heras, Tharya, Candy, Kate, Amanda, Cuca, Amber y Ciara y todos los que formaron parte del Costa Rica Fashion Week, me demostraron una vez más que el arte puede ser expresado de mil y una maneras. Lo importante es hacerlo con pasión.
Al igual que lo hice al final del desfile de Aurelio Iser, hoy me pongo de pie para aplaudir a cada uno de los transformistas, quienes, para mí, son verdaderos artistas.
Con sus palabras, me demostraron que la valentía sigue siendo un factor importante, cuando de cumplir sueños se trata. Que las críticas no son más que ese empuje para ser siempre mejores.
En este trabajo, descubrí que la admiración entre ellos va más allá de los aplausos y que se reflejan entre la honestidad y compañerismo que se profesan.