Miss Costa Rica Mundo: ‘A mí no me definen las circunstancias, me han pasado cosas muy duras’

Luego de ganar la corona, Jéssica Jiménez cuenta su historia, en los que algunos capítulos de su vida han estado marcados por abusos sexuales y juicios por su físico, todo con el fin de ayudar y empoderar a otros.

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A mediados de año, Jéssica Jiménez dejó su trabajo como recepcionista para entrar de lleno a Miss Costa Rica Mundo, su primer certamen de belleza. La ilusionó el aprendizaje y los retos con los que se toparía, pero, sobre todo, la posibilidad de desarrollar un proyecto social y así beneficiar a otros, acción con la que siempre se ha identificado.

Desde su adolescencia, Jiménez sirvió como misionera de la iglesia católica y trabajó con jóvenes; luego aprendió lesco para colaborar en proyectos con personas no oyentes. Ahora que se coronó como Miss Costa Rica Mundo podrá trabajar en otro campo, esta vez enfocada en niños.

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“Mi proyecto se llama La magia de los sueños y voy a desarrollar talleres en los que se pueda estimular a que los niños imaginen y crean en sí mismos. Que tengan conciencia de quiénes son como personas, de sus talentos y habilidades con el fin de estimular toda esa capacidad de imaginación y que puedan crear una realidad distinta a la que ellos tienen”, contó.

El interés de potenciar el “creer en sí mismos”, nace de sus propias vivencias personales, pues al afrontar abusos sexuales y llegar a sentir culpa, Jéssica, de 26 años, “se reencontró consigo misma” y empezó a “practicar el amor propio”.

Esta elocuente y serena mujer, quien es especialista en terapia de lenguaje y estudiante de medicina, viajará en 22 días a Londres, ciudad en la que se realizará la competencia final, entre 130 candidatas, el 14 de diciembre. En la siguiente entrevista puede conocer un poco más de su historia.

–Usted dejó su trabajo por este certamen creyendo que el reto la haría ser mejor. ¿Cómo la hizo crecer?

–Me hizo ser mejor por todo lado. Antes era una persona con muchísimas ilusiones, pero también inseguridades como todo ser humano. Consideraba que tenía muchas habilidades que tal vez como profesional de medicina o terapeuta no estaba aprovechando: no sabía que podía cantar, ni que tenía habilidades discursivas y comunicativas.

–Sobresalió siendo su primer concurso de belleza. ¿Qué cree que la distinguió entre participantes que tenían amplia experiencia?

–Me distinguió mi propósito. Tenía muy claro lo que quería. Entré con mentalidad de dar lo mejor y de jamás desistir. En muchos ensayos me costaba bastante y tenía que trabajar mucho más que mis compañeras, ellas lo sacaban más rápido. Tuve que poner más horas, esfuerzo. Tuve que retarme más. Creo que el esfuerzo paga el hecho de ser real. Siempre me mostré como una persona muy abierta. El hecho de que mostrés tus emociones reales es para mí una fortaleza. Eso hizo que las personas me apoyaran.

“No tenía redes sociales antes del concurso. Estaba enfocada en mis estudios. En mi filosofía de vida prefiero leer que ver tele. Ahorita estoy leyendo 50 temas interesantes de la neurociencia. Me gustan más las relaciones humanas (que la tecnología). Fue impactante tener tanto apoyo. Había compañeras muy fuertes que eran hasta influenciadoras”.

–Ahora que está en redes sociales y que pasa a ser una figura conocida. ¿Qué ejemplo quiere dar a chicas jóvenes que la sigan, a mujeres que han pasado por situaciones difíciles o enfrentan inseguridades?

–He lidiado con muchas inseguridades. Aún tengo muchas, pero creo que la forma en la que las enfrento me hace salir adelante. Eso nos hace humanos. A las chicas les digo que pierdan el miedo a sentir. Cuando se acepta la inseguridad le quitás el poder. Mi mensaje es que somos infinitamente más grandes y poderosos que cualquier circunstancia. A mí no me definen las circunstancias, me han pasado cosas muy duras y para mí la pasarela de la gala final fue muy importante y emotiva porque tenía muchas inseguridades con respecto a mi cuerpo, por temas difíciles de trasfondo yo no me exponía. Para mí era difícil estar en vestido de baño, porque esto me hacía sentir incómoda e insegura. Haber tenido una exposición tan grande en vestido de baño era sumamente importante. Quiero que las chicas sepan que subí al escenario con miedo, inseguridades. Pero si tomás una decisión y la hacés con coraje, eso es lo que hace que la historia cambie.

–Menciona situaciones duras... ¿quisiera hablar de ello? Porque se puede llegar a creer que una persona que se ve bien físicamente, que se luce en pasarela y gana un certamen de belleza, difícilmente pueda tener inseguridades?

–Son temas complicados, personales, muy duros. Si hablo de esto es porque puedo ayudar a otras personas contando mi experiencia: por muchos años pasé por abuso sexual y mucho acoso, no me gusta utilizar la palabra víctima porque cuando empecé a crecer y sanar dejé de ponerme en esa posición. Para mí fue muy difícil, fueron muchos años, de mis ocho a 15 años, y era alguien cercano. Me sentía amenazada, culpable; culpaba a mi belleza física por el hecho de pasar estas cosas. No quería afectar la dinámica familiar, porque era una persona cercana. En un momento tomé valor, detuve esa situación, pensé que más importante que poner una denuncia es poner ese límite, entender que soy más que esa situación. Eso me afectó mi autoestima, no solo la parte del abuso, llegué a sentirme insegura hasta cuando estaba cerca de mis amigos. Escondía mi cuerpo, me rehusaba a cuidar mi cuerpo, a elogiarlo. Traté de minimizar mi belleza física.

“También me pasó que amigas se enojaron porque yo llamaba más la atención. Sentía que el hecho de ser bonita me separaba de la gente, o que algunas personas se sentían menos porque yo llamaba la atención. Siempre traté de minimizarme, pasar desapercibida”.

–¿En qué momento cayó en cuenta de que no era su culpa?

–Llegué a un punto en el que dije: ‘qué estoy haciendo mal’. Dije, separarme de ellas no es egoísmo, esto es amor propio. Cuando empecé a ser más consciente inicié mi proceso de sanación y lo hice totalmente sola. Nadie me acompañó, fui yo misma quien se interesó por crecer, descubrirse y sanarse. Empezar a lidiar con estos miedos y estas inseguridades que ahora son puntos que me permiten conectarme con las personas para contar mi experiencia.

–Luego de redescubrirse, “de sanarse”, ¿a qué se ha enfrentado y qué mensaje tiene para las chicas que han vivido algo similar?

–Para mí ha sido difícil tener una pareja; aunque hemos avanzado, seguimos en una sociedad machista. El hecho de ser una mujer fuerte, empoderada y sumamente capaz de hacer las cosas me ha dificultado encontrar a una persona que no se sienta intimidada, que me apoye o que asuma conmigo todos estos retos. Soy decidida con lo que quiero, tiendo a mejorar rápido.

“No pretendo juzgar a nadie porque era algo que yo pensaba, yo asociaba que las cualidades de carácter, de valentía, de coraje y de liderazgo con una imagen masculina. Con todo este trabajo de introspección me doy cuenta que entre más me acepto como mujer, más disfruto esta energía femenina. Empecé a encontrar esas cualidades en mí, ahí empecé a cambiar la forma de proyectarme con las personas”.

–En 1998, la israelí Linor Abargil ganó Miss Mundo... semanas antes, mientras trabajaba como modelo, fue abusada sexualmente. Netflix sacó el documental Valiente Miss Mundo, en el que se cuenta su historia, una que hizo pública para ayudar a mujeres que han pasado por lo mismo y así dar propósito a su corona, pues cree que el ganar le permitía ayudar a otras...

–Me identifico con ella en el aspecto de la violación, de que te hagan cosas que no quieres hacer por una lucha de poder. Me identifico con ella. Creo que es muy valiente lo que hizo.

"Me pasó una experiencia similar hace un año y me dolió muchísimo porque fue por parte de una persona a la que yo quería, en quien yo confiaba. Con todo el proceso que venía haciendo fue sumamente doloroso".

–Parece que usted también es muy valiente...

–Fue algo que no vi venir. Fue una persona que me ayudó, me ayudó a crecer, era de confianza, sabía lo que yo había pasado. No sé si esa persona se sintió amenazada por como era yo como mujer. Desconozco sus razones, eso es algo que no tiene justificación, pero creo que con todo mi proceso ya me había preparado.

“Fue un momento difícil, porque fue una época en la que pude matricular un cuatrimestre completo de medicina y me costó mucho llegar a eso, por un lado veía mis metas y por otro lado mi dolor, mis miedos y dije que yo merezco más”.

–Antes usted contó que en clases de medicina algunas veces sus compañeros “no la tomaban en serio” porque estaba vinculada con el modelaje. Otras concursantes del certamen comentaron que ellas tenían que quitarse el maquillaje para ir a trabajar o que, incluso, había jefes que les pedían no usar tacones para no lucir tan llamativas. ¿Qué piensa de que en estos tiempos las mujeres deban pasar por esto?

–Yo siento que cuando uno es capaz de hacer cosas distintas, de creer en uno mismo; cuando se ve, actúa y piensa diferente, refleja cosas distintas. Cuando la gente no tiene esa misma conciencia puede ser incómodo verte brillas de cierta forma.

“En el caso de que jefes se metan en el tema de la apariencia siento que son temas ajenos al ámbito laboral, estamos en otra era. También creo que es parte de nuestra responsabilidad lo que aceptamos y lo que no. Eso empieza por nosotros mismos. No es de exigir mis derechos, ya los derechos no se exigen. Existen los límites, tenemos conciencia de cuáles limites aceptamos de otras personas y que límites le ponemos a otros. Radica más en eso que en un derecho”.