Para esta edición de Viva hemos escogido a personajes de los que ya hemos hablado antes en otras secciones del periódico: los líderes y creadores de la incipiente industria de videojuegos en Costa Rica.
En esta ocasión, les hemos pedido que conversaran con nosotros como nunca antes lo habían hecho: como jugadores apasionados, fanáticos de las consolas, enamorados de uno de los entretenimientos más completos que ha creado el ser humano.
La primera consola que tuvo César Tovar entre sus manos no era ni suya ni original. Al igual que lo hacen otros ticos, el primer “Nintendo” que recuerda es una consola gemeleada que, como él todavía era muy pequeño, le regalaron a sus hermanos.
“Para Navidad, les regalaron un Nintendo chino, como un NES pero con un montón de juegos grabados. Creo que de la emoción yo fui quien lo estrenó”, se ríe. “Me hice casi adicto. Me encantó”.
A Tovar lo inició Super Mario Bros , pero lo enamoró Contra , un videojuego de acción que la compañía Konami liberó en 1987.
Además de sentarse a jugar, gracias a un artículo de la revista Club Nintendo terminó aprendiendo el código para escuchar la música de los juegos.
Sin embargo, a sus 27 años, Tovar ha abandonado los juegos grandes de consolas para dedicarse a buscar juegos indie desde su computadora, precisamente porque aspira escribir para ellos.
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En la adolescencia, hizo el salto entre ser un fiebre de la música y sentarse a componer creaciones originales, gracias al programa japonés RPG Maker , un desarrollador de juegos de rol al que le sacó la música para recomponerla. Las primeras piezas que hizo se las enseñó a sus amigos hasta que, poco a poco, cobró valor para colgarlas en comunidades en Internet.
“Empezó como un juego y llegó un punto en que lo podía hacer un poco mejor. Ahorita lo estoy madurando”, dice de su empresa Cactus Bear. Tovar describe a la música como el componente más importante de su nostalgia por el juego.
Aún así, le cuesta hacer una lista precisa de sus soundtracks favoritos –cita a Super Mario Galaxy y Okami como los dos más interesantes–, pero ese es un problema que no tiene cuando habla de los compositores que lo inspiran.
Sus preferidos son Grant Kirkhope (compositor de la música de Donkey Kong 64 y Banjo-Kazooie ); Yoko Shimomura ( Kingdom Hearts ) y Yasumori Mitsuda ( Chrono Trigger ).
Aunque sabe que la música de los videojuegos se consume diferente (admite que no todos se sientan expresamente a escucharla, como lo hizo él), su meta es que algún día alguien se despierte tarareando alguna de las melodías en las que ahora trabaja.
“Quiero que la música sea algo memorable, que no sea un relleno”, afirma. “Me gusta que tenga personalidad y que la gente la pueda recordar”.
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