Bismarck Méndez: Conozca al hombre detrás de la pantalla

Con 46 años, es una de las figuras masculinas más reconocidas de la televisión costarricense. Lejos de cámaras se muestra tal cual es: un hombre divertido y admirado por su buen ver y su tenacidad.

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Agua de pipa refrescando el ser, patacones sazonando el paladar y olas fuertes abrazando la piel. Esa amalgama llenó de gozo la infancia de Bismarck Méndez McDonald, un limonense orgulloso.

Pescando en las vacaciones escolares de tres meses, yendo a la iglesia los domingos y haciendo deporte en el ocaso de la tarde, así transcurrieron los años en los que se formaba el hombre que es hoy. Bismarck no buscó ser lo que conocemos ahora. Todo llegó a su vida y de cada oportunidad sacó provecho para fortalecer lo más importante: “la felicidad”.

Es conocido por ser actor, presentador, maestro de ceremonias, influenciador de redes sociales y entrenador personal, aunque todos los oficios llegaron de modo fortuito. El destino sabía que sería bueno en muchas facetas, o él con su animosa personalidad se encargó de que fuera así, lo cierto es que en todo lo que hace, Bismarck, quien se autoproclama como Patacón en honor a sus raíces limonenses, queda bien.

Su 1.85 m le permitió jugar baloncesto en primera división por casi 15 años. El deporte le abrió las puertas del estudio gracias a becas, por ello, su catálogo de conocimientos y de oficios se extiende: es graduado como administrador de empresas y terapeuta físico. Gracias a ambas profesiones es dueño y entrenador personal del gimnasio True Fitness, en La Sabana.

También estudió ingeniería industrial para aprovechar las becas deportivas, mas no concluyó. A los 20 años empezó como modelo y su apariencia y proyección hicieron que el productor Víctor Barriga le sugiriera participar en películas y así fue. Cursó algunos talleres en teatro, mas sus aptitudes histriónicas son más que todo empíricas.

100 days in the jungle fue la primera cinta en la que participó. Luego llegaron Caribe, Marasmo y El lugar más feliz del mundo (actuación que generó muchos comentarios en su atmósfera por una de las indumentarias que usó: una tanga de leopardo en una catarata), entre otras.

En teatro, comerciales y cine se proyectó la imagen más sensual del limonense. Cuando llegó a televisión su apariencia fue clave, pero el detonante de su permanencia fue su divertida personalidad.

Afirma que siempre ha trabajado para divertir y divertirse con autenticidad. Cuando presentó Intrusos de Repretel, quizás el momento más memorable fue cuando previo al segmento La diosa del reguetón se desarmara en el set junto a la también presentadora del programa de farándula, Catalina Mendieta, haciendo improvisadas coreografías.

Luego volvió a sonreír a la pequeña pero brillante luz roja de la cámara: Bismarck fue parte del programa de Teletica Más que noticias en el que compartió su lado de cercanía con el pueblo costarricense, seguido, en el mismo canal se apoderó del set de De boca en boca junto con los otros conductores. Desde entonces la imagen estilizada y la actitud de “buena gente” no se despega de la retina del público de las tardes.

En 2016, Bismarck volvió a reaparecer con imagen sensual cuando fue parte de la tercera temporada de Dancing with the Stars: las elaboradas coreografías a veces requerían de que su marcado cuerpo de gimnasio se luciera. Ello generó que un público más joven se fijara en Méndez y que causara sensación.

Este 2018 es parte de la quinta temporada del mismo concurso de ballroom, pero desde otra trinchera. Es copresentador y siempre luce impecable con un traje entero y el peinado alaciado que oculta sus conocidos rizos.

“Sinceramente a mi edad no pensé que uno fuera a llamarle la atención a las veinteañeras. Se siente bonito, pero es algo que veo muy natural. Percibo cariño, no siento que provoque algo así como cuando salí con la tanga de leopardo, siento que provoco más cariño que deseos”, reveló con una tímida sonrisa.

Hay una confesión más: no solo las chicas manifiestan su admiración física por Bismarck: en redes sociales muchos muchachos le hacen saber que es de su agrado. Algo a lo que este esposo y padre no le ve mayor problema. Finalmente, todo lo toma como muestras de apoyo y validación a su trabajo.

Por más demandantes que son todas sus labores actuales, en las que pocas veces sobra tiempo para invertir en sí mismo, Bismarck reconoce lo gratificante que es recibir el cariño de tantas personas.

“Lo mejor que me deja este trabajo es el cariño de la gente. Todo vale la pena cuando la gente se acerca y me dice: 'Patacón usted sí me cae bien. Siento que vale la pena que te digan: ‘yo le digo a mi hijo que lo siga a usted, que usted es una buena persona que usted ha hecho bien las cosas’. Eso es demasiado valioso”

Lejos del reflector

Fuera de la cámara Bismarck Méndez es una persona igualmente divertida y simpática. No usa palabras impostadas para conversar. Cuando interactúa con personas que le reconocen por sus apariciones en la televisión, él es natural y atento.

Sabe posar para fotos y reflejar diferentes emociones para la cámara. Pero cuando todo se apacigua y es tiempo de hablar de familia sus facciones se tranquilizan, no hay tantas carcajadas ni miradas potentes, su tez toma una sola forma y baja el tono de voz.

Lo que es hoy es gracias a sus papás: un guanacasteco y una limonense que se conocieron mientras trabajaban como profesores en Limón. Ellos le instruyeron por la fructífera senda del estudio y el trabajo. De sus padres también aprendió a ser transparente y a nunca olvidar sus raíces.

“Yo creo que es mi familia la que me mantiene con los pies en la tierra. Soy el mismo Bis para todos, el mismo papi Bis para mis sobrinos y para mi hija y para mi esposa. Soy el mismo patacón que todo mundo conoce.

Yo espero que nunca se me suba (a la cabeza el reconocimiento). Siento que nunca he tenido malas experiencias con eso porque nunca he estado en ningún escándalo. Yo sé de dónde vengo, para donde voy y todas esas cosas le ponen a uno los pies en la tierra. Nadie es más que nadie, lo que no me gusta es que la gente me tenga lástima porque vengo de Limón. Me gusta que digan que soy pulseador, pero no que me tengan lástima.

Quiero dar ese ejemplo de que vos podés salir de Limón y lograr buenas cosas. Uno trata de que los jóvenes tomen el buen ejemplo”, asevera Méndez, de 46 años.

Hombre enamorado

Los 48 años de casados de sus papás, el ejemplo del matrimonio de sus abuelos y sus convicciones religiosas hacen que para Bismarck sea natural ser un hombre de familia.

Pronto cumplirá ocho años de unión con su esposa Guiselle Espinoza, a quien procura dedicarle todo el tiempo posible en medio de su ocupada agenda diaria. Su otro amor es Luciana Méndez, su hija de 14 años, quien vive fuera del país con su madre.

“(...) Creo muchísimo en Dios. Es Él quien me tiene donde estoy y si le fallo es a Él. Ya casi cumplo ocho años de casado.

”Tengo que ver como saco tiempo para mi esposa y mi hija. Mi hija vive en Monterrey, México, con la mamá desde hace siete meses. Tenemos una relación muy bonita. Desde niña viaja la mayoría del tiempo. Uno no se acostumbra. Soy un papá amoroso, me paso, creo”, admite.

Con notable optimismo, este hombre de musculoso físico y almendrada mirada, dice que en su vida, la cual reconoce ha estado repleta de etapas alegres, la mayor dificultad enfrentada fue cuando se reventó el talón de Aquiles izquierdo y la herida se infectó.

“Dificultades siempre hay, pero esa del talón fue muy dura. No la pasé bien por seis meses. Estuve como un año sin poder ejercitarme. Esas son las cosas que Dios le pone a uno para hacerlo más fuerte”, afirma Méndez, la figura pública que procura exponer su vida personal mínimamente.

Con su constante aparición en la pequeña pantalla, el trabajo que le dan las marcas para que promocione sus productos, con los contratos para ser maestro de ceremonias en distinguidos eventos y el cariño de las personas manifestado por varias vías, Bismarck no se atreve a decir que este es su mejor momento.

Su mejor momento ha sido siempre el que ha determinado para crecer y pasarla bien.“Todo tiene su tiempo y ese es el que hay que disfrutar. La diosa del reguetón era algo que yo disfrutaba mucho, me reía como nunca. Tenés que disfrutarlo en el momento. Eso fue un boom. En De boca en boca ha sido otro boom, bailar en Dancing with the Stars también y ahora lo es de otra forma. Todas las cosas hay que aprender a disfrutarlas”, destaca.

Bismarck piensa en el futuro. Quisiera volver a la actuación y hacer muchas otras cosas que irá trabajando sobre la marcha. Eso sí, lo que está tan claro como el mar del Caribe Sur donde tantas veces se refrescó, es que en 10 o 15 años se irá a vivir a Puerto Viejo, en Limón. Ya tiene una tierra en la que construirá su casa.

Dice que tal vez ponga un negocio gastronómico en el que por supuesto, se venderán patacones.

Bismarck seguirá haciendo deporte, y al final de la tarde, desde una hamaca disfrutará del atardecer que nutre el alma y de un agua de pipa que refrescará, nuevamente, su ser.