Luego de que finalizara la fiesta más grande de la expresión artística en Costa Rica –el Festival Nacional de las Artes (FNA)–, queda evaluar la jornada que este año tuvo dos sedes: Turrialba y Siquirres.
Ayer, en el Templo evangélico de Turrialba, donde se armó el centro de operaciones del FNA en esa sede, Anselmo Navarro, actual director del festival, sostuvo una conversación con
Un repaso por los logros y los aspectos a mejorar aparecieron en esta conversación, cuya conclusión principal, para sus organizadores, es que fue una lección de diez días de actividades de las que se aprendieron muchas cosas.
Uno de los logros de esta edición del festival es que logramos, finalmente, involucrar a los municipios y con aprobación de los concejos municipales; esto nos indica que es posible trabajar a futuro creando alianzas, y que haya una planificación presupuestaria para la gestión de la cultura.
“Trabajamos con las organizaciones comunales y eso nos permitió visualizar un poco lo que las comunidades necesitaban. Claro, siempre el diseño (del Festival) es un riesgo, porque no siempre podría ser lo que la gente quiere”.
Pero trabajar con las bases nos dio resultados muy positivos. Uno de ellos es lo que se ve en las calles; la gente se involucró en los procesos creativos. Por ejemplo, haciendo objetos; ellos, que adornaron las sedes, para nuestra sorpresa todavía ayer (domingo para el lector) seguían llegando
Descubrimos, por ejemplo, que Turrialba tiene una gran avidez por el teatro. El teatro se mantuvo lleno en sus 500 butacas y queda gente por fuera a la que teníamos que darle fichas; las filas daban vuelta a la cuadra.
Descubrimos que tenían una gran necesidad de actividades para niños y cosas al aire libre. Por la experiencia que habíamos tenido antes con el festival en Limón, creíamos que el teatro era algo que iba a llamar la atención, pero los primeros días nos costó llenar un espacio de 300 butacas. O fallamos en la programación o en la divulgación.
Lo cuantitativo no es la única medida. Nosotros queremos lograr un balance entre lo que la gente quiere, como el
“El objetivo es abrir la capacidad del público como espectadores; abrir espacio para los grupos emergentes y, además, generar circulación. Siempre hay un riesgo en eso”.
Creo que en eso fallamos. Los cuadramos así (8 o 8:30 p. m.) por la logística de las pruebas de sonido. Y esa fue una mala decisión.
Exacto, pero las municipalidades lograron poner servicios gratis. Pero la gente no los usó.
Trabajamos con la radio cultural de la zona, contratamos perifoneo, pusimos cuñas, enviamos 2.000 afiches.
“Creo que es algo que está interiorizado y es que lo cultural es muy aburrido”.
Estoy absolutamente seguro de que sí. Y hay dos datos que lo confirman, uno que la Municipalidad de Turrialba ya está pensando en abrir una plaza para un gestor cultural y entregamos ayer la Casa de la Cultura en Siquirres.
Sí, porque democratizamos la participación. No sabemos donde va a ser el próximo festival, pero será en dos sedes cercanas.
Me doy por satisfecho. Ver lleno a Turrialba y ver el despertar en Siquirres demostró que el festival dio una inyección de vitalidad. Ambos escenarios fueron hermosos.