Cuando los pies entran en contacto con las aguas del río Cortesal, la refrescante sensación para el cuerpo es casi tan agradable como la emoción al disfrutar del sonido del agua caer desde la catarata. Todo esto es parte del patrimonio verde de Uvita.
En buen tico, este es un destino como le gusta a la gran mayoría, ya que tiene las tres b: bueno, bonito y barato. Bueno porque se puede llegar en cinco minutos en carro desde el centro de Uvita, pero también es posible caminar si quiere ejercitar las piernas. Bonito porque la naturaleza le ofrece un verde por doquier, y barato, porque ingresar solo cuesta ¢500.
Este lugar es conocido sencillamente como la Catarata, según cuenta María Elena Díaz, propietaria de la finca donde se encuentra el atractivo natural. Por difícil que resulte de creer, es uno de esos lugares que los mismos habitantes de la zona conocen poco, ya que quienes más lo visitan son turistas.
El primer sitio de este balneario natural que encuentra es una estación donde se puede dejar el vehículo. También, hay una soda donde Díaz se especializó en preparar batidos naturales; además, ofrece lo que ella llama comida tica sencilla, apenas para matar el hambre.
No espere grandes lujos, este no es de esos sitios; aquí es más importante la naturaleza.
No obstante, encontrará los servicios básicos, como sanitarios y agua potable.
Luego, comienza la aventura y todo por ¢500. Un sendero demarcado lo llevará a realizar un descenso, en el cual, con calma, no tardará más de ocho minutos. Lo ideal es hacerlo con zapatos cerrados, para evitar una caída.
Con cada paso que se da, el sonido del agua que corre es más intenso. Los abundantes árboles y la brisa fresca le indican al turista que se está cerca de la Catarata.
Finalmente, aparece frente a los ojos el río Cortesal y, a la izquierda, la catarata. No es de gran altura, pero su belleza radica en su entorno, en el verde que irrumpe sin respeto en la retina y en el aire puro que recorre desde la nariz hasta los pulmones.
Los más aventureros podrán bañarse en las cercanías de la catarata o, simplemente, tomarse una fotografía de recuerdo para que luego ocupe, con orgullo, el espacio de la foto de portada del perfil de Facebook de muchos.
Para quienes prefieran algo menos intenso, el cauce del río forma pozas naturales de agua calma, donde se podrán dar un chapuzón o tan solo refrescarse los pies en su corriente.
“Cuesta creerlo pero, hasta ahora, la misma gente de acá está conociendo este lugar. Lo que más nos interesa promocionar es el balneario natural”, manifestó Díaz.
La catarata es un buen complemento de su paseo. Si ya se está en Uvita puede ir antes o después de realizar el paseo de observación de ballenas, sin necesidad de hacer grandes desplazamientos.
El ascenso es la parte más cansada, pero nada que, a paso lento y seguro, realice en unos 10 minutos, como máximo. Sin embargo, la experiencia refrescante en este oasis bien vale el sacrificio físico del interesado.