Los 25 años de un castillo que olvidó su amargo pasado: el Museo de los Niños

El llamado Castillo de los Sueños abrió al público el 27 de abril de 1994. La fiesta por el cuarto siglo de vida de la antigua prisión capitalina incluye desde teatro y música, hasta actividades deportivas y talleres. ¡Celebre con Museíto y Museíta!

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Cuando la exprimera dama de la República, Gloria Bejarano Almada, visitó por primera vez las instalaciones de la antigua Penitenciaría Central de San José, su mirada no se concentró en detallar el aspecto fantasmagórico y en ruinas del estremecedor edificio capitalino.

Aunque recorrer la estructura le significó capearse los escombros que evidenciaban los años de abandono de la antigua prisión, cruzar tenebrosos pasillos y celdas que habían alojado por décadas maldad, dolor, muerte y destrucción y respirar el olor nauseabundo que producían el agua empozada y los orines y desechos de los animales que merodeaban en cualquier espacio del lugar; el cerebro de Bejarano ilusionaba su vista con algo muy distinto.

“Lo primero que me sorprendió fue aquella loma y arriba un castillo. Cuando comencé a caminar en su interior, el lugar era algo simple y sencillamente mágico. En mi imaginación podía ver cómo se caían las malezas, cómo el ladrillo cocido, las bóvedas toledanas y los arcos semigóticos comenzaban a brillar. Observé un espacio de ensueño”, rememora Bejarano.

En aquel entonces la década de los 90 despuntaba sus primeros años. Bejarano y su esposo, el expresidente Rafael Ángel Calderón Fournier (1990-1994), llegaban al medio periodo de su mandato. A esa altura de la administración, en el despacho de la Primera Dama el proyecto de la construcción de un museo dedicado a los niños ya estaba plasmado en papel.

Gloria Bejarano visitó la antigua prisión 13 años después de que esta fuera cerrada. Llegó ahí por sugerencia del Ministro de Ciencia y Tecnología de turno, Orlando Morales, quien le habló del edificio cuando ella expuso el proyecto del museo en un Consejo de Gobierno.

A pesar de que Bejarano consideraba que la estructura en ruinas era idónea para levantar el Museo de los Niños, había algo de incertidumbre en algunos sectores, quienes objetaban la idea de que fuera ese lugar el espacio que albergara la institución.

“Lo más difícil de este proyecto fue romper el escepticismo y la negatividad de muchas personas que estaban convencidas de que el Museo de los Niños no se podía hacer porque quedaba poco tiempo de Gobierno, porque el edificio era el símbolo de la maldad, el dolor, la muerte y la destrucción, porque no había recursos y porque era inaceptable meter a los niños a la cárcel. Todo este tipo de argumentos se esgrimieron, pero lo que no se daban cuenta era que el edificio no tenía la culpa. Era el lugar perfecto, no solamente para construir el Museo de los Niños, sino para crear un concepto cultural extraordinario. Lo único que necesitábamos era dar el primer paso y ese primer paso lo dimos cuando comenzamos a reconstruir el castillito”, comenta Bejarano.

La reconstrucción del edificio inició el 26 de junio de 1992 y entre ello y la apertura del Museo de los Niños no pasó mucho tiempo: el 27 de abril de 1994, en el edificio de la antigua Peni se inauguró el museo.

Para entretener

"(Con el Museo de los Niños) aspiraba a crear un espacio donde hubiera una convivencia familiar. Me llamaba mucho la atención que prácticamente la convivencia familiar en esa época se daba alrededor del fútbol –el cual adoro– y el paseo de mucha gente era a un centro comercial. Muy pocas personas tenían la capacidad económica de ir a pasear al campo o a las playas, entonces el esparcimiento familiar estaba realmente reducido a muy pocos espacios. Por otro lado, siempre he creído que lo mejor que nosotros le podemos legar a nuestros niños es la educación, la formación... y el museo sería un lugar donde los niños aprenderían y compartirían con los padres esa magia de aprender jugando, esa alegría de descubrir nuevos temas para hablar, para discutir y crecer juntos”, justifica Bejarano su tenacidad por la apertura del Museo de los Niños.

Alojado en el Centro Costarricense de Ciencia y Cultura (CCCC), el nombre que se le dio al edificio de la antigua prisión, el Museo de los Niños abrió aquel día de abril del 94 con ta solo 27 salas interactivas. Hoy, un cuarto de siglo después, la institución cuenta con más de 40 espacios interactivos de diversión, entretenimiento y aprendizaje (¿Los más gustados? Los espacios de Mundosaurio y Juguemos al arqueólogo, y las salas La Tierra y Súper Inteligente).

“Necesitábamos un espacio que fuera más allá de la educación formal. Nuestro Museo de los Niños fue el primero que se creó en Centroamérica y era lógico que esta propuesta tenía la magia, la imaginación y los elementos necesarios para que la gente se enamorara del lugar y, si encima de eso le agregábamos un poquito la idea de ir a conocer aquel lugar tenebroso convertido en algo positivo, teníamos asegurado el éxito, que solo se da gracias a la tenacidad, al esfuerzo y al trabajo de todos los funcionarios que han trabajado en la institución a lo largo de 25 años”, dice Bejarano.

Desde que el Museo de los Niños abrió sus puertas hasta hace unas semanas, la institución registra casi ocho millones de visitas.

Ronny Jiménez, encargado de comunicación del museo, detalló que el número de visitantes corresponde a ingresos pagados por el público, cortesías y exoneraciones (estas dos últimas correspondientes al programa de responsabilidad social que tiene el museo a través de la Fundación Ayúdamos para Ayudar, que administra el CCCC).

Sofía Valle es una de esas miles de visitantes que ha visitado la casa de Museíto y Museíta –personajes del Museo de los Niños– a lo largo de 25 años.

La vecina de Heredia tiene 10 años y en su corta vida ha recorrido los pasillos y salas del museo durante dos ocasiones. La más reciente fue el martes anterior.

Valle llegó al lugar para celebrar su cumpleaños. La visita al Museo de los Niños fue parte de los obsequios que recibió por el festejo.

A la niña la acompañaron sus tíos salvadoreños que estaban de visita en el país y tres primos: Daniela, Nicolás y Arianna.

“Me gusta que haya un Museo de los Niños porque permite a los niños aprender y relacionarse. Aquí he aprendido cosas sobre los animales, los dientes, las cosas de mi país… No sabía que el museo cumpliría el sábado (este 27 de abril) 25 años y me parece muy bonito porque ese día pueden tener abierto. Ese día (hoy) va a ser muy feliz para los niños”, reaccionó Valle.

Fiesta en el museo

Y sí, efectivamente, este sábado 27 y domingo 28 de abril será un día muy feliz para quienes se decidan visitar el Museo de los Niños. El llamado Castillo de los Sueños preparó una jugosa agenda de actividades para toda la familia.

¡25 años llenando de magia tu corazón! es el lema con el que el Museo de los Niños celebrará su aniversario. La fiesta del Museo de los Niños inicia el sábado y el domingo a las 9:30 a. m. y se extenderá hasta las 5 p. m., ambos días. Habrá desde teatro y música, hasta actividades deportivas y talleres.

Entre las sorpresas que recibirán al público está la presentación de la obra de teatro La magia nace del corazón a cargo del elenco artístico del museo. El montaje reseña con mucha diversión cómo fue que Museíto y Museíta se convirtieron en los guardianes del Museo de los Niños. El espectáculo se presentará sábado y domingo en dos funciones cada día, a las 11 a. m. y 2 p. m., en el salón Kaopakowe.

Música en vivo con la Orquesta del Museo de los Niños (ambos días a las 12 m. en el salón Kaopakowe), el rally familiar De la oscuridad a la luz dentro de un gigantesco inflable donde niños y adultos deberán enfrentar una serie de retos y pruebas alusivas al aniversario del museo (sábado y domingo todo el día), talleres de origami y arte, bingo familiar, personajes de fantasía, pintacaritas, photobooth, animación, concursos, premios y la tradicional Cantada de cumpleaños con cupcakes para todos (sábado a las 2 p. m. y domingo a las 2:45 p. m. en el salón Kaopakowe), son parte del cronograma festivo.

Durante la noche del sábado se agendó Aventura en pijamas, una actividad donde las familias deberán ayudar a Museíto y Museíta a resolver una serie de misterios. El trabajo en equipo, la valentía y la diversión serán fundamentales para superar los retos de la actividad nocturna.

Participar de Aventura en pijamas tiene un valor de ¢12.000 por persona e incluye un candy box, fotografía familiar y una inolvidable experiencia de disfrutar del museo de noche.

Asimismo, el domingo a las 6 a. m. se realizará la tercera edición de la Carrera Museo de los Niños con distancias de ocho y cuatro kilómetros. La inscripción tiene un precio por persona de ¢12.000 e incluye camisa, medalla, bandana (pañuelo para la cabeza), fruta, hidratación, póliza y dos entradas al Museo de los Niños.

Los interesados se pueden inscribir en las páginas web oficiales de Move y A Buen Paso, o en los puestos físicos habilitados para ello: Centro Sport (avenida segunda), On the Road (Pavas), La Colmena Sport (San Pedro), Deportes Tibás (Tibás), Athletic Corner (Cartago) y Museo de los Niños (San José).

A excepción de Aventura en pijamas y la carrera atlética, todas las otras actividades de la fiesta de Museíto y Museíta están incluidas en el precio de ingreso al museo, que es de ¢2.000 niños y ¢2.200 mayores de 15 años.

El encargado de comunicación del museo enfatizó que las entradas se venden a través de la página boleteria.museocr.org o en las boleterías físicas del museo. El lugar dispone de parqueo para visitantes a ¢600 la hora, servicio gratuito de guardarropía, zona de comidas y enfermería.

“El Museo de los Niños y sus 25 años nos enseña que un edifico con tan mala vibra y reputación no era más que un espacio que merecía una segunda oportunidad, un espacio que si se veía con ojos distintos podía visualizarse como lo que es hoy: un sitio de luz, educación, creatividad, positivismo, y de enseñanza… y esta lección que nos da el Museo de los Niños la podemos proyectar como seres humanos. Hay que dejar de condenar a la gente por lo que creemos y empezar a ver que cada ser humano tiene algo bueno que Dios ha puesto en él. Es nuestra responsabilidad cambiar esa tendencia, por el bien de las futuras generaciones”, remató la fundadora del Museo de los Niños.