Joven cineasta tica se abre camino en las ligas mayores

Con apenas 23 años, María Luisa Santos Fischel, graduada en la Universidad de Texas, incursiona de lleno en el ambicioso mundo de cortos realistas y artísticos.

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El mismo día en que se graduó con honores en Cine y Publicidad en la prestigiosa Universidad de Texas, en Austin, la joven costarricense María Luisa Santos Fischel recibió la noticia de que Skip Day, el documental corto en el que participó como asistente de edición, había ganado el premio de la Quinzaine de Realisateurs en el Festival de Cine de Cannes.

El trabajo, sobre una comunidad de colegiales afroamericanos del pueblo de Pahokee, en La Florida, fue co-producido y distribuido por el diario inglés The Guardian.

Para ponerlo en contexto, durante el último medio siglo, en esta sección del legendario Festival, se premiaron obras de Bernardo Bertolucci, Robert Bresson, Werner Herzog, Nagisa Oshima y Martin Scorsese, entre otros. Entre los realizadores costarricenses que han participado en distintas secciones del festival están Valentina Maurel (quien ganó en Cinéfondation), Sofía Quirós, Neto Villalobos y Nicolás Wong (como director de fotografía).

María Luisa y todo el equipo involucrado recibieron el reconocimientocon felicidad y satisfacción, pero para ella, particularmente, significó un acicate oportunísimo justo en este momento de su juventud temprana, para continuar en esta carrera hermosa pero sacrificada, que a menudo puede implicar pasar 12 horas en la sala de edición, eligiendo –o en su defecto, descartando-- el material que luego serásujeto de otras depuraciones hasta lograr el producto final. Se trata de una laboriosa tarea de selección que podría hacer la diferencia entre conseguir un corto documental como el que fue laureado en Cannes, o bien uno que finalmente no reciba el beneplácito esperado, aunque haya llevado cientos de horas de grabación y edición.

María Luisa trabaja desde hace varios meses en Austin en la productora de Ivette Lucas y Patrick Bresnan, directores de Skip Day y cuyos trabajos han sido premiados en los Festivales de Berlín, San Francisco y Sundance.

La costarricense acaba de escribir y dirigir su primer cortometraje de ficción, Ter, cuya edición espera terminar en los próximos meses y acaba de terminar su primer cortometraje documental, Café de Temporada, que fue grabado en un cafetal en Santa Rosa, Poás.

Antecedente relevante: la cineasta es hija del periodista Ignacio Santos Pasamontes, director de Telenoticias y la abogada Suzanne Fischel, quienes le han dado un entusiasta apoyo y bueno, el trabajo de su padre, según cuenta María Luisa, indudablemente la influenció fuertemente durante su infancia, pues se acostumbró a acompañarlo algunas veces mientras preparaba la producción del noticiario y otros productos. Así, el “detrás de cámaras” y todo lo que conlleva el mundo audiovisual.

María Luisa, quien sorprende por su madurez a su temprana edad, conversó con La Nación, vía telefónica, sobre todo lo que implica su retadora carrera sobre todo en estos tiempos de auge audiovisual, donde el cine y la televisión pueden llegar a competir con producciones artesanales hechas desde un celular.

--¿Esa pasión por el arte audiovisual la tuviste desde pequeña, sentiste que era tu vocación? Intuyo que el trabajo de tu papá, Ignacio Santos, debió haber influido en algo ¿fue así?

– Crecer con papi y ver su mundo claro que me marcó, iba al canal y veía todo el proceso. Pero a mi papá también le gusta mucho escribir y le encanta el cine, creo que esos dos factores influyeron también, de hecho cuando era pequeña decía que quería ser escritora... de alguna forma es lo que hago ahora, al final todo se trata de contar historias.

– ¿Y sentís que desde la escuela y el colegio ya traías definido que te ibas a decantar por esa área?

– No, ¡qué va! (risas). Mi abuelita materna, Ligia Kopper, es arquitecta, daba clases en la Universidad Latina y a los 11 años yo la acompañaba, entonces se me metió la idea por un tiempo, aunque lo del cine estaba ahí. Arquitecta, escritora, cineasta... recuerdo que el único emocionado con que me dedicara a esto último era papi. Un año antes de graduarme me fui a hacer un curso de arquitectura de dos meses, luego regresé a Costa Rica, me quedaba un año de cole, al final decidí aplicar y entré a Comunicación Colectiva en la UCR, y justo el primer día de clases me llegó la carta de aceptación en la Universidad de Texas...

– Como si estuviera predestinado...

– Exacto. Yo siempre supe que posiblemente me iría a estudiar fuera del país, pero ya cuando tuve la carta de confirmación me entró un poco de miedo. Pero rápido tomé la decisión, Austin me encanta y eso influyó bastante, yo me crié en San Antonio de Escazú, me encanta el clima cálido, por ejemplo en Boston o así no podría, me deprimo, odio el frío. Entonces me vine y ya tengo 4 de vivir aquí.

– A juzgar por tus logros simultáneos en la U y en el trabajo, deduzco que te acoplaste perfectamente desde el principio.

– Austin es una ciudad preciosa, llena de vida, juventud, conciertos... es super progresista y liberal, los domingos son hermosos, hay muchas actividades... al menos en esta etapa de mi vida, me encanta, ya si decidiera más adelante quedarme en Estados Unidos, me gustaría irme a Nueva York.

– La sensibilidad, en general, es una característica inherente a lo que hacés. Imagino que has vivido tremendas experiencias, dentro y fuera del trabajo ya de cineasta... ¿alguna que te haya marcado?

– Uy... muchos. La misma gente que conocemos en los documentales que hacemos... el mundo es tan grande, eso lo perdemos de vista siempre. Me marcó por ejemplo un viaje de acampar que hice a Islandia con unos amigos, fui en el verano y ya de entrada uno se sorprende de verlos a ellos con full jacket. Alquilamos un carro y tiendas de campaña, comíamos en gasolineras, ellos todo lo tienen que importar porque el clima no favorece la agricultura, eso es lógico pero hasta que uno lo vive, repara en ese tipo de detalles. Fue muy cool pero también muy diferentes, no hay árboles, nada más no crecen... tuve una experiencia inexplicable por la emoción, caminamos dentro de un túnel de glaciares, los azules y celestes más lindos del planeta, literalmente me puse a llorar, ese tipo de espectáculos naturales nada más se sobreponen a cualquier razón, fue increíble.

– ¿Cómo te involucrás con el equipo de cineastas con que lograron lo de Cannes y en el que, entiendo, estás ya con otros importantes proyectos entre manos?

--Me conecté con ellos a través de un profesor. El nos enseñó La Caceria de Conejos un cortometraje que Ivete Lucas y Patrick Bresnan hicieron hace dos años. A mí me encantó el estilo y le pedí que nos conectara. Yo andaba con la idea de hacer un documental en Costa Rica sobre cafetales y quería que me dieran consejos de cómo grabar de una manera tan íntima. Una cosa llevó a la otra, yo les mandé varios emails como una pega y me terminaron contratando como asistente de edición para su corto Skip Day y para el largometraje en el que estamos trabajando ahora, Pahokee.

Como que se ha ido dando un dominó donde todo se acomoda. ¿Y todavía estás con ellos?

– Sí, ahora estamos trabajando un largometraje, debemos tener una versión muy avanzada para octubre, con el fin de participar en diferentes festival es de cine (ellos les gusta mantener estas cosas privadas, como festivales específicos y asi), ha sido un trabajo fuertísimo, de lunes a sábados, de 9 de la mañana a 6 de la tarde. Por un año estuve organizando todo el material y ya ahora estoy ayudando más a editar. Eso ha sido muy positivo y estoy aprendiendo muchísimo.

– Hay una cantera enorme de cosas que podés hacer en el área audiovisual, la vida te irá marcando nuevos retos. Pero, por si vos fuera, ¿qué es lo que más te gustaría hacer?

– Me encanta editar, dirigir y escribir, si llego a poder hacer cualquiera de esas cosas ya sea en cine ficción o documental, estaría feliz.

– ¿Hay algún cineasta que admirés particularmente?

- Sean Baker, el director de The Florida Project. Esa película me encantó y ha influenciado mucho lo que he hecho desde que la vi.

Como es obvio, María Luisa Santos Fischel ya eligió la senda profesional (y pasional) que la empezó a seducir desde muy pequeña, cuando observaba atentamente el trabajo de su papá y toda la parafernalia alrededor.

Ahora que las bases de lo que será su vida profesional parecen crecer en tierra fértil, le preguntamos a su papá cuál es su sentimiento al respecto. Esto nos escribió Ignacio Santos, sobre el quehacer de su primogénita que, por supuesto, lo tiene delirando de orgullo:

“Tengo dos perennes pasiones, la literatura y el cine. A los 5 años, en el ‘Conrado Benítez, el cine de mi pueblo, tuve la revelación... Fue un precoz e intenso amor a primera vista que hoy, medio siglo después, se reaviva como el primer día al descubrir una buena película.

Pero todo eso es nada, comparado con mi indefinible emoción al leer un guion de Luisa o ver sus primeros trabajos. Ignacio Santos Pasamontes.