Espectadora de un show natural: crónica de un avistamiento de ballenas

Verlas nadando libres, sin ninguna amenaza, en la inmensidad del mar , es una experiencia que se puede vivir en Costa Rica. Las ballenas jorobadas nos visitan entre julio y octubre e ir a verlas es un gran plan.

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

El capitán observó lo que todos buscábamos y detuvo el yate de golpe. Las náuseas fueron inmediatas, pero a nadie le interesó el espantoso vértigo que se sentía. Cada quien se movió con la rapidez que el picado mar permitió y buscó el mejor ángulo para retratar digitalmente la maravilla natural que teníamos a escasísimos metros: una ballena jorobada enseñaba a su ballenato recién nacido a nadar en las cálidas aguas costarricenses.

* * *

“Ojalá pueda verlas. Eso es una lotería”, me decía cualquier persona a la que le aseguraba que yo iba a ver ballenas.

Obvio tenían razón, porque nadie puede agendar una cita con unos cuántos cetáceos que están o en proceso de apareamiento o en “sala de maternidad” en las aguas del Pacífico Sur de Costa Rica.

La ilusión de conocer ballenas empezó cuando la Marina Pez Vela, extendió la invitación para hacer el tour de avistamiento de estos majestuosos animales mediante la agencia iFish Quepos. Aceptamos.

Lo curioso es que siempre se creyó que para poder ver a los inmensos visitantes provenientes del Hemisferio sur y con dirección al Hemisferio norte, había que trasladarse hasta Golfo Dulce o hasta Osa, precisamente en Bahía Ballena. Pero no, resulta que en Quepos, cantón ubicado a tres horas y media de San José, también es posible ver a uno de los mamíferos más grandes.

Santuario natural

Las vi muy de cerca. Tanto que el chorro de agua que disparan cada vez que respiran me salpicó. Estar ante animales tan inmensos (los adultos pueden pesar hasta 45 toneladas y llegan a medir entre 14 y 17 metros), hace que de la emoción hasta se pierda la perspectiva y se olvide un poco la seguridad. Por suerte. el avistamiento lo realizamos en un grande y seguro yate.

La emoción de contemplar a estos animales nadando libres en la inmensidad del mar da sensación de plenitud.

En la era tecnológica el momento se disfruta por segundos, este espectáculo natural más allá de aprovecharse en vivo, necesita ser resguardado en videos y fotos, que respaldarán la anécdota de encontrarse demasiado cerca de la señora ballena y su bebé.

Sus acrobacias al aire, sus sonidos y hasta el solo hecho de que respiren deja perplejo al espectador que las ha visto por videos. Verlas personalmente salir del agua, sumergirse y asomar su cola como manera de despedirse –eso queremos creer–, no deja otra sensación que la de maravilla y agradecimiento.

Mi mejor momento de esta experiencia no fue cuando vi por primera vez sus jorobas asomadas en la superficie. El instante más memorable fue cuando desaparecieron, el mar quedó en calma y a unos 100 metros se visualizaron las siluetas de ballena y ballenato debajo de las aguas verdeazuladas del mar frente a Quepos.

Qué gran impresión verlas tan reales moviéndose con naturalidad en el inmenso hábitat en el que nos colamos con el afán de presenciar uno de los espectáculos más sorprendentes que ofrece la naturaleza. Son iguales a los emojis del iPhone y a las imágenes que mostraban los libros de ciencia.

La brisa estaba fresca y el momento fue sublime. El mareo se disipó. Los ojos y la mente estaban concentrados en admirar como todo fluye cuando los animales no son arrebatados de su lugar.

La ballena llegó a parir al país a su cría. Las cálidas aguas de esta tierra tropical (se mantienen entre los 25 y 28 grados) hacen que estas mamás busquen la tranquilidad de dar a la luz libres de depredadores y con facilidad de alimento.

Aunque ellas llegan desde julio, los mejores meses para verlas son finales de agosto, setiembre y principios de octubre.

En estas épocas ellas nadan en la superficie. El yate en el que íbamos navegó solamente tres millas hasta encontrarlas. El capitán de esta memorable misión fue Ramón López, quien tiene 20 años de oficio y admite que cada vez que logra ver ballenas se asombra. Se inmuta.

Nosotros topamos con un día soleado, aunque la mañana amenazó con lluvia. De igual manera, las ballenas jorobadas salen a superficie sin importar el clima.

El capitán dice que tras el nacimiento del ballenato, los cetáceos se quedan en el país unos meses más. Luego la ballena que vino desde el sur se va con su bebé, quien lleva pasaporte costarricense.

National Geografic afirma que Costa Rica es el lugar número siete en importancia para el avistamiento de ballenas. Yo soy una de las afortunadas que salió a verlas y lo logró.

Paquetes

iFish Quepos, ubicado en la Marina Pez Vela, es una de la empresas que ofrece paquetes para avistamiento de ballenas. Los tours se realiza en yate o catamarán. El tour individual vale $100 (apróximadamente ¢58.000) e incluye almuerzo en uno de los restaurantes ubicados en la marina. También hay paquetes para parejas y familias que incluyen hospedaje. Para más información, puede llamar al 2774-9006.