Danza contemporánea tica a la baja; ballet apuesta por mayores producciones

Mientras la danza contemporánea sobrevive con limitadas oportunidades de creación y exhibición, el ballet lucha por agremiarse.

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Hace tres años, la creación de danza contemporánea era fecunda, describe la crítica de danza de La Nación, Marta Ávila. Este 2017, como también ocurrió en el 2016, estima que, en creación, "fue bastante bajo de intensidad".

"En el 2014, el movimiento independiente estaba muy dinámico. Había gente joven con ganas de hacer cosas: habían estrenos, festivales y espacios alternativos. Probablemente se fundieron al no tener apoyo institucional", lamenta Ávila.

"Yo formaba parte de ese movimiento, tuvimos un pulso y un crecimiento enorme", recuerda el director del grupo independiente ImagoDanza y docente del programa Danza Abierta (Universidad de Costa Rica), Luis Piedra.

Para el coreógrafo, la danza contemporánea arrastra "una crisis de público". El llamado de atención llegó en el 2016 en la forma de dos investigaciones que determinaron un público fiel y compacto, ya familiarizado con el lenguaje contemporáneo. En ese momento, los investigadores determinaron un gran desconocimiento sobre la danza como un entretenimiento.

"La danza tiene mucha madurez pero en cuanto al público ha se ha retrocedido mucho. Hay que buscar nuevas estrategias con expertos de otras áreas", opina Piedra.

"El gremio dancístico oyó (los resultados) pero no se sentó y profundizó para cambiar y recuperar el público que hubo en los ochentas y noventas", afirmó Ávila sobre las repercusiones de la discusión abierta en el 2016.

Entre el 2015 y el 2017, la tendencia ha sido la contracción del sector: menos estrenos –aunque varias compañías independientes mantienen fechas relativamente fijas para sus espectáculos– coreografías con elencos pequeños (y, por lo tanto, con más posibilidades para su movilidad).

"Queríamos hacer un espectáculo solamente para las chicas grandes (las bailarinas de mayor edad) –Mentira única, de Gustavo Hernández– y otros solamente para la gente más joven –Historia repitiéndose de Jimmy Ortiz–", explica el director de la Compañía Nacional de Danza, Adrián Figueroa, sobre los dos estrenos que realizaron en el 2017.

"Es importante que el medio sepa que la Compañía Nacional de Danza es más que un elenco de 16 personas. (Esta) era una prueba para hacer obras de menos elenco y para tener la posibilidad de distribuir mejor el producto, porque es difícil viajar todos juntos", asegura Figueroa.

En la disminución de la cantidad de espectáculos, la crítica Marta Ávila también menciona la programación del Festival Internacional de las Artes (FIA 2017), con pocas oportunidades para ver danza internacional.

Unidos por espacios

La falta de público afecta a todo el sector de la danza contemporánea pero, con mínimas oportunidades de empleo digno, golpea con más fuerza al sector independiente.

En el 2017, los espacios de presentación continúan siendo reducidos para los espectáculos de danza. Los espacios que existen son caros o no tienen convocatorias claras para los artistas.

"La gente quiere seguir bailando y coreografiando", asegura Luis Piedra. "Aquí, realmente, es cada vez más difícil: los teatros son muy caros y faltan oportunidades de divulgación".

"Como disciplina, necesitamos espacios dignos para nuestros quehaceres. El cierre de Gráfica Génesis (un escenario privado que dejó de programar danza en el 2016) fue un golpe para el sector y se ha ido remediando con acceso a espacios no convencionales", dice Adrián Figueroa.

Desde la Compañía Nacional de Danza se han organizado tres convocatorias para coproducciones en el Teatro de la Danza (el único escenario del país específicamente planteado para el baile). Las aplicaciones han aumentado de 18 proyectos en el 2015 a 34 proyectos planteados para el 2017 (se beneficiaron 15 de ellos).

La estrategia del sector ha sido unir espectáculos en programas para disfrutar en espacios públicos, especialmente durante los meses sin lluvia. Entre los más longevos están SóloDos en Danza (fundado en el 2010 y celebrado en Barva de Heredia) y el Festival La Machine (fundado en el 2014 y organizado en sedes de Heredia y San José).

"Me llamó la atención que en la edición pasada de La Machine se recluyeron y usaron los teatros (para presentarse). Perdió esa característica que tenían para recoger los públicos callejeros", dijo la crítica Marta Ávila sobre el último diseño que se realizó, también, en el Teatro da la Danza.

En marzo, Paréntesis Espacio de Danza Universitaria consiguió programar en la Universidad de Costa Rica a varias piezas de compañías estatales e independientes.

En junio, nació el certamen de "microdanza" La Semilla, dirigido por el artista Pablo Caravaca para motivar la creación con pocos bailarines. El certamen se realizó en un escenario de 1,5 metros cuadrados en el centro comercial Vía San Juan (Tres Ríos).

Los seis trabajos participantes recibieron premios de formación o programación (entre ellos, una temporada en la sala de barrio Amón, La Casona Iluminada).

El sector también enfrenta retos viejos: mantener con vida el repertorio de los artistas y crear circuitos de giras, tanto dentro como fuera del país.

"Yo siempre he hablado que otro de los grandes problemas es la ausencia de circuitos internos. Eso debe estar apoyado por la articulación de casas de la cultura y de teatros nacionales", opina Ávila.

Ballet sí muestra crecimiento

A la sombra de la institucionalidad y las oportunidades de educación superior con las que cuenta la danza contemporánea, el ballet continúa gestando sus propias actividades.

"La disciplina que más ha crecido es el ballet. Se ven muchachos que hace cinco o diez años estaban haciendo cosas de grupo, sobre todo en obras de repertorio, y ahora empiezan a destacarse", dice Ávila.

Este año, además del tradicional espectáculo de El Cascanueces en diciembre, la academia del Ballet Juvenil Costarricense consiguió unir bailarines de otros maestros ticos y juntar ese cuerpo de baile con bailarines más experimentados de la Escuela Nacional de Ballet de Cuba para El lago de los cisnes.

La Escuela Nacional de Ballet ofreció una clase maestra, tal y como lo hizo el Ballet Nacional de Cuba cuando se presentó en marzo bajo la dirección de la reconocida Alicia Alonso.

El Festival de Ballet se organizó por segunda vez y también programó fechas en el Teatro de la Danza para presentar coreografías cortas de las tantas academias que existen en el país. Como invitados para formación, el festival trajo a bailarines de la compañía mexicana Mexico City Ballet.

Para un sector que proviene de esos centros privados de formación, con multiplicidad de estilos de docencia, la organización de esos espacios colectivos continúa siendo un reto para los próximos años de su crecimiento.