Mignon: entre música y literatura

Puente. El personaje de la ópera homónima de Ambroise Thomas nace de la pluma de Goethe para celebrar la universalidad de las artes

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Antes de que el wagnerianismo usurpase las rutas que conducían a París, o el genio militar de Otto von Bismarck cortase las líneas del telégrafo en una fulminante y victoriosa ofensiva de la guerra franco-prusiana, los compositores franceses habían fijado su atención creativa en los dramas de Goethe.

El mítico Faust ––que el empeño tradicionalista de don Alberto Cañas siguió llamando Fausto hasta el fin de sus días––, y e l Wilhelm Meister , sustituido en la ópera de Ambroise Thomas por el femenino protagonismo de Mignon , habían generado un febril interés por la adaptación de la elegante narrativa francesa a la novela germánica. La tercera ópera originada en la prosapia del genio literario, es el Werther , inspirada en Las desventuras del joven Werther , cuyo sombrío protagonista inspiró las más sentidas y melancólicas frases de Jules Massenet. Empero, esta última ópera es radicalmente posterior a las dos primeras, y fue estrenada en febrero de 1892.

Corta historia de un personaje

Impresa hacia 1796, Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister devino en el ejemplo más representativo de un género que, a partir de Karl Morgenstern, había adquirido el calificativo de novela de formación, o bildungsroman . El género de referencia pretende sistematizar el tema de la preparación del ser humano para la vida, objetivo literario que, en el personaje de Wilhelm Meister, se vincula particularmente con el mundo del teatro. Canio –el más triste payaso de feria– replicaría casi un siglo más tarde: ¡Il Teatro e la vita non son la stessa cosa!

Pero la novela de Goethe plantea dos dimensiones para su análisis: la primera cuestiona la manera en que cada personaje pueda bosquejar la relación entre el teatro y la vida. La otra dimensión refiere la manera en la que el teatro alemán pretendía desvincularse, sin éxito, de la influencia del teatro francés.

De hecho, ya unos años antes en la primera versión de la novela, La misión teatral de Wilhelm Meister (1785), el propio Goethe se había adentrado sospechosamente en ese tema.

El canon estético para un relato de amor

“La dirección estética de su novela posee autonomía e infinitud en sí misma. La naturaleza bella y sana, como usted mismo manifiesta, no necesita de ninguna moral, de ningún derecho natural, de ninguna metafísica política”. Tales son los términos en los cuales Schiller se dirige a Goethe, a mediados de julio de 1796, para comentar la obra.

A partir de este momento, todo pareciera entrelazarse con el asunto de fondo de la novela. Por más que intentemos analizar el panorama desde otro ángulo, surgen irremisiblemente la crisis del teatro alemán y la idea de un teatro nacional, fuertemente acentuados en la misión teatral del bildungsroman . Sobre tal plataforma de lanzamiento podremos sucumbir – velis nolis – al análisis que en sus Lecciones de Estética , hace Hegel de esta novela. Exclama el filósofo de Stuttgart: «¡El ideal juvenil no se sostiene eternamente!»

La obra literaria y la ópera de final feliz

Al dar a luz a Mignon , ópera de inmensa popularidad en el siglo XIX y el primer cuarto del XX, el compositor francés Ambroise Thomas desplazó de ella el protagonismo del personaje de Wilhelm Meister. Lo hizo ex profeso, pese a escribir para el rol homónimo (confiado al tenor), dos hermosas romanzas. Sin embargo, fue la tierna Mignon, niña sustraída por gitanos en su cuna, quien hizo converger en la obra lírica los elementos esenciales de un romántico drama a la española. Thomas asigna a la joven –por vez primera desde Leonora, La Favorita de Donizetti–, la hermosa tesitura de la mezzosoprano .

Mignon , de la mano de sus libretistas Barbier y Carré (los mismos del Faust de Gounod), realiza un tour de force para tratar de recorrer en contravía los vericuetos del camino hacia el olvido. Al final de la obra, ya en territorio italiano, la joven reúne sus primeros recuerdos y concluye que ha regresado al sitio que la vio nacer. Pareciera entonces que no existió para Thomas otro alternativa válida que lanzar a la joven en brazos de Wilhelm Meister y generar el clásico final feliz exigido por el Teatro de la Opéra Comique, en cuyo escenario fue estrenada el 17 de noviembre de 1866.

Mignon fue muy popular desde su estreno, y sus representaciones proliferaron en el mundo operístico. La crítica alemana, no obstante, se manifestó notoriamente insatisfecha en relación con los cambios utilizados por los libretistas respecto al original de Goethe. En tal tesitura, Thomas se vio obligado a componer una versión con un final trágico, en el que Mignon cae muerta en los brazos de Wilhelm.

Mignon : la música inolvidable

Recordemos una escena, ligera y risueña, del hermoso filme La gloire de mon père , de Yves Robert, ubicado en algún sitio cercano a la colina de Garlaban, en los alrededores de Marsella: dos hombres en la treintena (uno recién llegado a ella y el otro a punto de salir) cantan al unísono la melodía Connais-tu le pays? , de la Mignon de Ambroise Thomas. Discuten sobre la afinación de la célebre pieza operística, confiada inéditamente a la hermosa voz de la mezzosoprano . El texto francés corresponde a la traducción del episodio Kennst du das Land ( ¿Conoces tú el país…? ), acaso el poema de mayor trascendencia en toda la literatura germánica.

El personaje de Mignon adquiere una enorme relevancia en la historia de la música gracias a la enorme cantidad de melodías que su nombre generara. La mayoría proviene de compositores de primer nivel: Schubert, Beethoven, Brahms, Hugo Wolf, Schumann… y hasta Alban Berg. Chaikovski, en un rapto de lirismo, le dedicó su famosa canción Nur wer die Sensucht Kennt ( Solamente el corazón solitario ).

No hay duda, en consecuencia, que nos encontramos ante un personaje construido con particular celo estético, que celebra con su identidad la universalidad de las bellas artes. Mignon canta, baila o toca la cítara con imparcialidad genuina. Es pues, un verdadero puente entre literatura y música.

Pese al carácter comprimario que le asignara en su novela, Goethe concluyó por confesar a su amigo Schiller que había escrito la obra para asegurar en ella la presencia de Mignon. Para el escritor y sus inagotables lectores, pero particularmente para Ambroise Thomas, Mignon devino en el soplo de vida trascendente ––el cum omnibus Musis ratiònem habëre–– de un mundo a medio camino entre la duda y la desilusión.

Una anécdota: Beethoven y la joven Brentano

El encuentro entre Beethoven y Goethe, acaecido en Teplitz (Teplice), en 1812, fue cualquier cosa menos casual. El rendez-vous fue urdido por la joven Bettina Brentano, cuyo hermano Franz gozaba de la simpatía del músico de Bonn. La joven Brentano despertó en su vida el interés de personajes tan disímiles como Napoleón y Karl Marx, al tiempo que quiso unir oficiosamente a Goethe y a Beethoven. Modernamente, Brentano sirvió de inspiración a Milan Kundera para su novela La inmortalidad .

Según un relato, en 1807, Bettina ingresa de improviso en los aposentos de Beethoven, a quien encuentra sentado al piano, sumido en la improvisación, desde su microcosmos de sordera. En un claro exceso femenino, pues no han sido presentados, toca afectuosamente con su mano el hombro del compositor, quien reacciona con furia ante la interrupción. Beethoven se calma cuando la inoportuna visita se identifica con el apellido Brentano. Al final, el compositor acepta mostrar el fruto de su trabajo a la temeraria joven: este es precisamente el Kennst du das Land , sobre el canto de Mignon. Bettina, emocionada hasta las lágrimas, confiesa su obsesión por el personaje de Goethe, con el que trabase conocimiento en virtud de una sugerencia de su hermano Clemens.