Dale a tu cuerpo alegría, Macarena, que tu cuerpo es pa’ darle alegría y cosas buenas ... Mientras el grupo español Los del Río ponía a bailar a todos con su gran éxito en 1993, al otro lado del charco una pequeña costarricense era el fiel reflejo de lo que decía la canción.
El nombre de pila de la niña –que ahora tiene 28 años– es Macarena Aragón y, como bien lo relataba la pieza, cada vez que escuchaba música, ella le daba a su espíritu lo que le pedía: baile y diversión. Sin complejos.
Desde aquel momento y hasta la fecha, el género que más la hace moverse es la salsa; Ese pasatiempo luego se convirtió en su estilo de vida, uno que, aunque no le deja beneficios económicos, la hace feliz.
Para que pudiera vivir este baile, ella tuvo que hacer sacrificios, como meterse en los negocios desde su adolescencia. A los 15 años, ella comenzó a vender tortas chilenas, hechas con la tan especial –y deliciosa– receta que le había enseñado su mamá.
Así tal cual. Macarena quería ingresar a una academia de baile; quería luchar por su sueño, no deseaba que sus papás le sirvieran en bandeja de oro todas las posibilidades.
“Yo siempre me pagué todo lo relacionado con el baile. Desde sétimo del colegio vendo tortas chilenas. Lo hice así porque era mi decisión y si yo lo quería tenía que demostrarme a mí misma que quería luchar por ello”, explicó la graduada en la carrera de Recursos Humanos.
Ella no recuerda cuál era el precio por el cual vendía este postre, pero sí sabe que le dejaba el dinero suficiente para pagar la matrícula y hasta otros gastos.
“La primera academia a la que fui fue Merecumbé. Fui con mi mamá; íbamos juntas hasta que ella decidió no seguir. Luego pasé por otras hasta que llegué a Rincón Salsero, que fue la que me abrió las puertas al mejor mundo: la salsa en línea”, recordó.
Conforme pasaban los años, su afición cada vez era más fuerte. Iba a clases de baile de lunes a lunes y salía a bailar a cualquier discoteca para poner en práctica lo aprendido. Eso lo debía de mezclar con su trabajo y con sus estudios universitarios.
Sin embargo, la balanza siempre se inclinaba a favor de la salsa y con ello hasta dejaba de lado el centro educativo. Su madre se preocupó y le pidió que se alejara del baile.
“Mi mamá siempre pensó que yo iba a dejar todo botado. Por eso, para cerrar el capítulo del bachillerato universitario, me salí de la academia. En un principio decidí salirme por un año, pero no pude. A los ocho meses tuve que volver y ahí nos percatamos lo importante que es esto para mí.
”El baile es una prioridad y estoy consciente de que eso va a traer la consecuencia de que la tesis de la licenciatura no la saque tan rápido, por ejemplo. Hay gente que no lo puede entender porque no comparte esta pasión, pero mientras uno lo tenga claro todo vale la pena”, comentó.
Si es tanta la pasión, ¿por qué no se dedica por completo a esto? “Yo pienso en eso todos los días. De repente digo que quiero dejarlo todo y dedicarme al baile de lleno: ser profesora y bailarina. Pero, de repente, llega también ese temor de que no funcione o de que no sea el momento”, contestó.
Las buenas oportunidades laborales que tiene en este momento Macarena también la hacen pensar mucho cuando le dan esos arrebatos “de querer dejar todo botado”.
“Estoy en la parte de recursos humanos de una empresa y ahora me están dando otras funciones que siempre había querido tener. Antes de dar ese paso (para dedicarse al baile) necesito cerrar este ciclo en mi trabajo”.
Mientras tanto, Macarena contagia su pasión por la salsa a sus compañeros, a quienes les enseñó algunos pasos del género.
“Hicimos cuatro sesiones, fue muy divertido. Ellos querían saber bailar porque se venía la fiesta de Navidad”, agregó.
Eso sí, ella no recibe dinero por esas clases ni por las presentaciones que hace con su academia de baile cada 15 días, aproximadamente. “Es puro amor. He llegado a creer que yo trabajo para bailar. No voy a hablar de montos, pero sí es bastante lo que gasto en las sesiones, vestuario, maquillaje...”.
En fin, Macarena Aragón define su pasión por la salsa: “No sé a dónde me llevará esto, no sé si voy a competir o a dar clases, pero siempre y cuado vea que lo intenté y que di lo mejor de mí en el baile, estaré tranquila”.