Santiago González Sosa y Ávila gonzalezsosayavila@gmail.com
Es bien conocida la historia de la Armada “casi” Invencible, y de la rivalidad política, religiosa y cultural que hubo entre Inglaterra y España. Incluso se recuerda el fallido intento de casar a Carlos, príncipe de Gales, con la infante María en las primeras décadas del siglo XVII. También es conocido un esplendor literario en el que la tradición inglesa y la española coincidieron con su autor paradigmático cada una. Nos referimos, obviamente, a William Shakespeare y a Miguel de Cervantes.
Se sabe que Shakespeare y Cervantes comparten la misma fecha de defunción, el 23 de abril de 1616, que ahora conmemoramos como el Día Internacional del Libro; sin embargo, cabe aclarar que murieron en la misma fecha, pero no en el mismo día natural.
Para 1582, España había adoptado el calendario gregoriano, mientras Inglaterra permanecía en el calendario juliano. Por esto, se registró que ambos murieron el 23 de abril, pero Shakespeare falleció 11 días después que Cervantes.
Esa diferencia no quita que ambos escritores –quienes ayudaron a definir el canon literario y a construir identidades nacionales– hayan coincidido en el mismo tiempo, por lo cual es pertinente recordar la obra que más fuertemente vincula a estos dos autores.
Se trata de una obra llamada La historia de Cardenio, escrita por John Fletcher en colaboración con Shakespeare, basada en los capítulos de la primera parte de Don Quijote que cuentan la historia de cuatro amantes.
Mientras Sancho y don Quijote erran por la Sierra Morena, se encuentran con Cardenio, un amante andaluz que sufre porque su amada Luscinda se casó con su amigo Fernando, el hijo deun duque. Fernando había enamorado antes a una labradora, Dorotea, a quien abandonó después de haber consumado su relación.
Más adelante, los protagonistas de la novela hallan a un joven que resulta ser Dorotea y quien cuenta su versión de la historia para que posteriormente se reúnan todos los personajes y se ajusten las cuentas conforme la novela va atando cabos.
Un 'puente' singular'. El atractivo de la historia para los dramaturgos ingleses es evidente: un doble triángulo amoroso, un personaje femenino travesti, enredos y malentendidos que se prolongan hasta un punto de encuentro final, y una ubicación exótica: España.
Es posible que Shakespeare y Fletcher hubiesen leído Don Quijote en su idioma original, pero siempre pudieron haber empleado la traducción de Thomas Shelton, publicada en 1612.
Más de un siglo después, en 1727, Lewis Theobald hizo una “adaptación” de Cardenio con el nombre de Double Falshood, or The Distrest Lovers (llamémosla Falsedad doble , o Los amantes afligidos ). Esto ocurrió ya en una época en la que la influencia de Cervantes se había hecho evidente en escritores y dramaturgos ingleses.
Lo que algunos académicos desean ver casi obsesivamente en Cardenio es el puente entre los dos escritores más grandes –entiéndase: idolatrados– de nuestra época. Sería una obra que uniría las dos tradiciones y que revelaría el contacto entre dos autores paradigmáticos, una suerte de crepúsculo literario compartido por dos naciones rivales, dos culturas contrastantes, dos cristianismos enemigos y, en cierta medida, un punto de unión cultural que nuestra América –tan dispareja– podría heredar. Sin embargo, Cardenio no existe hoy.
No tenemos el texto publicado de la obra como lo tenemos de La tempestad o Julio César . De ambas hay una versión-autoridad en el llamado Primer folio, de 1623: un libro publicado póstumamente, de 34 cm de largo, que se anuncia como un compendio de las obras “completas” de Shakespeare.
Tampoco existen versiones en el formato de Quarto , más pequeño, reservado para publicaciones de menor extensión, como sí se tienen de Hamlet, El rey Lea , Sueño de una noche de verano o Romeo y Julieta . Mucho menos sobreviven manuscritos de Cardenio.
Dudas y misterios. Por lo tanto, mucho de lo que se puede comentar sobre Cardenio permanece en el ámbito de la especulación. Conocemos su presunta existencia por dos documentos del siglo XVII.
El primer documento, del Consejo Privado del Reino de Inglaterra, ficha dos puestas en escena de una obra llamada Cardenno en 1612, y de Cardenna en 1613 (probablemente hayan sido la misma obra).
El segundo documento, de 1653, es el registro del editor Humphrey Mosely, quien dijo poseer el manuscrito de The History of Cardenio, by Mr. Fletcher & Shakespeare. Theobald dio la siguiente explicación: él tuvo a la mano algunos manuscritos en los cuales basó su obra mientras le hizo ajustes y mejorías. Nada se sabe hoy del destino de aquellos documentos.
¿Manuscritos encontrados por casualidad? ¿La continuación o la adaptación de una trama antigua? ¿Una increíble acumulación de cuadros narrativos, combinación de varios colaboradores por las que pasó la obra (Cervantes, Shelton, Fletcher, Shakespeare, el amanuense, Theobald)? Todo esto resulta demasiado quijotesco y al mismo tiempo –como suele ocurrir con los temas relacionados a la vida de Shakespeare– nos deja con más incógnitas que las que resuelve.
¿Podemos creer a Theobald en que por lo menos parte de la obra vino de Shakespeare, o debemos permanecer escépticos y aceptar la posibilidad de que fue un truco –digamos– publicitario? ¿Cuál fue el destino de los manuscritos y por qué nunca se demostró su existencia?
Podríamos irnos al origen e incluso dudar de que los manuscritos poseídos por Mosely hayan sido coescritos por Shakespeare, y pensar que el registro haya sido una atribución falsa para venderlo a un alto precio.
Sin embargo, Shakespeare ya había trabajado con Fletcher, lo cual hace que la colaboración sea más verosímil. De ser así, ¿por qué no se incluyó esta obra en el Primer folio ? ¿Es Cardenno/Cardenna la misma obra que The History of Cardenio ? ¿Cuál fue el papel de Shakespeare en la escritura de esta obra? ¿Leyeron los dramaturgos Don Quijote en español o solo tuvieron a su alcance la versión traducida por Shelton?
Legado compartido. Se ha intentado poner Cardenio en escena “reconstruyendo” o “reimaginando” el texto “original” a partir de Theobald o de la traducción de Shelton, o inspirándose en el mismo Cervantes.
Asimismo, en el 2010, la editorial The Arden Shakespeare publicó una versión anotada de Double Falsehood , lo cual suscitó la controversia. El estudio sobre esta obra se ha concentrado en descifrar qué y cuánto de Double Falsehood fue escrito por Shakespeare –si algo de este hay en la obra–.
Al mismo tiempo, muchos concuerdan en que hay pasajes textuales de Fletcher, lo que, en un revés interesante –según algunos académicos– confirmaría la participación de Shakespeare.
Sea cual fuere la conclusión a la que se llegue, si cambian las tendencias a negar o a confirmar la mano de Shakespeare en Double Falsehood/Cardenio , lo cierto es que la existencia de esta obra nos manifiesta el alcance casi inmediato que Cervantes logró, y en especial Don Quijote .
De hecho, el mismo Fletcher, Francis Beaumont y Thomas Middleton –contemporáneos de Shakespeare– habían ya producido obras de teatro basadas en Don Quijote , en otras novelas de Cervantes o en algún suceso alusivo a España.
Por tanto, a los 400 años de la publicación de la segunda parte de Don Quijote (1615), vale la pena recordar el contexto literario en el que se encontraba durante su aparición, el legado que dejó en otras tradiciones literarias, y las coincidencias que pueden encontrarse entre los períodos más difundidos de la lengua inglesa y la castellana.
El autor egresado de la Escuela de Letras Inglesas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Se ha especializado en la obra de William Shakespeare.