L a tortuga es la distancia más lenta entre dos puntos: cuando toma una curva, la eternidad teme caerse de su caparazón; pero estas cosas no le preocupan a la tortuga, sino mirar la vanidad de la luz, turista tan veloz que se pierde los paisajes.
Sin embargo, la luz que se va queda en las fotos, sobre todo en septiembre, el mes de la fotografía. La Universidad de Costa Rica cumple felizmente con el rito de celebrar el mes con Instantes de luz , exhibición de 15 fotos de Gabriela Calderón Arias , profesora de fotografía en la UCR, y 15 de Miguel Casafont Broutin, profesor de pintura y chef-gourmet .
El historiador del arte Carlos Guillermo Montero Picado invitó a Calderón a exponer fotografías, y ella propuso compartir la galería con Casafont. Resultaron así fotografías de alto contraste pues Gabriela optó por la luz del día, y Miguel se concentró en la pensativa luz de su casa.
El tema común es la luz. ¿Por qué? “Porque este es el Año de la Luz según la UNESCO”, responde Gabriela. Ella no supo qué exhibiría Miguel, y viceversa, así que esta exposición fue una cita a ciegas. “Nos sorprendimos mutuamente”, dice Casafont .
Casa de la luz. El también dibujante expone fotos de objetos domésticos: platos, muebles, ventanas, flores, ropa..., en primerísimos planos algunas veces, cual si la foto se acercase porque tiene curiosidad por vernos.
“Excepto un paisaje, tomé todas las fotos en mi entorno y en mi casa, que es muy siglo XIX”, confiesa Miguel, coleccionista de objetos orientales y –como el romano Petronio– “arbiter elegantiae”: juez de la elegancia.
La cámara del artista fue una tableta electrónica porque Miguel es un clásico que solo respeta la tradición de estar al día. La iPad le permitió modificar las vistas usando filtros: atenuó así los colores, o dio un difuminado a fotos que se acercan al puntillismo del pintor Georges Seurat.
“Subo las fotos a la aplicación Instagram pues tiene el formato de las viejas cámaras Polaroid, que daban fotografías inmediatas. Me hacen recordar el arte pop y a Andy Warhol, quien usaba una Polaroid”, explica Casafont.
“Con los filtros tiño de nostalgia las imágenes cotidianas”, expresa el artista. Sus fotos aparecen en Instagram bajo el nombre “sudivinagracia”.
En una foto, un bombillo parece iluminar una mesa profusa y confusa. “No; es un Buda que lleva espejos y refleja la luz como una estrella”, explica Casafont.
En otra foto, una talla en madera de un biombo de la India se reviste de un color violeta. En una más, la luz toca un portón para que se abra y dibuja un enrejado sobre un piso. Casafont se amaneció para tomar la foto de un reflejo sobre un jarrón chino: arco iris para hadas madrinas.
Artista múltiple, Miguel Casafont multiplica la luz que atrapan sus ventanas.
El oro de la luz. A su vez, Gabriela Calderón brinda imágenes de monumentos del antiguo Egipto y paisajes de este país. A veces, la luz se irradia a plenitud; en otras, se detiene buscando caminos por entre los granos de arena que habitan en el aire. Gabriela empleó una cámara semiprofesional en un viaje que hizo en el año 2011.
“Tomé imágenes al amanecer y al atardecer. Luego alteré un poco los colores para dar más contraste entre la luz y la sombra. Aquí trato de que los colores no sean demasiado vibrantes y que se aproximen a los tonos pastel”, detalla la artista.
Algunas obras son muy apaisadas, y se lograron uniendo dos fotos (a izquierda y derecha) con el programa Photoshop: son los casos de Desierto negro y Atardecer en el desierto Blanco . “ Pirámides de Giza muestra la atmósfera difusa que forma la arena en el aire”, reitera la fotógrafa.
Hurgada es el nombre de una foto y de un puerto situado ante el mar Rojo, lugar de turismo de lujo donde el mar es casi una piedra líquida turquesa. Gabriela tomó la vista desde un puente: se agitan los inmóviles corales, y las ondas del agua son prismas que deshilvanan la luz.
“Mis imágenes proponen escenas que reflejan una realidad detenida, donde cada minuto es diferente. Trato de plasmar la belleza de esos momentos suspendién-dolos. Uso esa cualidad única de la fotografía, que hace visible, por su inmovilidad, lo que a nuestros ojos se hace invisible por su fugacidad”, ha escrito Gabriela Calderón.
Sus fotografías nos traen monumentos que han perdido la cuenta de los años, y paisajes secos y dorados, sin los árboles de sombras generosas que anduvieron por allá hace solamente unas docenas de siglos.
Atardecer en el desierto blanco ofrece unas rocas superpuestas como un árbol regado por la sed y tallado por el Sol.
Gabriela Calderón es magistra en artes y profesora en la Escuela de Artes Plásticas de la UCR. Ha realizado dos exposiciones individuales y más de veinte colectivas de fotografía.
Su andar viajero la ha llevado a Namibia , Kenia y Tanzania, y de esta experiencia surgió su notable exposición Donde se encuentran las miradas (2011). Al respecto, el poeta Guillermo Arriaga Moreno escribió :
“Gabriela nos ofrece una mirada espontánea de un continente donde sus signos, su historia, su presencia y sus ritmos de vida componen un paradigma muy certero, donde imperan majestuosamente los instintos en toda su gama de explosiones, pulsos, acentos y matices”.
Calderón ha tomado fotografías para espectáculos de danza, ópera y teatro. Sus trabajos se han publicado en revistas como Escena (UCR) y Módulo (Instituto Tecnológico de Costa Rica).
Entre los años 1998 y 2005, Gabriela fue curadora en tres galerías del Teatro Nacional: Enrique Echandi, José Luis López Escarré y Joaquín García Monge.
El curador de la presente exposición, Guillermo Montero, explica que la muestra forma parte de las celebraciones por el septuagésimo quinto aniversario de la UCR. La exhibición se ofrece hasta el fin de septiembre en la Escuela de Artes Plásticas, en el campus de la universidad.