Pasan desapercibidos, pero escuchamos cuentos todos los días. Cuentos sobre las presas, sobre las filas en el banco, sobre los dramas del pariente que parece sacado de la trama de una película.
“Contar cuentos me llevó a ser actor”, asegura Juan Madrigal, mejor conocido como Juan Cuentacuentos, para disipar las dudas de que su vocación cuentera llegó después de convertirse en actor.
Hace 12 años, el cuentero estrella de Alajuela se propuso organizar “un festival al que yo quisiera que me invitaran”, que se convirtió en la Fiesta Internacional de Cuenteros (FICU).
Este año, la edición del festival alajuelense inaugurará su tradicional programación el 17 de noviembre con un espacio más íntimo para contar las historias.
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Ese jueves, 20 hogares se transformarán en “Casas de cuento”: un escenario pequeño para que uno de los cuenteros invitados –nacional o internacional– se siente a compartir con una familia sus anécdotas.
“No se trata de un espectáculo, se trata de que el cuentero va a estar en la sala con poca gente compartiendo. Es volver a la esencia de la tertulia del hogar”, precisa Madrigal. “El único requisito es apagar el celular. Es una tertulia como cuando se iba la luz”.
A parte de esa dinámica, el festival promete lo que ha cumplido durante todas sus ediciones: entretener con funciones gratuitas a niños, jóvenes y adultos de todas las edades (no en vano el lema que eligieron para este año es “¡Para toda la catizumba!”)
Desde el 17 y hasta el 18 de noviembre, Alajuela se engalana y se autoproclama una ciudad de la palabra.
Buena fama. Sólo los alajuelenses entenderán por completo la fama parlanchina que tienen sus tierras. Dicharacheros y con talento nato para inventarse apodos donde no los hay, la fama no es vana.
“Siempre nos hemos caracterizado porque nos gusta conversar. El parque central ha sido un reflejo de la tertulia: tiene algo especial, tal vez la sombra de los mangos y el calor de Alajuela”, describe Madrigal.
No obstante, para los nueve cuenteros internacionales y los 20 nacionales que participarán este año en el FICU, contar cuentos no se trata de “volar pico” sentados en el parque.
“La Fiesta Internacional de Cuenteros ha permitido dar ese paso de (ver la cuentería como) un hobbie a preparar espectáculos y ver los espectáculos como un arte escénico”, asegura el cuentero Rodolfo González.
Durante los primeros años de organización, el FICU utilizó el lema “Alajuela Ciudad Palabra”, pero tan cálido fue el recibimiento para la actividad anual que el pequeño grupo de organización se volvió aún más ambicioso.
“La gente empezó a quererlo. Tanto así que, hace unos años, nos dimos cuenta que Ciudad Palabra no era el nombre de un festival sino de una organización. Ese título empezó a unir gente”, explica Madrigal.
Bajo la marca de Ciudad Palabra ahora se organizan talleres de narración oral para niños, para adultos y para adultos mayores.
“En Alajuela y Costa Rica se interesan por la cuentería”, dice Madrigal. “Yo me siento tan orgulloso pero cuando oigo que hay cuenteros en Transitarte o en el Festival Nacional de las Artes. Antes eso no se decía, no estaba en la vitrina”, recuerda.
Desde su sede en Alajuela, el FICU se ha enlazado con otros festivales: el Festival Internacional de la Palabra en Bucaramanga de Colombia; y el Festival Internacional del Cuento los Silos (en las Islas Canarias de España).
“Cuando yo empecé con esto en Alajuela, en principio empecé sin saber que había un movimiento de contadores de historias”, confiesa Madrigal.
“El FICU se convirtió en una escuela, uno aprendía que se podían contar cuentos con criterio escénico que implica el dominio del espacio y estructura del relato”, describe González.
Cada cuentero desarrolla sus temas y estilo para atrapar la atención del público.
“Es como ir viendo una película que se va produciendo en el momento”, destaca González sobre la cuentería. “Ese es el placer que produce. Los buenos cuenteros son los que logran pintar imágenes y las imágenes se convierten en sensaciones”.
Doce años. Año tras año, los esfuerzos del festival son consistentes con la visión de Madrigal de proveer a Alajuela de un festival de calidad internacional.
Madrigal estima que la edición de este año tiene un costo de producción de ¢100 millones. La Municipalidad de Alajuela brinda ¢40 millones que se usan para costear los tiquetes y hospedaje de los invitados internacionales. El 60% del FICU se financia con pequeños aportes de vecinos, artistas y otros colaboradores.
El FICU usará tres sedes principales para disfrutar de sus más de 70 espectáculos de cuentería: el Museo Juan Santamaría (ubicado al costado norte del parque central de Alajuela); el Teatro Municipal (costado noroeste del Parque Juan Santamaría) y el recién Café Teatro El Juglar (ubicado dentro del Conservatorio Municipal, 250 metros oeste de la sucursal del Banco Nacional de la bomba La Tropicana).
La programación repite la participación de sus artistas en distintos espacios.
El FICU destacará, además de la participación nacional, seis espectáculos internacionales. De España, se encuentra la narradora Paula Carballeira con tres espectáculos en los que mezcla los escalofríos con la comedia; y la Compaña Pai , con Coro Cocó, un espectáculo para niños.
La argentina Liliana Cinetto trae también tres espectáculos con magia y ternura. El dúo peruano Perú Fusión Teatro mezcla la cuentería con coreografías de movimiento. La mexicana Selene de la Cruz presentará cuentería para niños (en las funciones matutinas) y también de contenido erótico para los adultos.
Desde Colombia, el dúo Arca de N. O. E. presentará una mezcla de un relato tradicional ruso y una versión escrita con la misma trama por el antioqueño Tomás Carrasquilla.