Guía para aprovechar la exposición de Fernando Botero en Costa Rica

La serie ‘Viacrucis’, del connotado artista colombiano Fernando Botero, llega a la Galería Nacional. Junto con Juan Camilo Castaño, experto en la obra boterista, repasamos los puntos esenciales para sacarle provecho a las obras que han llegado al país

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Fernando Botero es inevitable.

Cuando se nombra el apellido del artista colombiano en cualquier conversación, el maniqueísmo aparece: se quiere o se disgusta.

Lo que sí es una verdad absoluta es que su nombre refiere a uno de los artistas vivos más importantes del planeta, con un currículo de exposiciones internacionales difícil de igualar. Con un estilo singular, que le ha valido toda una corriente de estudio, Botero es un nombre intachable en la historia del arte.

A Costa Rica llega Viacrucis, serie que realizó el colombiano a comienzos de la década. Es un trabajo aclamado y con muchas perspectivas de análisis.

Juan Camilo Castaño, connotado curador colombiano del Museo de Antioquia, reflexionó con Viva algunos puntos importantes para sacarle el máximo provecho a la obra de Botero que aterriza en la Galería Nacional. A continuación, algunos de los puntos más destacados.

Encontraremos en Viacrucis a un Botero maduro.

“Se van a topar a un Botero con madurez. La serie Viacrucis ya nos habla de un artista que ha explorado muchas cosas. Es reciente, del comienzo de la década. Este Botero ya ha trabajado series y ha analizado a profundidad asuntos puntuales de la pintura europea de occidente. Todo el mundo conoce algo de este artista, pero es interesante ver este giro en su trabajo enfocado en el viacrucis”.

No es una adaptación literal de la Biblia.

“No. Para nada. Botero no pretende en esta ni en otra serie, como la de la tauromaquia, ilustrar algo de manera literal, sino explorar soluciones a escenas que han sido ampliamente tratadas por otros artistas en la historia. Él cita a otros pintores en esta serie, lo cual dota de capas a estas obras. Es posible ver citado a Diego Velásquez, a Alberto Durero... a varios artistas de muchos momentos de la pintura. Así se enriquece la serie porque te remite a esos artistas”.

La crítica social está presente.

“Es una crítica que se representa en cambios de temporalidades y anacronismos. Ejemplo de esto es un Cristo golpeado no por un soldado romano, sino por la policía. En otras obras, Jesús aparece en calles de Latinoamérica. En otra, aparece crucificado en Central Park de Nueva York. Estas visualizaciones actualizan un tema trastocado muchas veces como es el viacrucis. Es posible reconocer a Botero en la serie gracias a estos giros. Si esperas una ilustración del viacrucis litúrgico pues no la verás”.

Botero toca algo tan delicado como el viacrucis y usa la sátira.

“La función de los pintores durante mucho tiempo fue ilustrar las batallas, gobernadores, representar historias... Botero se ha interesado por pintar presidentes, por ejemplo, a través de una mirada sarcástica y satírica. Con viacrucis no hay humor ni sarcasmo, sino ironía. Botero retoma un tema tan tratado como el viacrucis y lo revisiona, sobre todo desde un país religioso como Colombia. Él se toma muchas libertades para analizar los temas que han sido objeto de estudio artístico durante décadas”.

Bloque HTML de ejemplo

FUENTE: GALERÍA NACIONAL / ELABORACIÓN PROPIA.    || w. s. / LA NACIÓN.

Lo religioso no es lo más importante para Botero, sino la revisión histórica.

“Si uno revisa la trayectoria de Botero encuentra muchas pinturas religiosas. Hay una obra particularmente simpática en el Museo de Antioquia llamada Exvoto, en la que se representa a sí mismo orando a una virgen y lo rodea una serpiente. En la iconografía religiosa este animal tiene connotación de pecado, pero en el contexto colombiano cuando estamos endeudados decimos que estamos enculebrados. Botero envía este cuadro a una bienal de arte y en esa obra utiliza el tema religioso de manera simpática. Es un tema omnipresente. Como pintor que entiende los cánones de la pintura sabe que acoge al programa de la pintura ese asunto religioso es importante, pero no lo es todo. Él mueve los temas hacia su contexto... Esa pintura religiosa no es algo ajeno a él, pero no lo hace porque sea religioso. Él incluso no es creyente. Lo que quiere es tentar miradas e ir contracorriente; ser arriesgado”.

No es un Jesús gordo.

“Sin duda, la perspectiva maximizada de la realidad es lo que hace tan conocido a Botero. Esto es un recurso plástico, que se puede apreciar de maneras diversas en el cine, literatura y otras artes. Es la exageración; es el relieve que se le da a una escena para comunicar. En la pintura, él quiere resaltar valores táctiles de las cosas, quiere provocar la mirada de quien ve. Su pasión es provocar el deseo de explorar lo que estás viendo y hacerlo jugoso y provocativo. La fotografía llega a ocupar el lugar el papel que tenía la pintura para ilustrar, por tanto, la pintura necesitaba ser convincente, contundente y de impacto. Con la visión maximizada, Botero logra exaltar la monumentalidad, con personajes más grandes para construir la escena. En un solo cuadro no es fácil resaltar los objetos. De ahí deriva la sensualidad de Botero, que nada tiene que ver con la gordura. Todos los objetos, no solo los humanos, tienen proporciones alteradas. Recuerda mucho la lección que nos dejó Magritte: ‘esto no es una pipa’. Pues estos son cuadros, y los cuadros no comen y no engordan”.

Botero trabaja para la gente.

“Su obra es cercana. Su trabajo se puede leer en muchos contextos. Mucha gente dice que el arte es universal; no lo creo. Es arte es dialectual, depende de contextos. La obra es muy cercana y coloquial, lo cual hace que se acerque a contextos muy distintos. Al final, sus imágenes muestran asuntos cotidianos. Él replica toda la iconografía de la pintura occidental y la traduce a sus propias vivencias y recuerdos. Se preocupa por mostrar aspectos de la vida donde parece que el tiempo se hubiera detenido. Cada escena está muy bien pensada”.

Visite la serie

La muestra estará abierta de martes a domingo de 9 a. m. a 7 p. m. Las entradas cuestan ¢5.000. Se pueden adquirir en boleteria.museocr.org y en la boletería de la Galería Nacional. La exposición comienza el 20 de julio y acabará el 20 de octubre.