Universos juveniles en el cine
Las historias de niños pobres, adolescentes rebeldes y jóvenes inadaptados han sido recurrentes en la historia del cine, con filmes que van desde El chicuelo (Charles Chaplin) o Los olvidados (Luis Buñuel), pasando por Rebelde sin causa (Nicholas Ray) y Los 400 golpes (François Truffaut), hasta más recientes como La vendedora de rosas (Víctor Gaviria) o Ciudad de Dios (Fernando Meirelles), entre muchas otras.
Situadas en diferentes contextos, desde la Latinoamérica de grandes desigualdades y violencia social, hasta los contextos de clase media o baja estadounidense y europea; la creación de estos filmes, sin embargo, rara vez se ha asumido desde un protagonismo femenino, tanto en la realización misma, como en los personajes y dilemas que tratan.
Por otra parte, más allá de los habituales conflictos vinculados a esas edades y sus condiciones sociales o familiares, la compleja construcción de la sexualidad en esos niños, jóvenes o adolescentes, desde la más íntima hasta la social, no ha sido tampoco un dilema que se ha colocado en el centro de interés en esos filmes y realizadores.
El género como desafío
En ese sentido, la joven realizadora francesa Céline Sciamma ha sido recurrente en sus tres primeros filmes no solo en el abordaje de esos condicionamientos sociales, culturales y contextuales, sino también en los conflictos sexuales y de género que implican esos tránsitos de la niñez y la adolescencia a la juventud y adultez.
Así, en El nacimiento de las lilas (2007), Sciamma se acercó al universo de muchachas adolescentes que exploraban sus cuerpos, el erotismo y la (homo) sexualidad de manera curiosa y hasta morbosa, con ciertas dosis de manipulación psicológica incluida.
Por otro lado, en Tomboy (2011) se atrevió a trabajar el cambio en los roles de género de una niña de 10 años, que pasa de llamarse Laure a Michael, y que asume su transformación con una naturalidad que genera grandes tensiones en su entorno escolar y familiar.
No fue casual que esta película provocara una gran polémica en Francia, donde Sciamma fue acusada por grupos conservadores religiosos de manipular a la niñez y juventud, para imponer sus posiciones en torno a las sexualidades abiertas. El escándalo llegó al punto de que intentaron prohibir la exhibición del filme.
Esta obsesión por explorar las fronteras del género como algo cambiante con la edad, las circunstancias y las condiciones sociales, acerca a Sciamma de una manera muy explícita a las reflexiones y reivindicaciones de la teoría queer .
Tampoco es casual que la realizadora se confiese lectora y seguidora de ensayistas feministas como Judith Butler o Virginie Despentes, y que haya afirmado recientemente en una entrevista: “Para mí, el género es como probarse varios disfraces. Es como un performance , una puesta en escena protagonizada por uno mismo”.
Identidades desafiantes
Bande de filles o Girlhood (2014) se acerca a un grupo de chicas negras de un barrio marginal en las afueras de París; se centra en Marieme, quien, en medio de un contexto familiar pobre y con un hermano que abusa de ella, decide seguir a un grupo de amigas que hacen del desafío corporal y social un modo de vida. Así, Marieme cambia su nombre a Vic y asume, junto a su grupo, un modo de comportamiento “masculino”, que incluye peleas públicas con otras chicas y una actitud siempre a la ofensiva, pero, a la vez, de cercanía y amistad sinceras con sus amigas.
Este tipo de cine de los suburbios parisinos, en que se aglomeran múltiples culturas y nacionalidades con sus conflictos manifiestos o latentes, ha sido llamado banlieue film (cine de los suburbios), y tiene precedentes tan importantes en películas como La Haine ( El odio , 1995), de Mathieu Kassovitz, o más recientemente L´ esquive ( La escurridiza , 2003), del polémico de Abdellatif Kechiche, entre otras.
En el caso de Céline Sciamma, como ella misma afirma, conscientemente quiso evadir los tópicos temáticos y estéticos que se han venido generando en torno a este tipo filmes, asociados, sobre todo, a la violencia, los crímenes, el desempleo, la exclusión social, la inmigración, etc.
Aunque Bande de filles se desarrolla en un espacio social y cultural vinculado a todos esos problemas, evade hacer de esos conflictos el motivo central de su trama, ya que ve los comportamientos grupales y las reivindicaciones identitarias de esas muchachas como el eje mismo de su narrativa, aunque sin descuidar el entorno que las rodea.
Tal vez por eso, en el campo de la actuación, este filme apostó por chicas que viven esas mismas experiencias y, por lo tanto, interpretan, con una gran autenticidad, situaciones cotidianas que van del bullying a jugar rugby, del baile público al sexo.
Esta es una película que explora, narrativa y estéticamente, esos autodescubrimientos y reivindicaciones de adolescentes y su tránsito a la juventud, por medio de pantallas de transición ( fade out ), énfasis cromáticos, primeros planos, cámara fija y planos secuencias.
El cuerpo como espacio mutable
Así, algunos de los momentos más impactantes del filme, tienen que ver precisamente con esas secuencias en que las muchachas disfrutan juntas de generar espontáneamente identidades cotidianas alternativas. Un ejemplo está al inicio, en que una cámara lenta presenta a un grupo de personas en un partido de fútbol americano con los clásicos protectores y luego muestra que son mujeres jóvenes jugando este deporte tan “masculino”. O esa otra escena en la que cantan entre todas, de manera sensual, Diamonds , de Rihanna, como una manera de reafirmación racial y de género.
Bande de filles es, sobre todo, una película corporal, una perspectiva que rescata la directora misma al afirmar: “Es muy importante porque estamos hablando de adolescentes, y es el momento en que todo pertenece al cuerpo, en que el cuerpo cambia; hay algo muy cinematográfico en ello. Pero, también porque el cine es acción, y quiero hacer que la película sea sensual, que las emociones estén corporeizadas”.
Luego asegura, sin embargo, que su cine huye de cualquier dogmatismo o estilo panfletario que intente asumir a la sexualidad y la corporalidad, pública o privada, como una práctica fija o una perspectiva excluyente, sino como un desafiante campo de batallas, íntimas y sociales.
Sobre la película
Bande de filles / Girlhood (113 minutos, 2014)
Directora y guionista: Céline Sciamma
Música: Jean-Baptiste de Laubier
Fotografía: Crystel Fournier
Actrices: Karidja Touré, Assa Sylla, Diabate Idrissa, Rabah Nait Oufella.
Se proyectará en el ciclo Preámbulo, en el Centro de Cine (detrás del INS en San José), hoy, domingo 19, a las 4 p. m. La entrada es gratuita.