Fred Herrera, director: ‘La esencia misma del Teatro Nacional es producir’

A largo plazo. Infraestruc-tura, activar nuevos espacios escénicos y programar obras para estudiantes son las prioridades del director del teatro

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En la oficina del director del Teatro Nacional, en pleno esplendor del siglo XIX, cuelga un kimono oro y azul; bajo su manga, la fotografía de un grupo que exploró el butoh japonés con Fred Herrera.

Tal encuentro tiene sentido en el área de trabajo del nuevo director de la institución, cuyo programa estrella de fomento a la producción será un Festival Arte y Armonía entre Culturas. Desde que asumió , en julio, Herrera ha estado imaginando un futuro para el teatro, en el cual sea un intensivo generador de espectáculos.

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El mimo y artista de butoh , que regresó a Costa Rica tras 30 años en Francia, cita como guía el artículo 2 de la ley que rige al teatro: “El Teatro Nacional tendrá como finalidad promover la producción de las artes escénicas en todas sus manifestaciones en su más alto nivel artístico”. “La esencia misma del Teatro es producir”, afirma.

Largo plazo. De esta manera, el plan general de Herrera es crear un catálogo de producciones que convoque al público a varias funciones por día.

“Para el 2016 y el 2017, tengo una serie de nuevos programas: uno sería aumentar la oferta de espectáculos para turistas, y otro, en periodo escolar, para escuelas y colegios y público en general”, explica.

Esa sala, para Herrera, debe albergar espectáculos de “altísima calidad” que atraiga a públicos distintos. Las fisgonas de Paso Ancho , que se estrena el 18 de setiembre, será ocasión para ponerse a prueba, y el 2016 sería un “año de transición” para generar el menú propio. Además, planea vincularlo con centros culturales extranjeros. ¿Cómo financiarlo? “La única manera es producir más, tener más espectáculos y que se tenga una utilización más intensiva del teatro”, responde.

En esta propuesta, Herrera activará cinco espacios escénicos: la sala principal, el foyer , el primer vestíbulo, la Sala Vargas Calvo (al costado este del teatro) y la plaza de la Cultura (en conjunto con los Museos del Banco Central).

“La sala principal debe tener una ocupación de 20% alquileres privados, 20% alquileres abiertos al público, 20% del Centro Nacional de la Música, 20% del Gobierno central, instituciones autónomas y embajadas, y 20% producciones propias (el Festival Arte y Armonía Entre Culturas)”, detalla Herrera.

Actualmente, un alquiler privado, a sala cerrada, asciende a ¢3,5 millones, aún subvencionado por el teatro. “Todavía no hemos llegado a la hora en que podemos cobrar lo que realmente cuesta la sala principal”, dice, pero, según él, este tipo de alquileres puede financiar otros planes.

¿Afectará esto a programas como Teatro al Mediodía, Música al Atardecer y Gala de Teclas? Según Herrera, se mantendrán, pero deben revisarse, pues considera que no atraen a suficiente público para hacerlos rentables.

‘Esto no es simplemente hacer puros espectáculos; hay que tener una noción de economía, para que un espectáculo sea rentable o por lo menos sostenible. No es algo que se sostenga en el tiempo hacer una larga creación, que se presente una vez y nunca más’, afirma.

Por otra parte, la Sala Vargas Calvo será concebida como un espacio para proyectos experimentales de teatro, danza, música, cuentos, títeres y otras artes. “Hay que apoyar a los creadores con mucho talento y osadía”, dice. “No se está cortando ningún proyecto; estamos solamente reorientando los fondos” , asevera .

Planta física. A la fecha, Herrera ha delineado como preocupaciones principales de su gestión, en materia de infraestructura, la atención, a largo plazo, de la instalación eléctrica y colocación de un sistema contra incendios (la madera abunda en el edificio de 1897).

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Además, urgen la restauración del muro sur y la concha acústica de la sala principal.

“En la más mínima operación, encontramos que hay un muro con una pintura al otro lado y no podemos perforar. Cualquier cosa que toquemos es delicada y va a obligar a un montón de maniobras y astucias, que hacen que el tiempo y los costos de la operación sean más altos”, explica Herrera, quien estima que tardarán hasta 10 años en tales trabajos.

Sin embargo, con las finanzas actuales del Teatro Nacional, tal proyecto es ambicioso. La propuesta de presupuesto para el 2016 presentada por el Gobierno esta semana asigna ¢1.064 millones para el teatro . “(Al sumar costos), rápidamente las cifras son astronómicas. No hay pánico ni urgencia, pero no podemos seguir postergando decisiones. Necesitamos ayuda y la estamos pidiendo (...) El teatro debe ser una causa nacional”, asegura.