El fotógrafo costarricense Carlos Jinesta inició su carrera en 1970. Foto: Albert Marín. (Albert Marín)
En pleno centro de San José, el fotógrafo tico Carlos Jinesta ha desarrollado gran parte de su carrera, por no decir que es ahí donde la ha revelado.
Jinesta sigue practicando la fotografía análoga –la que utiliza rollos de película– y se encarga de revelar sus creaciones en un cuarto oscuro, como antes.
“No es comunal el taller, es una necedad mía”, dice el fotógrafo de 72 años, con una pizca de resignación y otra de humor. Él cree que esa “necedad” se la dejaron de criticar cuando en 1991 ganó el Premio Nacional de Fotografía con la obra Receso para señoras.
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Chapado a la antigua –con zapatos que se embetunan, un reloj plateado y tirantes–, topamos a Jinesta a unos pasos de la avenida Central, en el Café la Mancha, donde inauguró su más reciente exposición.
Rito de primavera es el nombre de la colección y en ella recuenta un viaje al sur de Inglaterra a inicios de los años 80, en las ciudades de Wiltschere y Hampshire, donde se organizaban actividades para exhibir y correr caballos.
'Amor y niebla' es una de las obras de la exposición 'Rito de primavera'. Reproducción: Albert Marín. (Albert Marín)
En el Café La Macha, ubicado en el Edificio Steinvorth, se exhiben ocho de sus fotografías en blanco y negro, tomadas con su querida cámara Leica M3 y reveladas en su taller personal.
Los resultados son imágenes en las que se puede oler el césped húmedo y sentir la neblina rodear el cuerpo, esto gracias a un truco que aportó la experiencia de don Carlos.
“Es mi primera exposición de fotografías sin vidrio en los marcos. Creo que eso permite mejor ver el detalle que hay en la foto, el acabado. Ahora la gente hace lo imposible por agregarle esos efectos antiguos a las fotos, pero eso no se puede emular”, señaló.
La entrada a la exhibición es gratuita y las piezas colgadas en el café están a la venta.
Carlos Jinesta dijo que quiso hacer la exposición en el Café La Mancha por ser uno de sus rincones favoritos de San José. Foto: Albert Marín. (Albert Marín)
Anteriormente, algunas de las fotografías de esta colección fueron exhibidas en el Museo Nacional, en 1982, apoyado por la embajada británica. Jinesta recuerda que tener aquella exposición fue difícil puesto que el arte nacional no tenía muchos espacios, y sus fotografías no eran consideradas arte por muchos.
“El debate sobre la foto fue muy fuerte y ahora cada día va a ser más fuerte, porque la mayoría de las personas que toman fotos andan lejos de ser artistas y es fácil tomar fotos bonitas”, apuntó.
En blanco y negro
La carrera de fotógrafo de Jinesta inició en 1970, cuando llevaba una maestría en comunicación de la Universidad de California. Allá tuvo lecciones de foto con Ansel Adams, un respetado fotógrafo de paisajes.
Fue por esa época en la que decidió dedicarse a la fotografía en blanco y negro, por motivos prácticos: los químicos para hacer foto a color debían estar frescos y no se conseguían con facilidad en Costa Rica.
Desde que tomó esa decisión ha pasado medio siglo y es común verlo caminar por la capital con una cámara a mano, listo para capturar un momento.
En las ciudades o campos le gusta buscar a “los nativos” y así su estilo está lleno de situaciones cotidianas y los retratos que le ha hecho a decenas de personas, entre ellas la actriz Gianina Facio o expresidentes, o simplemente amigas suyas; su portafolio contiene múltiples retratos femeninos, muchos tomados en su casa en San José.
Para Jinesta no es común retratar más de un rostro en una foto, pero esta imagen de unos ingleses viendo una carrera de caballos lo convenció de "romper la regla". Foto: Albert Marín. (Albert Marín)
“Esta ventana (dice señalando una foto) es la de mi estudio y es la que me ha dado trabajo siempre. Nunca en mi vida compraré un flash”, afirmó vehemente.
Aunque la fotografía analógica ha perdido campo en el país, él considera este cambio como positivo. Contó que revelar un rollo de película puede gastar hasta 40 litros de agua pura, “así que un aplauso por lo digital”, afirmó.
En la antesala de celebrar 50 años de carrera, se divierte con una cámara Fuji digital que le ha facilitado un poco las cosas y le ha permitido capturar más escenas al vuelo.
“En mi lenguaje hay naturalidad. Yo creo en lo que hago y no me voy a cambiar de estilo porque está de moda alguna cosa. Y si uno tiene un lenguaje propio se puede meter en diferentes estilos pero siempre va a prevalecer lo propio”, finalizó.