Fabio Pérez y Andy Gamboa: el romance que escaló a las artes escénicas hace cinco años

Con dos Premios Nacional de Cultura a sus espaldas, el dúo escénico ha escrito una página en la historia del danza teatro costarricense. Hace un lustro, comenzó una relación que inexorablemente alcanzaría las tablas

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Un carrito de supermercado. Fabio Pérez se sintió terrible a causa de un carrito de supermercado.

Fue hace poco más de cinco años cuando el bailarín presentaba, al aire libre, un espectáculo de danza en un Festival Internacional de las Artes. Parte del espectáculo implicaba un carrito que el bailarín necesita resguardar en algún sitio.

“Fue cuando me dijeron que fuera con el regente del festival en el Teatro Nacional. Él me podría ayudar”, recuerda Fabio.

El bailarín llegó al teatro y se topó con Andy Gamboa, rostro que había visto un par de años atrás en una mesa de jurado de una competencia de artes. “Desde ahí me había parecido guapo, pero nunca habíamos hablado”, rememora entre risas.

Fabio habló con Andy, de oficio actor, y su problema con el carrito se solucionó. Andy también ya tenía referenciado a Fabio desde aquella competencia y lo invitó a una gran función que habría en el teatro. Es más: reservó tiquetes para todos los bailarines con los que Fabio corría de arriba para abajo.

“Yo quería quedar bien. Quería que viera que estaba interesado”, dice sin pena Gamboa al traer sus recuerdos.

Pérez se fue a su presentación y Gamboa quedó esperando en el Teatro Nacional. Las horas pasaron y Pérez no se asomaba. La función comenzó y el actor se sintió plantado.

“Yo dije: ‘ay Dios. Seguro pensó que soy un intenso. No debí darle tantas entradas’”, ríe Gamboa.

Del otro lado de la capital josefina, Pérez también se sentía apenado. En parte, por dejar en la incertidumbre a Gamboa, pero la mayor razón de su preocupación se debía a una tragedia: tras la presentación, fueron robadas muchas de las pertenencias del equipo de bailarines. ¡Qué podía hacer!

“Yo más bien pensé que había perdido mi oportunidad con Andy”, cuenta Pérez. “Seguro pensó que yo era un patán que no me interesaba".

Fabio y Andy recuerdan la manera en que se conocieron en la mesa de su apartamento, un cálido domicilio cargado de gatos (reales e ilustrados) en cada rincón, con rompecabezas de Frida Kahlo regados en las paredes y tres Premios Nacionales de Cultura que se postran en una mesa junto a la ventana; dos de ellos a nombre de ambos y uno en reconocimiento al bailarín.

Hace cinco años comenzó un romance que derivó en una página importante del arte costarricense. Pérez y Gamboa son referentes del danza teatro en Costa Rica, género que además de combinar las expresiones artísticas de ambos intérpretes, también es asilo de un amor que escala las fronteras de su casa.

La casa son las tablas

Tras el confuso episodio del hurto, tanto Pérez como Gamboa decidieron omitir la enrevesada anécdota. A los tres meses, comenzaron a salir, se confesaron lo sucedido y comenzó el romance.

La particularidad de su relación es que, rápidamente, se borraron las fronteras de dónde termina lo personal y dónde comienza lo laboral. Su vocación artística se complementó con rapidez.

El primer paso de esta fusión empezó con una solicitud de consejo que le hizo Pérez a Gamboa para un trabajo de la universidad. Fue una forma de “amarrar” minutos entre ambos.

“Lo que nunca pensamos es que de ahí saldría nuestro primer trabajo juntos”, dice Pérez.

Entre intelectuales discusiones, surgió la idea: ¿por qué no trabajar juntos?

Así fue como nació el borrador de Cuerpos Ausentes o Ensayos para Mi Muerte, la primera obra de teatro danza que convertiría a la pareja sentimental en un dúo escénico. En este montaje, ambos daban a conocer a dos hombres que no se conocen entre ellos, pero que comparten un mismo pesar: han perdido a su único hijo.

Desde allí se pondrían las reglas autoimpuestas para el dúo. Un espectáculo por año en que Fabio y Andy se convertirían en una suerte de hombres renacentistas del escenario: serían actores, directores, encargados de iluminación, vestuaristas, escenógrafos, diseñadores sonoros... Todo lo que fuese necesario.

Con ese primer montaje, el futuro parecía alentador. La obra les valió una invitación a un festival en Croacia, Pérez consiguió una audición para la Compañía Nacional de Danza (que ganó y que aún conserva su espacio), obtuvo el premio a mejor intérprete masculino en el Festival de Coreógrafos 2015 y el montaje ganó mejor escenografía y mejor obra coreográfica en el Festival Nacional de Danza 2015.

Tras lo sucedido, el ambiente parecía adecuado para generar más montajes. ¿Sería lo correcto? Por más preguntas que pudiesen hacerse, parecía que las artes superaban cualquier cuestionamiento.

Dar forma a la idea

Cinco años después de aquel momento, Pérez y Gamboa son tajantes: no se acreditan como un dúo al que le interesaba ser pionero del danza teatro en Costa Rica. “Estábamos conscientes de que no era algo usual, pero no era un asunto de pretensiones. Era algo que simplemente nos salía porque yo soy bailarín y Andy es actor”, refiere Fabio.

El danza teatro es una suerte de género dancístico que se realiza con una fuerte influencia de los recursos expresivos que utiliza el teatro. Muchos sitúan sus comienzos mundiales a principios del siglo pasado; en Costa Rica ha sido un género que pocas veces se ha explorado y cuesta encontrar en la historia escénica nacional una compañía que haya mantenido este género como punto cardinal de trabajo.

“Había ciertas preocupaciones porque, al combinar dos géneros, te podría generar problemas con el sector de teatro y el de la danza. ¿Podrían nuestras obras entrar en Festivales de Danza? ¿Nos darían espacios en Encuentros de Teatro? Eso podría significar que nos podríamos obligar a meter texto o danza con calzador, algo que nunca quisiéramos que sucediera”, comenta Andy.

Las preguntas no valdrían de nada. Como un imán, las tablas atraerían a los dos intérpretes inevitablemente.

Tras sus aventuras compartidas en escena, ambos cuentan con un puñado de espectáculos que han sido aplaudidos por la crítica. No solo ambos han sido premiados individualmente, sino que sus labores escenográficas también han sido motivo de galardones como los que les otorgó el Estado con dos Premios Nacionales de Cultura.

El primero fue por Diluvios... Recuerdos de un migrante. En ese montaje, la pareja contaba siete historias sobre la migración paridos a raíz de los grupos de haitianos, cubanos y africanos que quedaron varados en las fronteras costarricenses hace dos años.

En la segunda oportunidad, el dúo recibió el reconocimiento por Obituario de una noche estrellada, espectáculo del 2018 en que narraba la atormentada mente del pintor Vincent Van Gogh. En la obra, Gamboa interpretó a ocho personajes mientras que Pérez, sin decir un solo diálogo, encarnó al obstinado artista.

La lista de espectáculos realizada por el dúo se completa con Borderline, Cronología de una vida sin tiempo, El último recuerdo y Memoria de Pichón.

Aprendiendo del otro

Encontrar cuáles y cuántos personajes debe interpretar un dúo escénico de dos oficios distintos no es tarea fácil, naturalmente. Fabio ha debido aprender actuación de Andy; Andy ha debido aprender danza de Fabio.

Eso, sumado a verse las caras las veinticuatro horas, fuera de las tablas y fuera de la casa, causa tensión entre ambos, según confiesan los intérpretes.

“La gente nos pregunta cómo hacemos para no volvernos locos ni terminar nuestra relación”, dice riendo Fabio. “Verdaderamente no tenemos respuestas. No hay fórmula”.

“Siempre pasamos peleando en los ensayos”, dice sin reparos Andy. Fabio asiente y reconoce la situación. “Ya sabemos que, cuando entramos a la sala de ensayos, nos vamos a pelear. Fabio va a querer algo más dancístico y tal vez yo quiero diálogo. Es un estira y encoge muy fuerte que siempre acaba con frustración y hay momentos en que ninguno de los dos quiere ceder”.

“Y a veces terminamos la obra y decimos: 'no más. Esta va a ser nuestra última obra. Pero no. Volvemos a trabajar. A quién engañamos”, agrega el actor entre risas.

Para este año, y en el marco de su aniversario, el proceso de elegir la obra adecuada parecía un reto mayúsculo.

Los intérpretes prefirieron no rebuscar y dejar que, por peso propio, el tema les llegara. De repente, un chispazo apareció en sus cabezas: la inminente llegada del matrimonio igualitario a Costa Rica para el próximo año.

“Incluso sentimos que llegamos un poco tarde al tema”, reconoce Fabio. “El tema sobre homosexuales por supuesto que nos va a resultar cercano. Es algo que va más allá de una política y recae en temas sociales, en cómo somos vistos. Curiosamente, cae perfecto para nuestro aniversario y además, considero que será nuestra obra más íntima”.

Así nació Si nos dejan, el más reciente espectáculo del dúo. Se trata de una obra que recrea historias, ajenas y personales, sobre ser una pareja homosexual. El montaje trasciende lo metatextual e incluso, en escena, se ven objetos propios de la casa de la pareja. “Es como nuestra relación, la verdad”, dice Fabio. “Es nuestra casa puesta en el escenario. Son nuestros sentimientos en escena. Queremos que sea honesto. Queremos que siga manteniéndose así”, dice Pérez.

“Somos nosotros. Es nuestro amor en el espectáculo”, finaliza Gamboa.