Javier Castillo está lejos de ser una persona pretenciosa. Su propio e inesperado ascenso mediático lo ha mantenido fiel a sus creencias, a pesar de que la fama pudo transformarlo.
“Todo esta energía que se ha desatado es algo que todavía me cuesta creer. Han pasado dos años desde que mi vida dio este giro y lo que hago es disfrutar de que me puedo dedicar a escribir a tiempo completo y me hace feliz que el lector se sienta a gusto con lo que hago”, dice Castillo en su visita a Costa Rica, para promocionar su más reciente libro llamado El día que se perdió el amor.
Esta novela es una suerte de continuación de El día que se perdió la cordura. Ambos títulos fueron éxitos rotundos pues, con más de 200.000 ejemplares vendidos, destronaron a los títulos más vendidos en España y Castillo se convirtió en la revelación de las letras que apareció en tan solo un respiro.
Con la fama a sus espaldas, a Castillo lo que le importa es seguir escribiendo. Aunque confiesa que al principio de sus días de vida pública lo carcomía la exposición mediática, ahora poco le preocupa la opinión de la crítica, lo que piensen de quienes se autopublican y mucho menos de dónde puede surgir un escritor.
“Yo comencé a autopublicarme en Amazon porque sentía la necesidad de decir algo. Desde muy pequeño escribía relatos cortos, pero sentí que era momento de sumergirme en algo grande. Mi esposa es la primera en leer mis textos y es bastante rigurosa. Cuando ya el resultado se veía bien, supe que era momento de publicar y a partir de allí se ha venido todo encima muy rápidamente. Es muy hermoso”, confiesa el autor.
Su ópera prima, El día que se perdió la cordura, tuvo aún una mayor particularidad pues fue escrita en viajes en tren que realizó el español desde su ciudad malagueña. Durante los recorridos, encontró que el suspenso y la acción podían combinarse de manera hipnótica.
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Con una imaginería gore, la novela comienza con la narración de un hombre desnudo que camina en plena ciudad con la cabeza de una mujer decapitada. A partir del incidente, comienza la trepidante investigación.
Cuando Castillo terminó la aterradora historia, le escribió a tres editoriales que rechazaron su libro. Ante la negativa, Castillo se autoeditó, publicó en Amazon, su esposa le dio promoción a la novela por medio de un canal de YouTube y en agosto del 2014 ya el libro tenía más de 40.000 libros vendidos.
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Tras la gran gesta, el sello Suma de Letras (perteneciente a Penguin Random House) le ofreció un contrato que el español firmó. Ahora, con ambas novelas publicadas por esta editorial, Castillo dejó de lado su anterior vida de asesor financiero y ahora divide sus horas entre sus creaciones literarias.
“Yo escribo y escribo ahora más feliz que nunca porque hay personas que me leen y me estimulan. Para mí, la opinión más importante es la del lector; me debo a ellos porque he descubierto muchas cosas en mí gracias a este proceso”, finaliza el escritor.
Los dos libros de Javier Castillo se pueden conseguir en todas las tiendas de Librería Internacional. El precio es de ¢14.800 cada uno.