El arte es materia gris en una exposición de José Pablo Ureña

José Pablo Ureña exhibe magistrales óleos y acuarelas en la Galería Equilátero

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José Pablo Ureña Rodríguez es un caminante de la ciudad: un “flâneur” , cual se dice en español cuando se piensa mucho en francés. El marino sabe que toda isla es la penúltima; así, el “flâneur” sabe que las calles se han hecho para que no falten esquinas. Ureña ambula, mas tiene un sexto sentido para lograr que las calles lo lleven al arte.

Sus andanzas con una cámara de colores que toma fotos en blanco y negro han producido una asombrosa exposición.

En la Galería Equilátero, José Pablo ofrece Todo lo gris se ve iluminado : cinco cuadros pintados al óleo, cuatro acuarelas y un centenar de dibujos al lápiz. Los temas de todas las obras son paisajes urbanos: miradas sobre San José, sus edificios, casas y rincones callejeros.

Resalto de luz. Las obras prescinden de los colores pues se han ejecutado en blanco, negro y grises. Los grises no son colores, sino la aparición más o menos intensa de la luz blanca hasta que se pierde en la ausencia de ella misma (el “color” negro). El gris es el ceniciento de los colores. El gris es la luz que se fue a buscar algo de sombra. De noche, todos los gatos pardos son grises.

El joven artista considera que la presente exhibición continúa Paisaje residual , 23 acuarelas de pequeño formato que él expuso en la Facultad de Letras de la Universidad de Costa Rica en junio último y que se exhiben hoy en la Galería Nacional.

José Pablo Ureña señala una amistad entre el hollín –creador del pigmento negro de la acuarela– y el aire urbano, denso y gris: pecera para los átomos flotantes del anhídrido carbónico.

“El gris de las pistas también abunda”, añade Ureña, quien aplicó unos doce tonos del gris.

“Quise simplificar la imagen: eliminar los colores para privilegiar la definición geométrica. Aunque parezca sorprendente, la ausencia del color resalta la luz. Los elementos más lejanos, los del horizonte, van aclarándose, volviéndose más luz y menos gris. Leonardo Da Vinci ya había advertido el efecto de la distancia en los paisajes”, precisa Ureña.

Para el pintor, la ausencia de colores facilita crear profundidad en la obra. Sin los colores, la mirada se concentra en las estructuras y en los planos sucesivos, que van aclarándose conforme se alejan del espectador.

¿Cómo creó Ureña Rodríguez estas obras? Tomó una foto de un paisaje urbano, le suprimió los colores y la proyectó sobre un lienzo. Con un lápiz trazó los bordes de las cosas (árboles, casas, pistas...) y luego aplicó el óleo con un pincel o una espátula.

Transposiciones. José Pablo Ureña ha hecho con la pintura lo que solo obsequiaba el dibujo en carboncillo, y su proeza es evidente.

Todo lo gris se ve iluminado es un óleo sobre tela de 180 x 340 cm. Debido a su vastedad, el artista lo trabajó por partes: pintó una sección a la derecha, otra a la izquierda, hasta completar toda la enorme escena. Ureña siguió una foto que captó desde lo alto de una de las nuevas torres del paseo Colón, en San José.

“Hice estas obras en mi estudio, excepto los dibujos, que ejecuté en las calles”, explica José Pablo.

Transposición de la memoria 1 y 2 son cuadros de formato mediano. El primero muestra solo paredes sombreadas; se ejecutó con espátula y presenta rugosidades misteriosas; en realidad, el artista las impuso cuando llevó el cuadro hasta una pared callejera y raspó el lienzo ya pintado contra unos ladrillos. El efecto es elocuente: algo de la rispidez de la ciudad hirsuta se le pegó a la obra. “Para mí fue como una transferencia”, dice José Pablo.

Transposición de la memoria 2 es una vista captada desde la cima del Mall San Pedro. Los numerosos planos son velados, imprecisos: tocados por la niebla o la lejanía (otra niebla).

Se exponen también tres acuarelas de gran formato y una pequeña. En todas ellas, los contrastes de luz, gris y negro se han subrayado.

Lógica de la percepción panorámica obsequia una superposición de veladuras que en la negra base recibió 22 pinceladas de gris hasta convertirse en un negro opaco. Los contornos rectos iniciales, hechos con grafito, se conservan y se perciben si una luz diagonal cae sobre la obra: algo así como los trazos de negro sobre negro que esconde el Guernica , de Pablo Picasso.

¿Sintió Ureña la tentación de mover una casa o de construir un edificio?: “No; todas las escenas son reales. Estas obras son como documentos, pero sí eliminé detalles para lograr planos de luz y sombra más simples. En las acuarelas trabajé con la técnica de la degradación: más intensidad de arriba abajo, de abajo arriba, de izquierda a derecha...”.

La acuarela Construcción de la línea panorámica es una vista del barrio México, cerca de unos precarios próximos a un río. La luz emana desde la izquierda, como si una lámpara gigante se hubiese echado a descansar sobre una pista.

Montaña y urbe es una acuarela extraña: la luz nace de abajo; los edificios son cual cristales que se obscurecen conforme se alzan hacia el fondo de una espléndida montaña –un manto nigérrimo–. Curiosidades: el cielo es claro, la mitad de la ciudad es obscura.

La exhibición incluye unos cien dibujos impresos en tarjetas; ellos reproducen los que el artista hizo en un cuaderno. Este es parte de la exposición.

Muchos de los dibujos retratan un lugar de San José, mas otros se componen de elementos que el artista recuerda y que provienen de un sitio o de otro. José Pablo reconfirma lo que es obvio: un artista visual debe ser primero dibujante.

Extensión del panorama urbano es una acuarela “muy lejana”: San José se percibe apenas como una sutil banda horizontal –Vía Láctea irónicamente negra–.

El aire reverbera como un espejismo gris: cual una tormenta que avisa que ya viene otra tormenta. Esta obra resalta la maestría de José Pablo Ureña en la distribución de los colores cuando ya ni siquiera hay colores.

Quietud. El galerista Luciano Goizueta nos dice: “Con la muestra Mutismo , del 2014, José Pablo se integró a la nómina de artistas de Equilátero. Entonces incluimos su obra por esa introspección que deriva en una especie de meditación contemplativa: de entornos cotidianos vistos desde otra perspectiva, no sólo geográficamente hablando. Ahora, Ureña nos presenta obras de la misma serie, y es indudable que ha habido una notable maduración en su trabajo”.

Ureña Rodríguez estudia una maestría en arte en la UCR, y para obtenerla elabora pinturas que presentará como proyecto de graduación. No deben exhibirse públicamente, de manera que la próxima exposición de José Pablo tal vez se presente dentro de dos años.

Una obra de Ureña fue escogida para exponerse en la Bienal Internacional de Acuarela de Shenzhen (China) entre el 7 de diciembre próximo y el 10 de enero del 2016. La bienal recibió 3.779 obras de 73 países diferentes, de las cuales el jurado eligió 233 obras; casi la mitad son de artistas chinos.

La filósofa Rocío Zamora Sauma expresa: “El uso fotográfico de la pintura permite, a José Pablo Ureña, jugar con los límites del concepto de lo pictórico, y, para ello, el gris ocupa un lugar privilegiado: es lo iluminado y no es lo luminoso. Esta pintura se ubica entre la imagen tradicional y la imagen técnica. Sabemos que es una pintura al óleo y también que es el producto de una fotografía”.

Para terminar, digamos una redundancia: José Pablo Ureña Rodríguez es uno de los grandes pintores de Costa Rica.

La exhibición permanecerá hasta el 16 de diciembre en la Galería Equilátero (Centro Comercial Vita, junto a la Compañía Nacional de Fuerza y Luz de San Rafael de Escazú).