Fernando Chaves Espinach
A l recorrer la galería Des Pacio , en el cuarto piso de un edificio sobre la avenida Central, se aprecia una estructura de madera en el suelo, contigua a unas grandes impresiones de fotografías de Cynthia Soto. “Esta pieza es de Esteban Piedra, y la idea era que eventualmente colapsara. No sabíamos cuándo iba a suceder”, explica Mimian Hsu, artista que coordina los proyectos de la galería.
La obra, relacionada con la anterior exposición Herramienta y método de Piedra, fue creada para una muestra que se aventura a explorar precisamente esa incertidumbre: qué puede pasar cuando se espera cualquier cosa.
Durante más de cinco años, la galería Des Pacio se ha dedicado a jugar con su propio nombre. Ante el paisaje agitado del arte local, dispuso una ventana que, a su vez, se ha estado moviendo con firmeza y a su ritmo. Ahora, con la exposición Escala humana , saluda a 17 artistas con los cuales ha trazado su camino inusual.
En su actual forma, el proyecto impulsado por el reconocido artista Federico Herrero lleva cerca de un año en este edificio del centro josefino, ocupado por tiendas y oficinas; por más de tres años, tuvo local en una casa cercana al Museo de Arte y Diseño Contemporáneo.
Ahora, en medio de la bulla capitalina, Des Pacio exhibe piezas tan diferentes como pinturas de Rocío Con y Marco Arce, videos de Jonathan Harker y Donna Conlon, y una animación en video de Julián Gallese.
“Todos los artistas han expuesto en Des Pacio. Ya han tenido algún proyecto o muestra con nosotros”, detalla Hsu. Así, se encuentran videos, instalaciones, pinturas, arte textil y un programa de performance y talleres.
“Queríamos demostrar la gama humana de artistas que hacen que Des Pacio sea posible”, explica Hsu. “Fue muy gratificante, a la hora de recolectar todo, ver la diversidad de medios, temas, inquietudes, estilos y edades de los artistas. La labor ya se siente como un cuerpo más formado”, añade.
Completan Escala humana obras de Federico Herrero, Priscilla Monge , Lucía Madriz, Allegra Pacheco, Orlando Guier, Óscar Figueroa , Naufus Ramírez Figueroa, Francisco Herrero Peñuela, Carlos Fernández y Alejandro Ramírez. Durante la exhibición, también se presentaron el libro 1012 Dígitos de Phi, 34 Composiciones , de Madriz , y el taller Tatuajes chungos , de Pacheco .
Tono propio. Con el tiempo, ha llegado ha caracterizar a Des Pacio su carácter de laboratorio. Una visita a la galería no suele ser un recorrido por cuadros acabados, sino la invitación al taller del artista que se crea durante el tiempo de su muestra.
Carlos Fernández, por ejemplo, expuso en setiembre Piña matriz , que incluía instalaciones con frutas. “Des Pacio permite la ejecución de un proyecto abierto. Todo fue desde que se pusieron las piñas hasta el último día; en vez de tiempo de exhibición, fue ‘tiempo de descomposición’ de la muestra”, dice Fernández.
En vez de una visita guiada tradicional, Fernández ofreció una “chicha guiada”: mientras se tomaba chicha, se conversaba sobre la obra. El diálogo con el público invitado es una herramienta más que la galería aporta.
“Hace tres años fue la primera vez. Tuve una residencia de cuatro meses para desarrollar el proyecto. Fue la primera vitrina que tuve con libertad total de experimentar y ejecutar”, explica el artista. En Escala humana , expone su primer video, Agrofit .
En diciembre del 2013, Orlando Guier y Marco Arce tomaron Des Pacio como lienzo. Durante un mes, pintaron las paredes, crearon murales, y la obra se fue generando dentro de la galería.
“En esta ocasión, la confianza de parte de la curaduría nos dio la libertad de hacer la obra ahí mismo”, señala Guier.
“No solo es algo que nos interesa en Des Pacio, sino que a los artistas les interesa proponer un antes y un después; nunca es un producto acabado”, comenta.
En la galería, incluso se grabó un disco del pianista Albert Martín. Recientemente, el músico impartió también un taller de sonido para artistas, parte de las nuevas propuestas de Des Pacio. “De los talleres surge un espacio para dialogar entre colegas, lo cual no siempre sucede”, opina Hsu.
Para Hsu, el reto actual más relevante es mejorar la recolección de fondos pues no desean convertirse una galería comercial. Conforme el espacio se sitúa como punto de referencia para curadores locales y extranjeros, crece la necesidad de atraer a más público y dar cabida a más proyectos que consideran interesantes.
“Se muestra la gente que está haciendo en el momento; no tanto la gente que tiene ya un producto acabado, sino los artistas que está en la búsqueda”, añade Guier. Al lado de sus pinturas, se exponen tejidos de Allegra Pacheco, quien ha exhibido otras obras textiles y fotografías.
De modo similar, cuando Esteban Piedra expuso en el sitio, mostraba su proceso de trabajo. “No propone un objeto museográfico, sino herramientas con las cuales estudia el espacio, y experimenta sobre el espacio y el orden”, comenta Hsu.
“Cuando Federico abrió Des Pacio, era completamente abierto, pero todavía no se había medido el contexto: no se sabía qué iba a aparecer”, dice Mimian Hsu. Lo que ha continuado es el paso lógico: siempre en distintas direcciones.
El próximo performance será 10.000 aguas, versión 2 , extensión de un proyecto realizado por Mimian Hsu en la anterior sede de Des Pacio, en barrio Otoya. Podrá verse el sábado 21 a las 3 p. m.
Como tantas creaciones en Des Pacio, tiene un punto de partida, pero no de llegada, pues se descubre en el proceso. Todo llega a su tiempo.
La muestra Escala humana se exhibirá durante febrero en la galería Des Pacio, en San José. La galería se encuentra sobre la avenida central, del Museo de Jade, 100 m al oeste, en el cuarto piso de un edificio con patrones de cebra. Para visitarla, puede solicitar una cita escribiendo a des@pacio.org y en las actividades de los sábados.