El reconocimiento de la diversidad –sexual y de género– no es una moda o la meta de un grupo "minoritario". Es, por el contrario, un gesto político de interés colectivo que invita a reflexionar sobre las múltiples posibilidades afectivas de las personas. Negar la diversidad es una opción discriminatoria y violenta. En ese contexto, el teatro de títeres se suma y le aporta al debate.
Este espectáculo familiar escenifica la historia del príncipe Tadeo, obligado por su madre –la reina Clementina– a contraer nupcias y así aumentar el linaje real. Para hallar a la candidata perfecta, la soberana organiza una velada de talentos entre las princesas de todo el mundo. Cuando la corte está por anunciar el triunfo de la princesa Celeste, Tadeo se enamora, en contra de cualquier pronóstico, de alguien inesperado.
Además de celebrar el amor diverso, la obra es notable por su comicidad. La parodia de los concursos de belleza, de las rancias monarquías y de los códigos narrativos de los relatos infantiles ejemplifica la actitud desenfadada que permea el montaje. El humor amortigua, con eficacia, el impacto que podría generar el tema de fondo.
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La puesta rompe con la idea de que el manipulador de títeres debe "desaparecer" frente la audiencia, a fin de concentrar la atención sobre el muñeco. En este caso, algunos miembros del equipo de titiriteros son, al mismo tiempo, personajes. Por ejemplo, durante la práctica de yoga que ejecuta Tadeo, sus manipuladores lo imitan. La escena está bien lograda y evidencia las habilidades técnicas e interpretativas del elenco.
Resulta atractivo el pasaje de "teatro dentro del teatro" que tiene lugar cuando Tadeo les ordena a sus criados que representen un cuento para poder dormirse. Lo que vemos a continuación es una historia idéntica a la del príncipe, interpretada, en un diminuto teatrino, por títeres de guante. La dinámica convierte a los personajes en espectadores y al teatrino en el espejo donde la obra se refleja y se ríe de sí misma.
Hicieron falta los espacios que promovieran la inclusión del público infantil. No queda claro si dicha carencia fue ocasionada por la escasa cantidad de asistentes o porque el montaje no previó actividades compartidas entre intérpretes y menores. Lo cierto es que este tipo de teatro debería fundamentarse en el juego y la participación como estrategias para intensificar el disfrute de los pequeños.
Príncipe y Príncipe es un proyecto arriesgado y admirable al asumir una posición en favor de una sociedad respetuosa. Que el medio para alcanzar esa meta sea una obra dirigida a la familia vuelve aún más significativo el esfuerzo. No olvidemos que el teatro tiene un alto potencial pedagógico al materializar actitudes, valores y prácticas que podrían ser tomados como ejemplos de vida.
Se equivocan quienes piensan que la infancia no es una etapa adecuada para entender la diversidad de los afectos. Adherirse a tal idea forjará, en el futuro, adultos sumidos en convicciones fundamentalistas, prejuicios e intolerancia. Para nuestra fortuna, cada vez serán menos las personas que dan por sentado que las cosas solo pueden ser blancas o negras.
Ficha artística
Dirección: Carlos Vargas Herrera
Dramaturgia: Perla Szchumacher
Adaptación: Bárbara Gwen Barberi
Elenco: Carlos "Charly" Vargas, Bárbara Gwen Barberi, Elmer Badilla Zamora, Francisco “Che” Castro
Asistente de dirección y producción: Armando De Macario
Diseño y realización de vestuario: Giovannela Montante
Diseño y construcción de escenografía: Armando De Macario, Elmer Badilla
Diseño de iluminación: Armando De Macario, Elmer Badilla
Diseño y construcción de títeres: Armando De Macario, Carlos Vargas
Musicalización: Carlos "Charlie" Villalobos
Manager Executive: Jahel Palmero
Fotografía: Esteban Alfaro Moscoso
Producción: Telón Teatro de Títeres, Ánima Teatro / Obra ganadora del programa Producciones Concertadas de la Compañía Nacional de Teatro
Espacio: Teatro 1887 - CENAC
Fecha: 3 de junio de 2018