Crítica de teatro: ‘Piña’, confrontar desde la escena

'Piña’ elabora un retrato pesimista sobre la Costa Rica del futuro

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En la distópica Costa Rica del tricentenario (2121), la Pinea Fruit Corporation domina la producción mundial de piña. La empresa subsiste adentro de inmensos domos, mientras que afuera todo ha muerto por el uso intensivo de plaguicidas. David –dueño de uno de los domos– decide boicotear su operación para darle una oportunidad a la naturaleza. El osado gesto traerá consecuencias impensables.

Piña cuestiona esta actividad productiva que, según el Centro de Investigación en Contaminación Ambiental (CICA) de la Universidad de Costa Rica, es alarmante. Dicha instancia académica confirma la existencia de residuos de bromacil y ametrina en el Humedal Térraba-Sierpe y en fuentes de agua en algunos distritos de los cantones de San Carlos y Río Cuarto.

Una de las principales estrategias del espectáculo es la de hacer transitar al público por una serie de experiencias incómodas. No solo el drama de los personajes se encarga de eso. También lo hacen los reiterados estímulos visuales, auditivos e, inclusive, olfativos. La meta –claramente lograda– consiste en sacar a la audiencia del confort de quien observa sin involucrarse.

Las atmósferas opresivas se construyen, en buena medida, desde la plástica escénica. Sonidos fuertes, luces parpadeantes y una sala saturada de humo son algunos recursos utilizados para alcanzar el objetivo. Esas decisiones estéticas podrían resultar molestas para algún sector del público, pero no son gratuitas. Funcionan –en un plano simbólico– como una advertencia de lo que estaría por venir si no se corrige el rumbo, ahora.

Es notoria la exhaustiva investigación detrás del trabajo del elenco. Los personajes accionan en un código expresionista caracterizado por una gestualidad exagerada que procura exteriorizar las emociones. Los conflictos internos de los protagonistas se somatizan. De allí que abunden los cuerpos en tensión, las manos crispadas y numerosos desplazamientos rápidos y pesados.

La peonada de la empresa Pinea Fruit aparece como un personaje colectivo integrado por diez actores y actrices. Esta especie de cardumen, cercano al coro de la tragedia griega, es una suma de ciborgs (seres orgánicos intervenidos tecnológicamente) que llenan el espacio a partir de evoluciones coreográficas marcadas por la intensidad vocal y corporal. Lo monstruoso emerge de esos cuerpos degradados que prefiguran la humanidad futura.

Piña es un espectáculo valioso en lo estético y en lo interpretativo, pero, sobre todo, en su capacidad de vincular una práctica artística con problemas socioambientales inmediatos. El proyecto –ubicable en el amplio espectro del Teatro aplicado– asume una posición confrontadora y demuestra que los temas más polémicos de la agenda política no son patrimonio exclusivo de especialistas o burócratas.

Sin embargo, si el montaje no se expande hacia las comunidades afectadas por el cultivo piñero o hacia las instancias que regulan la actividad, corre el riesgo de convertirse en una bienintencionada declaración de principios o, en el peor de los casos, en una pose muy vistosa. Por lo pronto, es bueno recordar que, cuando el arte se instrumentaliza, se adquieren responsabilidades adicionales.

FICHA ARTÍSTICA

Dirección, gestión y producción: Adrián Brais

Dramaturgia: Adaptación del texto Gas I de Georg Kaiser

Elenco: Vivian Bonilla (Ingeniera), Melissa Allemant (Señora Blanca), Dennis Quirós (Patrón), Silvia Vargas (Administradora), Carlos Rodríguez (Representante de gobierno), Adriana Salazar, Lenin Quesada, Sofía Paniagua, Fiorella Cortés, María José Salazar, Iván Álvarez, David González, Naomi Duarte, Catalina Solís, Natalia Durán (Peones), Tomás Gómez (Microclima), Bernardo Mena (El Domo), Jagdish Hall, Bruno Camacho, Casandra Rotemberg y Jing Zhao (Señores negros) Ignacio Madrigal (Peón en video)

Gestión, producción, comunicación y publicidad: Mónica González

Asistencia de dirección y gestión: Kathe Morales

Asistencia de producción: Carlos Rodríguez

Facilitador de metodología de producción: José Manuel Conejo

Espacio y escenografía: Cristian Esquivel

Diseño de indumentaria: Casandra Rotemberg

Video Mapping y audiovisual: Gustavo Abarca

Diseño gráfico, fotografía, imagen y publicidad: Pablo Molina

Documentación: Yingri Rodríguez

Composición musical: Luis Ruíz

Sonido y luces: Ivonne Rosales

Espacio: Teatro Universitario (UCR)

Fecha: 11 de mayo de 2019