La dramaturgia argentina contemporánea es una fuerza artística que ha trascendido su lugar de origen para posicionarse en los circuitos internacionales del teatro. El trabajo de autores como Mauricio Kartun, Daniel Veronese y Rafael Spregelburd –entre muchos otros– se ha transformado en la punta de lanza de un movimiento escénico de primer nivel.
A este grupo pertenece Claudio Gotbeter –autor de La prudencia– , texto en el que Trinidad y Margarita se aprestan a recibir el Año Nuevo mientras aguardan la llegada de Nina, una amiga en común. A pesar del momento festivo, el miedo que las mujeres sienten por los peligros del mundo exterior las lleva a perder la sensatez. Esta ansiedad convierte a Nina en víctima de sus temores obsesivos.
En esta obra, el lenguaje es protagonista. La ficción es construida por diálogos armados –intencionalmente– a partir de lugares comunes, frases vacías y argumentos de todo tipo. La coherencia entre lo que se dice y lo que se responde es anulada para provocar, en los espectadores, sensaciones de extrañamiento e incertidumbre.
La directora Cristina Barboza entendió esta estrategia discursiva al hacer que Trinidad y Margarita asumieran poses rebuscadas para enfatizar el carácter artificioso de los diálogos y disfrazar –al mismo tiempo– sus pensamientos. Así, los gestos refinados procuraron encubrir el miedo, disimular el odio o enmarcar alguna afirmación relevante. Sin embargo, el esfuerzo de codificar la relación “pensamiento - cuerpo - discurso” se ancló en la superficie. Los gestos iniciales de los personajes siguieron repitiéndose hasta agotarse en lo predecible.
Por otra parte, los elementos escenográficos (la puerta de entrada y la mesa principal) quedaron muy distanciados – entre sí – en el afán de equilibrar el amplio escenario del teatro Atahualpa del Cioppo. Lo anterior generó prolongados desplazamientos de un punto al otro. Esto aletargó el ritmo del montaje e hizo que la marcación luciera desordenada.
Las pausas forzadas en la emisión del texto cargaron el espectáculo de baches que no fueron llenados con acciones concretas. Si dichas pausas tenían una finalidad reflexiva, no sirvieron sino para demorar la progresión dramática y forzar la extensión de la obra.
La utilización de cortinas musicales no fue acertada porque, en algunos casos, estas no subrayaron nada o entraron a destiempo para ensuciar la faena de las actrices. El efecto de extrañamiento –tan bien articulado en el libreto– se fue apagando en escena. Las premisas de dirección se agotaron temprano de modo que la condición cómica de la propuesta apenas se asomó en una que otra frase suelta.
Hacia el final, Trinidad y Margarita se victimizan para justificar su arrebato de violencia contra Nina. En sus afirmaciones condescendientes subyace la idea de legalizar cualquier atropello. Desde esta perspectiva, la obra pone en evidencia la actitud perversa que defiende ciertos crímenes como si fueran legítimos actos humanitarios.
Este espectáculo nos ofreció un texto sugerente cuya puesta en escena le restó potencia. Para la dirección y su equipo permanece abierta la oportunidad de profundizar en la búsqueda corporal de Trinidad y Margarita.
También se hace necesaria una revisión del diseño espacial con el objetivo de potenciar el sentido de los desplazamientos y reivindicar el valor de la dramaturgia. De lo contrario, La prudencia podría limitar su capacidad de comunicar lo mucho que tiene para decir.
Ficha artística
La prudencia
Dirección: Cristina Barboza
Dramaturgia: Claudio Gotbeter
Producción y diseño de luces: Raíz Teatro
Elenco: Katherine Castro, Hanna Gómez, Katherine Peytrequín
Escenografía y utilería: Osvaldo Jiménez
Vestuario: Hanna Gómez
Música original: Eduardo Carrillo
Espacio: Teatro Atahualpa del Cioppo
Función: Domingo 26 de abril de 2015