Las tragedias de la Grecia clásica centraban su interés en la conducta de la nobleza. Esta característica se extendió a la dramaturgia latina e isabelina con autores como Séneca y Shakespeare, respectivamente. El héroe trágico, al encarnar los más altos valores de una sociedad, era el modelo idóneo para recibir un castigo ejemplar en caso de que sus actos violaran los mandatos religiosos o morales de su época.
Hoy, cuando la nobleza funciona mejor como insumo para la prensa rosa, deberían rastrearse las tragedias en ámbitos menos rancios. La huida asume el reto al escenificar las duras circunstancias de los más marginados entre los marginados. Me refiero a los migrantes centroamericanos que escapan de la miseria, la persecución ideológica y, además, de una muerte violenta a causa de sus preferencias sexuales.
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La obra se estructura a partir del cruce de varias historias que tienen como elemento común a Gabriel, joven homosexual salvadoreño que ha migrado a Costa Rica para huir de la violencia y cumplir sus sueños. La odisea del protagonista echa a andar una maquinaria en la cual los destinos de otros personajes se ven involucrados.
Son muchos los aspectos relevantes de la puesta. Por ejemplo, la dramaturgia está concebida para que el público asuma la tarea de amarrar los hilos de una historia fragmentaria. Al ir juntando las piezas, aparece la idea de que la fatalidad es una suma de coincidencias, malas decisiones y accidentes. Bajo esta lógica, la vida no siempre recompensa a las personas bienintencionadas, y es allí donde emerge lo trágico.
Por otra parte, hay varios mecanismos diseñados desde la noción de lo fronterizo. En el ámbito espacial, los espectadores se distribuyen en bloques de asientos distantes entre sí, como si fueran islotes alrededor del escenario. Cada uno de estos bloques está "encerrado" por líneas dibujadas en el piso, similares a una frontera sobre un mapa. Es inevitable recordar los miles que mueren, en nuestro mundo, tratando de cruzar esas líneas imaginarias.
En lo actoral, la frontera entre lo real (el público) y lo ficticio (la obra) se agrieta cuando Blanca –la madre de Gabriel– se sienta en la zona de butacas a hablar con quien desee escucharla. Su imparable verborrea incluye pupusas calientes y anécdotas jocosas. La actriz trabaja con las reacciones de sus interlocutores para romper la ficción e invitarnos a pensar, por contraste, que en la calle deambulan seres que no están actuando sus tragedias.
En general, La huida es un espectáculo valioso no solo por los temas que propone, sino por su cuidadosa factura. Los personajes son sólidos y la trama es interesante, excepto la poco creíble escena del video que hace Gabriel con sus amigos Mino y Lena. Recupero la memorable secuencia del nacimiento simbólico de María José, mujer trans que renuncia a su no deseada condición de hombre.
Vivimos en tiempos de arrebatos neoconservadores contra el derecho de las personas a disfrutar su identidad de género. Por eso, es refrescante un buen montaje para estimular una discusión seria al respecto. Las tragedias escénicas son maravillosas; las de los marginados, no.
Ficha artística:
Dirección: Arnoldo Ramos Vargas.
Dramaturgia: Arnoldo Ramos Vargas, Dinora Elizabeth Alfaro Samayoa.
Asesoría dramatúrgica: David Desola.
Actuación: Dinora Elizabeth Alfaro Samayoa (Blanca), Karla Calderón Barquero (Lena), Mauricio Pechán Guzmán Osorio (Gabriel), Edwin Luna Monge (Mino), Francisco Rodríguez Angulo (María José)
Producción ejecutiva: Punto de giro, Arte y Cultura.
Productora general: Guadalupe Rojas Víquez.
Asistente de producción: Edwin Luna Monge.
Gestión de prensa: Daniela Múñoz, colaboración de ACNUR Costa Rica.
Gestor de públicos: Charly Vargas (Costa Rica), Alejandro Córdova (El Salvador).
Diseñadora de escenografía: Fransheska Sandoval Orellana.
Diseñadora de vestuario: Karla Calderón Barquero.
Diseñadora de luces: Karina Granados Herrera.
Compositor musical: Daniel Solano Ulate.
Diseñador gráfico: Gabriel Masís Morales.
Diseño de animación: William Solano.
Asesor de maquillaje y caracterización: José Víquez.
Espacio: Teatro de La Aduana.
Fecha: 24 de setiembre del 2017.
Proyecto financiado por IBERESCENA.