A Costa Rica nos han visitado grandes íconos del mundo de la guitarra eléctrica del jazz, con nombres como Scott Henderson y Mike Stern, entre otros.
El pasado sábado por la noche, a esa lista de lujo se sumó un artista más y hay que anotarlo en letras grande: Mark Littieri, conocido principalmente por ser miembro de Snarky Puppy.
Esta es una de las agrupaciones más fascinantes dentro del jazz fusión actual, con una discografía robusta que mezcla influencias como funk, rock y blues, que confluyen con un sonido bien definido muy digerible.
En solitario, Littieri destaca sin la necesidad de recordar a la banda a la que pertenece. Su trabajo, que ya ha quedado plasmado en tres discos, se caracteriza por el dinamismo que, inclusive, impide encasillarlo en un único estilo guitarrístico.
Dentro de su lenguaje musical amplio y sus composiciones versátiles, sobresale también su interpretación nítida. “Él sí tiene las manos limpias”, me bromeó un amigo en el concierto, y la descripción es cierta.
La claridad de cada una de las notas que ejecuta se agradece, especialmente dentro de obras particularmente melódicas, donde tiene el mismo suceso un solo potente, una seguidilla de riffs, o una secuencia en fingerpicking (donde los acordes no son rasgueados, sino descompuestos).
La mayoría de las piezas interpretadas el sábado pertenecen al álbum Spark and Echo (2016), un disco imperdible, muy fácil de disfrutar de inicio a fin y donde queda clara la versatilidad del guitarrista.
De ahí sonaron, por ejemplo, la pieza homónima o Montreal, una obra romántica que se acerca más al jazz clásico. En el repertorio se incluyó también un cover de la inolvidable Everybody Wants to Rule the World (de Tears for Fears), la enérgica Catboy, perteneciente al álbum anterior y Grillman, uno de los temas que dejaron ver la mejor versión de Littieri interpretando un rock más pesado.
En esa variedad de dinámicas brillaron también los dos músicos costarricenses invitados para acompañar al guitarrista estadounidense. El desempeño del bajista Nelson Segura y el baterista Erick Monge es digno de admirar, pues, su interpretación estuvo al nivel requerido para la música del invitado de la noche.
Sobresalió su capacidad para asimilar perfectamente todos los matices. La interpretación de detalles era fina cuando así se requería, pero también explosiva cuando la guitarra de Littieri emprendía un solo cargado de furia.
¡Da gusto escuchar a músicos así y comprobar su nivel al lado de estrellas extranjeras!
De Costa Rica también hay que destacar al guitarrista Julián Picado, quien lidera el colectivo neoyorquino Mäes, integrado también por los mexicanos Alejandro González y Dylan del Olmo y el baterista estadounidense Evan Eubanks.
Su propuesta, que sirvió para abrir el concierto, también fue un punto en la noche. Tiene un sonido que va del rock electrónico al jazz tradicional, pero recurrentemente con progresiones armónicas insospechadas y la inclusión de sonidos sintéticos que se mezclan perfectamente con los elementos esenciales del rock.
Sus temas podrían catalogarse como demenciales, con mucha energía y la generación de ambientes tormentosos pero disfrutables. Además de su material original también fue interesante escucharlos tocando versiones de temas de Radiohead y The Beatles, tomando sus melodías principales y luego desarmándolas por completo, con ideas afines al sonido propio de la banda.
El concierto fue el cierre de la actividad Jazzin’ Chepe, que incluyó varios conciertos didácticos y clases maestras a lo largo de tres días. ¡Que se repita!
EL CONCIERTO
ARTISTA: Mike Littieri
FECHA: 24 de marzo
LUGAR: Jazz Café San Pedro
ORGANIZACIÓN: Jazzin’ Chepe