Crítica de música: Un director que hace la diferencia

James Judd al frente de la Sinfónica Nacional en el X Concierto de Temporada

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Desde la primera obra del programa del viernes pasado en el Teatro Nacional, la Obertura Leonora de Beethoven, llamó la atención una notable pulcritud y precisión en pasajes y tuttis de toda la orquesta, pero muy especialmente de las dos secciones de violines. Sobresalió, también, una riquísima gama de matices con poderosos dobles fortes y delicados dobles pianos, rica, al mismo tiempo, en sutiles sonoridades intermedias; aunque quizás el mayor logro en la dinámica fueron los imponentes crescendos, llevados mucho más allá de lo usual en los conciertos de la Sinfónica.

Limpio, transparente y deliciosamente ajustado al solista me pareció también el acompañamiento de Judd del Concierto en sol mayor para violín y orquesta de Mozart, tercero de una serie de cinco obras compuestas en los años setenta del siglo XVIII.

Estas magníficas partituras para violín solista están influidas por el estilo de la ópera bufa italiana, género que literalmente conquistaba el mundo por esos años, después del famoso escándalo parisino de la Guerra de los bufones. Esa ácida polémica fue desatada por la presentación en 1752 de La Serva Padrona de Pergolesi en la Académie Royal de Musique (actualmente Ópera de París), baluarte entonces de la tradición conservadora.

Es por ello que hubiera preferido, al menos en el primer movimiento, un tempo más vivaz que sirviera mejor al graciosísimo carácter de los diálogos entre el solista y el tutti orquestal o las intervenciones de los instrumentos de viento.

Claro, entonado y muy seguro en la mayor parte de la obra, el solista cubano Fernando Muñoz, asistente de concertino de nuestra orquesta, convenció plenamente al público, que lo ovacionó con generosidad y empatía. Por esa razón el solista tocó, fuera de programa y sin acompañamiento la conocida habanera La Bella Cubana de su compatriota José White.

Formidable desempeño obtuvo la orquesta, con Judd al podio, en una versión virtuosa de la sexta sinfonía del ruso Dmitri Shostakovich de 1939, partitura complicadísima y arriesgada, plena de búsquedas de elementos formales, temáticos y contrapuntísticos, que luego reaparecerán en muchas obras posteriores del autor. Música, sin embargo, abstracta y muy personal, en la que nadie ha podido encontrar concesiones programáticas de ninguna clase, a pesar de los paralelismos que se intentan con respecto a los acontecimientos de la época en que fue escrita y su extraño carácter: mezcla de sarcasmo y emotiva contemplación. De destacar los solos de flauta, flautín y corno inglés y el excelente trabajo de las cinco secciones de cuerdas.

¡Qué bien le hace James Judd a la Sinfónica Nacional! Este notable músico británico, al contrario de otros directores que nos visitan con algo más de frecuencia, hace mucho más de lo que se le paga.

Orquesta Sinfónica Nacional X Concierto de Temporada

Fecha: Viernes 2 de noviembre.

Hora: 8:00 p. m.

Lugar: Teatro Nacional.

Grupo: James Judd, director invitado; Fernando Muñoz, violín, solista.

Repertorio: Obras de Mozart, Beethoven y Shostakovich