En Hollywood, las historias de redención siempre venden. Eso es lo que hizo Alejandro G. Iñáritu y eso lo tiene con el chance enorme de quedarse con el Óscar al mejor director de la edición 87 de los premios de la Academia.
Birdman es una punzante y óscura sátira acerca del mundo del espectáculo, visto a través un actor venido a menos tras haber sido el exitoso intérprete de un superhéroe.
Esta es la segunda ocasión en la que el director mexicano se encuentra postulado en esta categoría. La anterior oportunidad fue por Babel (2006).
Si triunfa Iñárritu –quien dejó su primer apellido, González, reducido a una G.– marcará un hito en la historia de los Óscares: dos mexicanos habrán vencido en esta categoría en años consecutivos por primera vez en la historia de la Academia.
Recordemos que el año pasado, Alfonso Cuarón se dejó la estatuilla dorada con Gravity.
Sin embargo, el filme de Cuarón no ganó la categoría de mejor película (venció Doce años de esclavitud ), una particularidad que, hoy, a los electores de la Academia no les provoca que se le caigan los anillos.
Hace dos años, por ejemplo, Argo fue mejor película de gala 85; sin embargo, Ben Affleck ni siquiera estuvo entre los postulados a mejor director.
Incierto. Este año, la tendencia de dividir el galardón de mejor director y mejor película, parece que se mantendrá.
Richard Linklater con Boyhood –su original propuesta de filmar una película durante 11 años con los msmos protagonistas– es el obstáculo más fuerte para las aspiraciones de Iñárritu.
De hecho, en esta temporada de premiaciones, los dos directores han protagonizado una lucha particular: uno gana; el otro, toma revancha.
La parte débil –que no es poco– de Boyhood es su narrativa; sin embargo, la originalidad del experimento, no se puede ignorar –tampoco es poca cosa–.
Iñárritu se impuso en la premiación del Sindicato de directores (el DGA, Directors Guild Award) y eso es un antecedente de peso a su favor.
Tales circunstancias hacen prever una decisión salomónica por los conservadores miembros de la Academia.
Sería una sorpresa que uno de los dos directores haga “mesa gallega” en las dos categorías..., aunque está dentro de lo posible.
Las quinielas sí se romperían en caso de que el Óscar lo recoja alguien distinto a los favoritos; pero también está dentro de lo que puede pasar.
En este caso, las apuestas únicamente apuntan a Wes Anderson, responsable de The Grand Budapest Hotel, la comedia que gira en torno al robo y la recuperación de un cuadro renacentista en el periodo de entreguerras.
Sin embargo, se ha ido con las manos de toda las anteriores premiaciones; pero...
Nada está escrito hasta que no abra el sobre lacrado y se diga: “El Óscar es para...”