Hace varios millones de años un corpulento animal reinaba en las océanos del mundo. Tenía 18 metros de longitud, dentadura afilada y una mandíbula de miedo.
¿Qué o quiénes serían capaces de enfrentar al Megalodón?
Quizá baste con contarles que ni las ballenas más grandes de la era Cenozoica podían con este monstruo. De hecho, el matón “pecesito” era su más enconado y violento depredador.
Este jueves, en los cines de todo el mundo, una nueva película de acción presenta al Megalodón a las nuevas generaciones. El filme se llama The Meg (2018) y salta a la cartelera con Jason Statham como protagonista.
La cinta, de crítica reservada y cuyo guion está basado en un libro de 1997 (Meg: A Novel of Deep Terror, de Steve Altin), comienza su lance en aguas profundas.
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Un gran y moderno sumergible, que alberga un programa internacional de observación submarina, es el escenario de un largometraje que pretende ahogar al espectador en olas de suspenso.
La historia va así: golpeado por algo que se mueve y nada con especial fuerza, el sumergible queda varado en la parte más profunda del océano Pacífico.
La tripulación queda atrapada adentro y se les acaba el tiempo para sobrevivir. En cuestión de horas faltará oxígeno y “la cosa” que golpea la estructura podría destruir la nave o matar a todos de un solo bocado.
Son pocas las cosas que se pueden hacer. Después de todo se trata de un monstruo al que enfrentan: el depredador más temido de toda la historia.
Al Megalodón, lo creían extinto, pero esa tesis se ha caído a pedacitos ante sus narices. Por eso Jonas Taylor (Statham), un buzo y exrescatista de aguas profundas, tendrá que liderar una misión contra lo desconocido.
“Los océanos son muy vastos y creo que, razonablemente, mucha gente tiene miedo de lo que hay abajo y automáticamente suponen lo peor, en especial sobre los tiburones”, comentó Statham.
“Los tiburones atacan a matar. Un gran tiburón blanco pondría a temblar a cualquier nadador, así que imagina lo que algo tres o cuatro veces más grande sería capaz de hacerte. Es lo que menos querrías que te persiguiera”, agregó el actor, famoso por cintas como The Expendables y The Fate of the Furious.
Una sola vez, hace cinco años, Taylor había visto a la asesina criatura. Nadie le creyó ese día; se rieron de él.
Fue en un accidente, donde murieron todos sus amigos, que Taylor habría tenido su primer encuentro con el megatiburón. Ahora está trastornado y se refugia en el trago para olvidar.
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En apariencia Taylor no parece servir para nada, pero se equivoca.
Ahora que el Megalodón se dejó ver públicamente, la brasa caliente caerá sobre el hombre que al menos lo conoce de vista.
No queda de otra. El oceanógrafo chino Zhang (Winston Chao), líder de la misión submarina, pone toda su confianza en el loco Taylor.
“Taylor tomará las riendas a pesar de la oposición de la hija de Zhang, Suyin (Li Bingbing), quien piensa que puede rescatar ella sola a la tripulación”, detallan las notas de producción de la cinta.
Pero es obvio que contra una bestia de este tipo, que en la película tiene una extensión de 23 de metros de largo, nadie podría salir airoso.
“Taylor y Suyin necesitarán combinar esfuerzos para salvar a la tripulación y al océano mismo de esta amenaza prehistórica. Ambos deberán confrontar sus miedos y arriesgar su vida para regresar a las profundidades del océano”, agregan las notas oficiales.
Factor fobia. Filmada en West Aukland, Nueva Zelanda, tanto en tanques de agua como en el mar abierto, The Meg es una cinta que pretende excitar a la audiencia con una suposición más que aterradora.
Así lo explica su director, Jon Turteltaub: “Nos encanta el mundo prehistórico y los misterios que encierra. Pero, ¿qué pasaría si descubrimos que este animal ancestral siguiera vivo hoy en día?
”Pues basta con decir que nada en el agua estaría a salvo, ni las ballenas ni los tiburones ni los humanos”, expresó el cineasta, sabiendo que solo esa estampa podría inquietar a audiencias de cualquier tipo.
De hecho, no es la primera vez que el cine explota el miedo y la fobia que provoca la figura del Megalodón.
Como si hacer una película como Tiburón (1975) no fuera suficiente para atizar el horror por estos depredadores, el cine devolvió el casete millones de años atrás para resucitar a su ancestro más famoso. En el 2009 hubo dos cintas que pusieron al Megalodón como su protagonista: Shark Attack III y Jurassic Shark.
Ninguna de las dos fueron cintas que causaran impacto, pero aún así fueron caldo de cultivo para otras seis producciones protagonizadas por la bestia prehistórica. Las últimas dos fueron Mega Shark Versus Mecha Shark (2015) y ahora The Meg.
La diferencia con The Meg es la calidad de sus efectos especiales, que gracias a la tecnología, el respaldo de una compañía como Warner Bros y una inversión millonaria, llevan la acción a otro nivel sensorial.
Solo basta con echar una mirada al sumergible, que más que eso parece una nave espacial. La base está anclada dentro de una hechura de avanzada, que de forma paralela se ve reflejada en todas las escenas bajo y fuera del agua.
Lo primero fue reconstruir al Megalodón para que se viera creíble –con modelaje 3D– y luego hacer todo lo que hacía en su hábitat para que se viera bien, impactante y natural.
"No solo son píxeles moviéndose por toda la pantalla, también crean el drama y la historia en forma multidimensional que hace que la audiencia deje de ver a estas criaturas como personajes animados. Lo que hacen es brillante”, comentó con entusiasmo Turteltaub.
Además, la experiencia en butaca es consecuente a la propuesta original, por eso The Meg puede ser vista en Costa Rica en todos los formatos digitales posibles: 4DX –con efectos de agua y viento para sentirse en ambiente–, 3D, Dbox, Atmos e Imax.
Si desea ver la cinta, tome en cuenta que la censura en Costa Rica fue muy generosa con la producción, pues puede ser vista por todo público.