Eso no quiere decir que no estén yendo a verla. Los desertores residentes en Corea del Sur se han lanzado a ver el filme en medio de la escalada de un conflicto diplomático internacional por un filme que hace una parodia sobre el supuesto asesinato del líder norcoreano Kim Jong-Un.
Estados Unidos asegura que Pyongyang lanzó un ciberataque masivo contra el estudio responsable de la cinta, Sony Pictures.
“Todos los desertores que conozco han ido a ver la película”, asegura Kim Sung-Min, que escapó de Corea del Norte en 1996.
“Hablamos mucho sobre este tema la semana pasada y simplemente no entendemos por qué hace reír a los extranjeros”, dijo.
Tras la decisión definitiva de Sony el mes pasado de sacar la película en las salas de cine, los enlaces de Internet a la película circularon con rapidez entre la comunidad opositora residente en Corea del Sur, pero las reacciones han sido una mezcla de shock y desconcierto.
Y no solo porque el humor grueso de la película escape a la audiencia norcoreana, sino porque el culto a la dinastía de los Kim, al que han estado expuestos gran parte de su vida, no puede olvidarse tan fácilmente.
Para los disidentes es de muy mal gusto ridiculizar a Kim como un fan de Katy Perry con graves complejos sobre su padre.
“Para mí no es una comedia, sino más bien una bomba, por cómo se ríe de Kim Jong-Un”, asegura Park Sang-Hak, quien salió del país en 1999.
Por eso mismo, Park está planeando lanzar globos de helio desde la frontera con unas 100.000 copias de la película en DVD y lápices de memoria.