No fue el año más productivo, pero sí uno de los más diversos. Seis producciones costarricenses llegaron a la cartelera de los cines ticos para complacer a audiencias de distintos gustos, exigencias y estilos.
Hablamos de Medea, Güilas, Cascos indomables, Un regalo esencial, El baile de la Gacela y la más reciente de todas, la comedia de La Media Docena Maikol Yordan 2: la cura lejana.
No todas cumplieron las expectativas, tampoco todas llenaron las butacas, pero sí confirmaron de que en el viaje a una soñada industria fílmica, es clave la presencia de cineastas que se salgan de la norma y exploren nuevos y arriesgados nichos.
Por ejemplo, ¿quién iba a pensar que un tejido de cortometrajes infantiles iba a tener ‘pegue’ en la pantalla grande?
Pues llegó Güilas y más de 100.000 personas se rindieron ante la inédita ocurrencia de Sergio Pucci.
“Ver diversidad, para mí es más importante que la cantidad”, comentó Pucci.
"La variedad mejora la calidad porque habla de la exploración de los realizadores. Es un factor de maduración. Habla de la valentía que tienen para atreverse a hablarle a diferentes públicos y brindar diferentes voces”, agregó.
Y si hubo alguien que arriesgó fue Alexandra Latishev, que con la película Medea se atrevió a poner el controversial tema del aborto en un cine comercial. Sin duda, fue la voz social que gritó más fuerte durante el año.
“La cinta tiene un discurso claro. No es adoctrinante, pero sí aborda ciertos temas de los que el país no habla. Creo que eso es lo valioso”, dijo Latishev.
El crítico de La Nación William Venegas, colocándole una decorosa calificación de 3 estrellas (de 5 posibles), destacó justamente ese detalle.
“Medea es paso adelante en ese cine nacional que gusta salirse de la narración clásica, porque deja inquietudes válidas sobre la gestación, el aborto, el cuerpo de la mujer, la soledad, la indiferencia ajena, la familia y otras lecturas posibles”, detalló Venegas.
Medea, la historia de una mujer agobiada por un embarazo no deseado, fue junto con Güilas la primera película tica que se estrenó durante el año. Llegó a salas en mayo, específicamente.
En el 2017, Medea ya había brillado en el Costa Rica Festival Internacional de Cine, donde recibió el premio a mejor largometraje nacional y centroamericano. Fueron dos de los primeros galardones de una producción que no dejó de ser reconocida en el 2018.
Por ejemplo, en noviembre pasado, el Festival Ícaro Centroamericano le otorgó el premio a mejor director, mejor edición y mejor actriz.
Liliana Biamonte, quien es la protagonista de la cinta, fue otro punto alto. Ella no solo ganó el Ícaro, sino que fue objeto de reconocimientos en diversos festivales a nivel mundial.
Pero lo mejor, sin duda, fue que Costa Rica eligiera a Medea para representar al país en la carrera del Óscar y los Goya.
“Me conmovió mucho eso. Que Costa Rica decidiera que el discurso de mi película fuera el que lo representara internacionalmente me dio esperanza. Me halagó profundamente”, finalizó la realizadora.
Por su parte Güilas, además de lo que ya se dijo, no solo arriesgó en su propuesta –nunca antes vista en Costa Rica–, sino que logró balancear la parte artística de la parte netamente comercial.
La cinta llenó los cines, se volvió rentable y por si fuera poco Pucci se dio la licencia de hacer alarde de su conocido don fotográfico.
“Fue un balance entre dos mundos. Primero lograr que la película fuera rentable en un mercado tan pequeño y, además, no dejar de hacer lo que me gusta y plasmarlo en la pantalla”, expresó Pucci.
El realizador, además, confesó que sintió miedo al arriesgar con una propuesta tan distinta.
"Me dio 'taquillo’. La cinta fue un riesgo, un experimento. Sobre todo siendo mi primer película”, comentó.
Más para mirar. La segunda mitad del año fue un vendaval de películas ticas. Una película en setiembre, dos en octubre y otra en diciembre completaron el menú fílmico.
En setiembre, muy a su estilo, Neto Villalobos se tira por segunda vez al ruedo con Cascos indomables.
La nueva cinta puso en pantalla grande la historia de Mancha (Arturo Pardo), un mensajero que viaja por las calles josefinas a bordo de una motocicleta y al ritmo del glam rock.
La película, una mezcla singular de drama con toques de desenfadada comedia, se nutre de la cotidianidad josefina para mostrar el valor de unos motorizados oprimidos.
Resurgir, luego de una crisis, es su valor. Y si lo hacen con risas, buena actitud y un toque de creatividad pues mucho mejor.
“Cascos indomables es una comedia seca. En la que el tipo de humor es más contenido y el ritmo más pausado”, dijo Neto, explicando el look diferenciado de su propuesta.
Por otro lado, la más melodramática de todas las propuestas fue Un regalo esencial, de José Mario Salas. Con matices telenovelescos y un cóctel de figuras como Pablo Rodríguez, Viviana Calderón y Norval Calvo en su elenco, en octubre la cinta intentó calar en el gusto de la audiencia costarricense,
Lo cierto es que ni le fue bien en taquilla, ni tampoco en las apreciaciones de los expertos.
“El filme cae en excesos superficiales de amartelamiento o rendimiento amoroso de la pareja, con cantables ridículos de pésima coreografía y –otra vez– con malas actuaciones”, expresó Venegas sobre la cinta.
Pasada la página, arribó en pocos días El baile de la Gacela, ópera prima de Iván Porras.
La historia de un adulto mayor enamorado, que busca tocar la gloria a través del baile, es, junto con Medea, las cintas más vociferantes del año.
A diferencia de Medea, eso sí, El baile de la Gacela brinda un mensaje social con un estilo audiovisual menos agresivo. El filme habla de homosexualidad y genitalidad en la tercera edad, pero de una forma muy amigable para la audiencia.
Un personaje imperdible llamado Eugenio (Marco Calvo), una historia encantadora y risas durante la mayoría del metraje, hacen El baile de la Gacela una cinta que caló en el corazón de muchos.
“No es una comedia. Es un drama con tono cómico. Esa es una particularidad de la cinta”, dijo Porras.
Y aunque la cinta no logró grandes resultados en taquilla, sí vaticinó para Porras un gran futuro en estas lides. No por casualidad, ganó el premio a mejor ópera prima en el Festival Internacional de Cine de Montreal.
“Creemos que la cinta daba para más en taquilla, pero bueno al final la vieron 18.000 personas. Estuvo 7 semanas en cartelera y eso habla de la relación que hizo con el público, ya que nos enteramos que hubo personas que la vieron una segunda y hasta una tercera vez”, agregó el cineasta.
Y por último se asomó Maikol Yordan 2: la cura lejana, la cinta más comercial de todas.
Con el empuje de su antecesora, estrenada en el 2014 bajo el título de Maikol Yordan de viaje perdido, la nueva cinta llegó este diciembre con la firme intención de lograr otro histórico golpe a la taquilla.
En el 2014, De viaje perdido logró llevar 770.000 personas a las butacas, convirtiéndose en la cinta más taquillera de todos los tiempos en Costa Rica.
Por el estilo de la película, su estilo de humor y forma de promocionarla, sus productores no tienen empacho en confesar que es entretenimiento puro. Un producto fílmico dirigido a encantar a las masas.
"Suena iluso superar la cantidad de personas de la primera película, pero no dejamos de soñar. Incluso, pensando en que usualmente a las secuelas les suele ir mejor, hemos imaginado lo ‘tuanis’ que sería llegar a un millón de espectadores”, expresó Daniel Moreno, director de la cinta.
Hasta la fecha la cinta debutó como la segunda película nacional más vista en su estreno, con 45.000 espectadores, y a dos semanas en cartelera tiene un acumulado de 103.178 personas. Ya veremos que resultados arroja al final de su viaje.
Esperanza
Ante tan clara muestra de diversidad fílmica, la historiadora de cine María Lourdes Cortés dice que no hay otra opción que alegrarse.
“Es muy bueno que haya un menú variado. Que haya varias tendencias. No hacer seis filmes en los que todos intenten replicar el modelo costumbrista y taquillero de una sola propuesta”, dijo Cortés.
“Los seis largometrajes de este año, son propuestas con diferentes tipos de riesgo”, agregó la experta.
Además, Cortés destaca el hecho de que cuatro de los seis filmes del 2018 son óperas primas de un director: Medea (Latishev), El baile de la Gacela (Porras), Güilas (Pucci) y Maikol Yordan 2 (Moreno).
“Eso quiere decir que la mayoría es producción nueva, que está surgiendo. Esto refresca y mantiene a flote el esfuerzo y el sueño de la siempre soñada industria fílmica”, finalizó.
Una a una
Estas son las ficciones ticas que llegaron a la cartelera nacional. El crítico de cine, William Venegas, así calificó a las cintas.
MEDEA
Directora: Alexandra Latishev
Crítica: 3 estrellas (de 5)
Sinopsis: María José juega rugby e intenta llevar una vida normal. Pero hay un detalle, ella carga con un secreto: un embarazo que todo el mundo se niega a ver.
GÜILAS
Director: Sergio Pucci
Crítica: 4 estrellas (de 5)
Sinopsis: Siete cortos, con personajes infantiles, representan a cada una de las provincias de Costa Rica. Retratan la idiosincrasia, tradición y cultura del país.
CASCOS INDOMABLES
Director: Neto Villalobos
Crítica: Dos estrellas (de 5)
Sinopsis: Mancha es un mensajero que viaja por las calles josefinas a bordo de una motocicleta. Él y sus compañeros vivirán una crisis que los pondrá en aprietos.
UN REGALO ESENCIAL
Director: José Mario Salas
Crítica: Una estrella (de 5)
Sinopsis: En el año 2024 Jazmín y Alejandro se hacen novios. Van muy bien, hasta que los celos del caballero meten a la pareja en una vorágine enfermiza y destructora.
EL BAILE DE LA GACELA
Director: Iván Porras
Crítica: Dos estrellas (de 5)
Sinopsis: Eugenio fue un conocido futbolista de joven. Ahora es adulto mayor, está enamorado y desea recuperar la gloria perdida desde las pistas de bailes.
MAIKOL YORDAN 2
Director: Daniel Moreno
Crítica: Una estrellas (de 5)
Sinopsis: A Maikol Yordan se le enferma su abuelita de gravedad. Para intentar curarla, tendrá que viajar a Holanda, Egipto y Grecia para encontrar un remedio mágico.