Olivier Assayas empezó como crítico de cine pero incluso algo así se le puede perdonar con una filmografía que incluye algunas de las grandes películas francesas de los últimos 20 años. Recientemente, se estrenó su primera producción para Netflix, La red avispa, una prueba de su eclecticismo y, como a todos nos pasa, su irregularidad.
Pariente pobre de Carlos El Chacal, la épica de Assayas sobre la vida y obra del terrorista venezolano Ilich Ramírez Sánchez, La red avispa cuenta la historia de una red de espionaje cubano dentro de las organizaciones anticastristas en la década de 1990.
Es una historia real que Assayas utiliza para mostrar el papel del héroe y los daños colaterales que provoca en su entorno más cercano. Allí están Édgar Ramírez como un piloto cubano disidente que deja en la isla a su esposa (Penélope Cruz) y a su pequeña hija y que se vincula a una organización anticastrista en Miami liderada por un tal José Basulto (un Leonardo Sbaraglia de acento caribeño).
También están Juan Pablo Roque (Wagner Moura), un desertor estrella, y Gael García Bernal como el jefe de la operación.
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Assayas es un gran director, como queda clarísimo en cosas tan diferentes como Las horas de verano o Personal Shopper, dos grandes películas de los últimos años. La red avispa, aunque interesante, está lejos de esos antecedentes. El problema es la acumulación y que, a pesar de eso, siempre queda como algo sin mostrar o un dato que hubiera dado más profundidad.
Quedan las actuaciones (Cruz está muy bien), un par de buenas ideas visuales y la sensación de que todo podría haber salido mucho mejor. La película fue escrita y dirigida por Olivier Assayas, inspirado en un libro de Fernando Morais.