Especial. El concurso Miss Universo capturó la atención pública tica con el interés generado por la señorita Johanna Solano, desde el momento mismo de ser coronada Miss Costa Rica.
El sétimo lugar, según los medios especializados, cumplió las expectativas y fue delirante. De hecho, cuando la cámara hizo el recorrido sobre ella para anunciar las cinco finalistas, la emoción acumulada estaba apunto de estallar de alegría y creó un gran momento de televisión para todos.
El programa alcanza 190 países; sin embargo, la audiencia es reducida fuera del continente americano. De hecho, hay quienes dicen que la progresión de asiáticas y africanas a los primeros lugares en los últimos años tiene por objetivo ampliar la audiencia global del concurso.Este año, la sede fue Brasil y yo esperaba algo más lucido.
La producción fue muy cuidada, como es lógico para un programa en vivo de esas dimensiones, sin llegar a ser espectacular. De hecho, el escenario fue espléndido en escala menor y, en general, se mostró como un programa de término promedio.Por supuesto, el concurso no es solo la noche del especial de televisión.
Miss Universo comienza varias semanas antes, cuando los jueces preliminares escogen las primeras diez, que es la primera parte del concurso televisado; después vienen los jueces de la noche final, quienes deciden las cinco y entregan la corona con total independencia.
En esa dinámica, la emisión televisiva es fundamental: los jueces forman un criterio en pocos segundos de las muchachas y cualquier detalle puede elevar o reducir el potencial de su imagen. En ese sentido, el vestido, el desplazamiento en pasarela y las palabras de saludo y la simpatía espontánea son elementales atraer interés.Personalmente, me hubiera gustado que especialistas en comunicación gestual como Hiber Coca hubieran entrenado a Johanna en microgestos que pudieran ayudarle más en el momento de ser llamada a fila de jueces.
Sin embargo, eso es una nota al pie sin importancia por su bella presencia y triunfo general.En ese contexto, me gustó la declaración de Miss Costa Rica sobre la elección de vestido, motivo de controversia en medios esta semana.
Ella eligió uno para sentirse segura: eso es perfecto. Así debe ser, porque de lo contrario, ella se convierte en una maniquí sin naturalidad, como la Miss Venezuela.Más adelante, tal vez Teletica pueda colaborar más en la búsqueda de un vestido con diseño más moderno. Aunque, en todo caso, lo importante es que luzca bien; por ejemplo: el pijama amarillo de Miss Brasil era muy bueno para ella. La obra de arte de Miss China era espectacular y eso no le ayudó a alcanzar la corona. Así es que cualquier relación entre los accesorios y el resultado son mera especulación, como el hecho de que el señor Donald Trump necesitaba sacudirse las críticas racistas.
Además del aplauso para Johanna, canal 7 merece su aplauso por acompañarla en este proceso, aun cuando no mandó a periodista a cubrir el evento en directo, lo cual hubiera sido sensacional. ¿Si van a Viña del Mar'?De hecho, sus traductores comenzaron la transmisión desde una sala sin diseño televisivo y, luego, se presentó el eterno problema: la competencia entre el sonido original y las voces ticas estaban en franca lucha. Seguramente, no hay línea especial de sonido ambiente limpia, lo cual es un gran problema. En general, me gustó mucho el tono neutro de los traductores ticos. Walter dijo “Bien, Johanna” y eso fue suficiente para conectar con la expresión de los televidentes. Una transmisión muy sobria y bien hecha.