‘La Bella y la Bestia’ de 1946: un gótico e irrepetible cuento de hadas que llega a Sala Garbo

La clásica película del francés Jean Cocteau fue la primera adaptación al cine del conocido relato. Siete décadas después de su estreno, sigue siendo incomparable y difícil de superar

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La Bella y la Bestia por propio peso tiene todas las cualidades para ser adaptada una y otra vez, sea en cine, teatro o televisión. Este cuento tradicional, más recientemente, tuvo dos versiones cinematográficas de gran rentabilidad económica, como lo fueron los títulos homónimos del 2014 (con Lea Seydoux en el rol protagónico) y 2017 (con Emma Watson al frente).

Fueron versiones coloridas, románticas y ciertamente edulcoradas, que sin duda distan mucho de la primera versión que fue adaptada para el cine.

Ese primer título, que cuenta con el mismo nombre, fue llevado a la gran pantalla por Jean Cocteau en 1946, y a la fecha constituye una sólida obra de estudio por su carácter simbólico y sin duda una obra que exige una postura del espectador, sobre todo en comparación con las versiones más recientes del cuento.

El filme de Cocteau llega este martes 2 de julio a Mi Butaca Cine Club, asociación residente en Sala Garbo que ha pactado para este mes películas basadas en libros. Con el arranque de su nueva programación es oportuno recordar la importancia de esta adaptación.

El comienzo de todo

El cuento de La bella y la bestia de 1740 siempre ha ofrecido suficientes insumos para ser una historia llevada al cine: tiene romance, drama y fantasía en proporciones jugosas.

Muy superficialmente, la historia comienza con el relato de un vendedor que pasa por una crisis económica. Él se va de viaje en búsqueda de dinero y le promete un regalo a sus hijas para su regreso. A Bella le promete una linda rosa que será arrancada del jardín de un monstruo con aspecto mitad humano mitad animal.

Tras descubrir el robo, la bestia condena a muerte al vendedor pero, luego de discutir, accede a perdonarle la vida si le da a cambio a una de sus hijas. Bella se sacrifica y se va al castillo del monstruo, donde poco a poco comenzará a surgir un cariño entre ambos.

La puesta en escena de Cocteau es mucho más que arriesgada. El carácter de cuento de hadas se escapa de lo previsible y logra ambientarse con propia autoría, sobre todo al permear la película con un profundo aliento onírico.

En especial este aspecto se debe a que el cineasta llevaba años queriendo filmar un cuento de hadas que coincidiera con los sueños que había tenido de niño. Para tal preparación, y una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, tuvo dos títulos predilectos para adaptar, los cuales también influenciaron la estética del filme.

Se trataba de La tienda de los niños o diálogos entre una sabia institutriz y sus alumnos, de Madame Leprince de Beaumont; y La Gata Blanca, cuento de Madame Marie-Catherine d´Aulnoy.

Estos cuentos estimularon a Cocteau para su puesta en escena, como sucede en el viaje que Bella realiza hacia el castillo de la bestia. La muchacha transcurre un largo viaje que parece suceder en una ensoñación. El bosque que plasma el cineasta en el filme es muy mágico y representa una suerte de puente entre el mundo ordinario y el castillo, donde los símbolos que encuentra develarán los problemas personales que Bella debe sanar, como su transición hacia la vida adulta.

De la misma manera, ambos cuentos rellenaron la cabeza del director con ideas para la construcción física de la bestia. En un comienzo, el director garabateó la posibilidad de diseñar a un hombre con cabeza de ciervo. Finalmente, Cocteau pensó que esta imagen podría ridiculizar el aspecto formal y fuerte de la bestia, por lo que terminó inspirándose en el perro de Jean Marais, quien interpreta a la Bestia en la película, para el diseño del monstruo.

Eso sí, la tarea no fue sencilla y llevó más de tres horas fijar la máscara de la Bestia en el actor y más de diez horas para plasmar las garras del monstruo.

Además, las garras se engancharon al actor mediante grapas, lo cual hizo que el intérprete Jean Marais se compenetrara por completo con su personaje y no se quitara su atuendo ni en los tiempos muertos de filmación.

De paso, tenía adherido a sus dientes parte de la máscara, razón por la que en los horarios de comida solo podía alimentarse con sopas.

Finalmente, la escena que da cierre al filme es inolvidable y difícil de superar y emular. Para no entrar en detalles, es mejor dejar la puerta abierta a fin de conocerla o revivirla desde la oscura sala de la Garbo.

El ciclo continuará

Después de la proyección de La Bella y la Bestia, el martes 9 de julio se presentará la versión de Orgullo y Prejuicio de 1940, basada en la novela de Jane Austen.

Posteriormente, será el turno del filme de 1968 titulado Historias extraordinarias, basado en cuentos del escritor gótico Édgar Allan Poe.

El martes 23 de julio se proyectará Matar a un ruiseñor, película de 1962 inspirada en la novela de Harper Lee.

Finalmente, el martes 30 de julio y el sábado 3 de agosto acabará el ciclo con El fantasma de la ópera de 1925, basada en la novela de Gastón Leroux. La proyección será acompañada de música en vivo.

Las funciones son a las 7 p. m., exceptuando la tanda del 3 de agosto que será a las 6 p. m. La entrada a las proyecciones cuesta ¢2.000.

La Sala Garbo se ubica en San José, en avenida 2, calle 28.