Gael, un ratero en el ‘Museo’

García Bernal protagoniza el aplaudido drama que ganó un Oso de Plata en la pasada Berlinale. En el filme, el actor mexicano encarna al ladrón de 100 invaluables piezas arqueológicas

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Dos “pinches cabrones”, esos fueron los culpables de robar una valiosa colección de artículos prehispánicos que se preservaban “seguros” en el Museo Nacional de Antropología de la Ciudad de México.

Tal como lo narra Museo (2018), cinta mexicana que se estrena este jueves en el cine Magaly, era 1985 cuando la sociedad mexicana quedó estupefacta por el cuidadoso y sorprendente crimen. Los pillos no era profesionales, ni nada por el estilo, pero aún así habían burlado todo el sistema y puesto a la policía de cabeza.

Basado en hechos de la vida real Museo –cinta que ganó el Oso de Plata al mejor guion en el Festival de Cine de Berlín– es protagonizada por Gael García Bernal y Leonardo Ortizgris.

Ambos actores encarnan a los singulares ladrones: Juan y Wilson, respectivamente.

Dirigida por Alonso Ruizpalacios, Museo describe a Bernal como un enigmático muchacho de los suburbios mexicanos. Estudia veterinaria pero vive insatisfecho consigo mismo y enemistado con su familia.

Sobre todo, Juan tiene encontronazos con su padre, el Dr. Núñez, encarnado por el actor Alfredo Castro.

No se sabe ni porqué, pero a Juan se le mete en la cabeza meterse al Museo Nacional de Antropología y saquear el lugar. Es una tarea complicada, pero sin problema convence a Wilson –un amigo incapaz de contradecirle–, para completar la loca misión.

El asunto es que el hurto se ejecuta fácilmente, gracias a un detallado y sorprendente plan de los ‘cacos’ amateurs. Todo bien, hasta que los ‘chavos’ se dan cuenta que el riesgo no acabó con el robo.

Ellos, literalmente, no saben qué hacer con las valiosas piezas sustraídas.

¿Qué se viene? Pues una huida obligada.

En ese periplo la película aprovecha para ensalzar a México, su historia, su cultura y sus paisajes. Lo hace a través del viaje de Juan y Wilson, quienes luego de ejecutar el hurto, una tranquila noche de Navidad, ya no tendrán paz.

No solo están siendo perseguidos intensamente por la policía, sino que al tener las piezas en sus manos se ha desatado un intenso debate en sus propias conciencias.

Luego de intentar vender las piezas a un coleccionista británico, Juan y Wilson se enfrascan en un debate sobre la pertenencia de las piezas. –¿Deben devolverlas?– se preguntan.

Quizá sí, pero no necesariamente al museo de donde se las robaron.

Para García Bernal “no hay preservación sin saqueo”, y el tema de la legalidad de las piezas arqueológicas que se exhiben en museos del mundo es uno de los más serios que plantea el melodrama Museo.

“Muchas de las cosas que vemos en los museos existen gracias a ese saqueo, gracias a ese momento en que se ultrajó algo de la tierra” , dijo el actor en Berlín, donde acudió a presentar la película.

De hecho, por su contacto diario con las piezas del museo, Juan se termina transformando en una especie de “adorador” de estas antigüedades.

“Extrañamente a nosotros nos pasó lo mismo, no sé cómo; quizás inesperadamente nos volvimos protectores de las piezas nosotros, como si fueran nuestras primas o nuestros primos” , dijo Bernal sobre su experiencia de filmación, rodeado de las piezas reales del museo.

Tan íntima y sentida relación con los objetos no sucedió por nada. Durante el rodaje García Bernal y Ortizgris vivieron varios días en el Museo Nacional de Antropología y compartieron el plató en un sitio arqueológico de Palenque, en el estado mexicano de Chiapas.

“Me interesa celebrar mi país. Estoy muy orgulloso de haber podido filmar en el museo y en Palenque”, dijo Bernal, agregando que el complejo arqueológico maya se ve esplendoroso en las imágenes de la película.

Base narrativa.

Se advierte que Museo es una “réplica” de la historia real y no una reconstrucción exacta de los hechos.

Así lo aseguró Ruizpalacios en Berlín, al admitir que los hechos reales “acabaron siendo un obstáculo” para la película, por lo que trabajó en una versión libre.

Tampoco las familias de los dos ladrones deseaban que se hiciera la película y se negaron a participar.

“Al principio nos pareció un escollo, pero acabó siendo un regalo”, insistió el cineasta.

Al margen del espectacular hurto, rodado concienzudamente con un sinfín de planos que se suceden a un ritmo acelerado, Ruizpalacios deseaba “reflejar ese viaje interior de crimen y castigo ” de los singulares personajes.

En la vida real, el misterio sobre quiénes fueron los culpables del escandaloso robo prevaleció hasta 1989, cuando fueron halladas las piezas.

Luego de conocer las identidades y llevarse la sorpresa de quiénes eran los autores, el enigma se centró en las motivaciones que llevaron a cometer el crimen.

De hecho, hasta ahora no existe una explicación oficial sobre el motivo del espectacular robo. Tampoco el cineasta, después de tres años de explorar la personalidad del personaje, pudo llegar a una conclusión.

“Todo en él (Juan) era contradictorio. Es frustrante para los mexicanos pero tenemos que vivir sin saber sus motivaciones”, comentó Ruizpalacios.

Para la crítica internacional, el mix de hechos reales, guiños reflexivos y situaciones burdas termina por hacer de Museo una pieza “ intrigante” y seductoramente "patética”. Por eso para Variety es realmente “entretenida” y para Screendaily “elegante y original”.

Datos históricos

Carlos Perches y Ramón Sardina son los nombres reales de los ladrones. Como autor de uno los mayores “robos del siglo XX”, Perches fue arrestado en 1989, pero Sardina escapó y hasta ahora no se conoce su paradero.