Crítica de teatro de ‘Nido de águilas’: Aberraciones carcelarias

La obra posee un alto valor artístico y pertinencia en su tema de fondo.

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

La Penitenciaría Central de San José, alias la Peni, operó entre 1909 y 1979. Lejos de ser un lugar con oportunidades de reinserción social, es recordada como una escuela delictiva de primer orden. El hacinamiento, la violencia y el deterioro de la infraestructura desbordaron un sistema que almacenaba privados de libertad para transformarlos en privados de dignidad.

Nido de águilas es un drama de vocación documental basado en hechos reales. La trama alterna escenas cotidianas de los reos con los testimonios que cada uno ofrece, por separado, a una periodista. De esa manera, la suma de pensamientos íntimos y experiencias compartidas –el arribo de los barcos (reclusos novatos) o la hora del rancho (alimento)– esboza un retrato de la vida en el penal.

El montaje tiene su mayor fortaleza en la plástica escénica. La propuesta escenográfica se basa en módulos que los actores configuran, a fin de construir diversos ámbitos y puntos de vista de la acción. La recurrencia obstinada de paneles enrejados delimita los mínimos espacios de libertad de los convictos y funciona, por saturación, como signo del todopoderoso aparato represor.

El diseño lumínico le apuesta al alto contraste para llenar el espacio de penumbras y contraluces. El uso intensivo de humo carga el aire de una densidad fácilmente asociable a la asfixia. Las capas sensoriales son potenciadas por una banda sonora que remite a un fuera de campo atravesado por ecos, pasos y ruidos metálicos. La plástica eleva el edificio penitenciario a la condición de un personaje acechante y malévolo.

En lo concerniente al desempeño actoral, el elenco resuelve, con éxito, las interacciones grupales. Ritmo, intensidad y presencia son los rasgos dominantes de estos pasajes. Sin embargo, los monólogos evidenciaron diferentes grados de eficacia interpretativa. Las distancias entre intérpretes fueron de carácter técnico y, sobre todo, de compromiso con el propio personaje y el material dramatúrgico.

Apreciamos personajes generosos en matices vocales, corporales y emotivos. En el otro extremo, comparecieron los actores que dotaron sus textos de una corrección incompatible con el más elemental perfil sociodemográfico o lingüístico de un privado de libertad de hace cuarenta años. Esas propuestas le restaron verosimilitud a la obra, además de debilitar sus pretensiones documentales.

Adrián Castro lideró un notable espectáculo, pero no terminó de arrastrar a la totalidad de su elenco hacia el encuentro con aquella humanidad pisoteada por la infame Peni. Alex Molina (Canfín), Cristian Salazar (Saprissa) y Andy Gamboa (Chita) hicieron ese duro viaje y regresaron con mucho para compartir. Sus monólogos aportan indicios que pueden guiar los esfuerzos de crecimiento del proyecto.

Nido de águilas debería sostenerse más tiempo en cartelera por su pertinencia y valor artístico. El montaje se suma a Los presos (Víctor Ramírez, 1975), la Peni… el fin de una vergüenza (Guillermo Munguía, 1980) y Si los muros de la Peni hablaran (Gloria Bejarano, 2018) como testimonio de una de las más grandes aberraciones del sistema carcelario costarricense.

Ficha artística

Dirección escénica y dramaturgia: Adrián Castro Baeza

Asistente de dirección: Gerardo Cruz Cordero

Elenco: Alex Molina Acevedo (Canfín), Andy Gamboa Arguedas (Chita), Cristian Salazar Segura (Saprissa), Douglas Mora Aguilera (Mata e palo), Erick Córdoba López (Macho Cruz), Esteban León Barquero (Conde), Fabián Soto Pacheco (Gato Negro), Melvin Jiménez Mora (Churchill), William Solano Navarro (Guarda), Marielos Fonseca Pacheco (Mamá de Gato Negro), Adrián Fonseca Murillo (Pan de leche), Dennis Quirós Alvarado (Pecho e paloma), Marco Rodríguez Vargas (Pelo e brocha).

Diseño escenográfico y de utilería: Oscar Soto Rojas

Diseño de iluminación: Valeria Coghi (DAAS Design)

Diseño sonoro: Daniel Alarcón Villamizar

Diseño de vestuario: Alexandra Forero

Diseño de peinado: Priscilla Martínez Mesén

Preparador vocal: Fabián Soto Pacheco

Asistentes de utilería: Foster Salazar Quintana, Manuela Cornick Fernández

Asistentes de vestuario: Maureen Berrocal, Mario Bolaños Céspedes

Composición, arreglos musicales y programación de música original: Edín Solís

Producción musical: Edín Solís, Carlos Aguilar

Posproducción de audio: La Cabina

Tema Espérame: Música: Edín Solís; Letra: Adrián Castro Baeza; Voz y coros: Rayssa Jiménez; Violonchelo: Sonia Bruno; Percusiones: Carlos Vargas, Edín Solís; Guitarra acústica: Edín Solís; Mezcla: Carlos Aguilar; Voces niños/as: Leonora Aguilar, Matías Quirós, Mariana Quirós

Producción: Gimena Cortés Ramírez

Coordinación de producción: Silvia Baltodano

Asistente de producción: Nicole Laurent

Construcción escenográfica: Johnny Fonseca, Pablo Cerdas Corrales, José Avilés

Electricistas: Luis Fonseca, Hernie Chacón

Ingeniería y mantenimiento: Priscilla Chamorro

Casting: Luciérnaga Producciones

Videógrafo: Paulo Soto

Entrenador de defensa personal: Freddy Serrano

Producción: Luciérnaga Producciones en coproducción con el Museo Penitenciario y el Teatro Auditorio Nacional (Centro Costarricense de Ciencia y Cultura)

Producción ejecutiva: Luciérnaga Producciones (Dirección ejecutiva: Silvia Baltodano; Dirección de producción: Adrián Castro Baeza; Dirección técnica: Daniel Alarcón Villamizar; Producción: Gimena Cortés Ramírez).

Dirección de comunicación: William Álvarez Sanabria

Asistente de comunicación: Gerardo Cruz Cordero

Asistente administrativa: Nicole Laurent

Contaduría: Mariángela Cubillo Carballo

Dirección La Colmena Arte en comunidad: Silvia Baltodano, Miguel Mejía Arce, Bryan Vargas León

Personal Teatro Auditorio Nacional: Video: Christian Guillén Pérez; Luces: Félix Mendoza Pacheco; Sonido: Randall Castro Arias; Piso y asistente de luces: Allan Corrales; Cámaras: Christopher Brenes Millape; Asistente de piso: Rodrigo Montero Rojas; Asistente general: Randall Gómez Quesada

Espacio: Teatro Auditorio Nacional

Fecha: 15 de junio de 2019