Crítica de teatro: ‘Cabaret’

El espectáculo destaca por su alta calidad artística

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Ubicado en Berlín, al inicio de la década de los treinta del siglo XX, el musical Cabaret presenta el drama de numerosas personas vinculadas –directa o tangencialmente– al Kit Kat Klub, un local nocturno abierto a los entretenimientos y placeres de toda índole. Artistas, vividores, bohemios y pequeños comerciantes son algunos de los muchos seres que confluyen en este microcosmos.

La obra contrapone dos espacios: adentro del cabaret, son bienvenidas todas las variantes políticas, religiosas y sexuales de la condición humana. Afuera, el nazismo crece y planta la semilla de su actitud discriminatoria. En este choque de mundos, emerge un claro señalamiento contra la apatía de quienes no lograron dimensionar las amenazas que se gestaban a su alrededor. Demasiada evasión festiva quizá facilitó el ascenso del terror.

El principal logro de la puesta de Luis Carlos Vásquez radica en su solidez y cohesión. Por ejemplo, el ensamble musical a cargo de Juan Francisco Nájera logró diferenciar, con claridad, el espíritu de cada tema: desde los matices irónicos y juguetones de Money, Two Ladies o If You Could See Her hasta el patetismo de I Don’t Care Much o el reprís de Willkommen, la base musical fue un sólido pilar del espectáculo.

Las bailarinas del Kit Kat Klub, coreografiadas por María Amalia Pendones, agregaron vitalidad, dinámica y humor desenfadado. Resultó valiosa la apuesta por corporalidades (tallas y estaturas) diversas que rechazan cualquier intento de homogenizar un canon de belleza femenina. Son destacables los evocadores solos de Pole Dance (Baile de tubo) de Karina Obando.

En general, el elenco cumple sus retos interpretativos con distintos niveles de eficacia. Silvia Baltodano (Sally) confirmó su dominio de las disciplinas (danza, canto y actuación) y códigos propios del género musical. Su performance del tema Cabaret fue el más aplaudido de la velada. También destacó la pareja de Silvia Rojas (Fräulein Schneider) y Rodrigo Durán (Herr Schultz) por su acople vocal en los dúos It Couldn’t Please Me More y Married.

El Emcee o Maestro de ceremonias (Johnny Howell) fue solvente en las múltiples tareas que asumió. De entrada, uno podría afirmar que su trabajo es correcto en sus dimensiones técnicas e interpretativas. Sin embargo, no se debe obviar que es el personaje más relevante de la obra. Por lo tanto, su desempeño determina la intensidad de la experiencia de los espectadores.

El Emcee de Howell dominó el escenario, pero no la sala. Hay una importante diferencia en el alcance de ambos territorios. Las interacciones con el público del “área cabaret” (luneta) carecieron de ese giro irreverente y subversivo propio de la cultura del burlesque. Si la consigna estética era la de “transformar” el Teatro Nacional en un cabaret, el Emcee se quedó corto en su asalto contra el acartonado refinamiento de la audiencia vip.

Cabaret es algo más que un acontecimiento artístico de muy alta factura. Ofrece posibilidades de trasladar el núcleo de su conflicto al contexto costarricense. En nuestro caso, la politización de sectores conservadores y excluyentes es una amenaza seria para los derechos de esa diversidad humana (inmigrantes, población LGBTX y minorías culturales) que el espectáculo reivindica con vehemencia.

Ficha artística:

Dirección: Luis Carlos Vásquez

Libreto: Joe Masteroff basado en la obra de John Van Druten e historias de Christopher Isherwood

Música: John Kander

Letra: Fred Ebb

Traducción y adaptación: Daniel González Muniz

Elenco: Silvia Baltodano (Sally Bowles), Johnny Howell (Emcee), Francisco Rodríguez (Clifford Bradshaw), Silvia Rojas (Fräulein Schneider), Rodrigo Durán V. (Herr Schultz), Melvin Jiménez (Ernst Ludwig), Karina Lesko (Fräulein Kost), Karina Obando, Laura Barquero, Laura González, Mildred Ramírez, Isabel Guzmán (Kit Kat Klub), Uriel Morera, Franco Fernández (Marineros, oficiales), Bruno Camacho Jiménez (Bobby, Víctor, Max).

Orquesta: Juan Francisco Nájera (Clarinete, Sax Alto), Esteban Rojas Clarinete (Sax Tenor), Luis Miguel Araya (Trompeta 1), Mariana Zamora (Trompeta 2), Nelly Juárez Villegas (Corno Francés), Rey David Cortés (Trombón), Marina Pavliuchkov (Piano), Edgar Brenes (Acordeón), Marco Navarro (Bajo), Carlomagno Araya (Batería).

Asistente de dirección: Karla Calderón

Dirección coreográfica: María Amalia Pendones

Asistente coreográfica: Mildred Ramírez

Dirección musical: Juan Francisco Nájera

Preparación vocal: Miguel Mejía

Pianista ensayadora: Marina Pavliuchkov

Iluminación: Jody Steiger

Diseño de escenografía y utilería: Mariela Richmond, Federico Chaves, Emmanuel Zúñiga

Construcción escenográfica: Jorge Arturo Díaz Fonseca, Iven Mena, Iven Josué Mena, Frein Mena y Kenetth Colorado

Peluquería: Paul Alfaro y Peluquería Ricardo Oreamuno

Vestuario: Francisco Alpízar

Confección de vestuario: Glenda Silva, Flory Fernández, Francisco Contreras

Confección de manteles y banderas: Hilda Hidalgo

Sillas y lámparas: Taller escultórico Edgar Zúñiga

Producción: Lady Montero para la Asociación Cultural Teatro Espressivo y el Teatro Nacional

Espacio: Teatro Nacional

Fecha: 5 de mayo de 2019