Crítica de cine: ‘Terminator Génesis’

Luego de ver el filme Terminator: Génesis (2015), dirigido por Alan Taylor , se me hizo más certera la frase de que Terminator (1984, de James Cameron), ocupó menos presupuesto, pero vale más como cine; en cambio, este del 2015 es producto costoso, pero vale poco en calidad.

No sé hasta qué círculo dantesco ha de llegar el cine industrial de Hollywood con la moda de revivir películas y establecer nuevas sagas. Se trata de una operación del todo comercial, exitosa en boleterías, pero la mayoría de sus filmes son churros con densa inversión tecnológica.

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Hay excepciones más que decorosas si pensamos en Mad Max: Furia en el camino (2015), de George Miller. Sin embargo, Terminator: Génesis se hunde pronto en el basurero de la imperfección y de la estupidez, si hacemos una valoración crítica de su calidad.

La película lo que hace es ponerle pico y cola al cuerpo narrativo que dio origen a las películas dirigidas por James Cameron, la de 1984 y la de 1991, titulada Terminator 2: El juicio final. El problema es que esta versión del 2015 lo que hace, lo hace muy mal, con mucho descuido e ineptitud.

Sin sentido. La trama termina por ser un enredo con sus viajes en el tiempo y realidades paralelas, un arroz con mango, como bien se dice.

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El género fantástico, bien planteado, es siempre complejo, pero en este caso tenemos una película innecesariamente complicada, con diálogos insustanciales sobre la condición humana ante un universo dominado por las máquinas.

Al final de cuentas, uno no sabe qué quisieron hacer con este filme: ¿un relanzamiento o un refrito? ( ¿reboot o remake ?). De nuevo tenemos a Kyle, quien viene del futuro para proteger a Sarah, quien dará a luz a John, llamado a vencer a las máquinas dirigidas por la computadora Skynet. Kyle será el padre de John.

Ahora, con Terminator: Génesis , se da una fractura en el tiempo y habrá algunas pocas condiciones distintas, aunque no tan originales. Más bien, la que resulta fracturada es la película en su trama, por más que le estiren la piel. Lo mejorcito viene a ser Arnold Schwarzenegger, ahora como un cíborg que cuida de Sarah.

El resto del elenco se difumina con sus actuaciones sin intensidad alguna y, más bien, acartonadas. Total, el filme lo que hace es repetirse a sí mismo con las peleas entre sujetos cibernéticos (el bien y el mal), capaces de reconstituirse a sí mismos segundo a segundo… para seguir peleando. Hartazgo.

El valor de la fotografía desaparece en un filme llevado a pura tecnología y le es más relevante la música, pero incapaz de salvar a la película del desastre. Los muy “fans” podrán entretenerse, pero será una reacción del todo subjetiva.

Hay referencias a las películas anteriores, obvias, pero ni así hay tensión narrativa o emotividad por medio de los personajes. El 3D no es necesario ni cumple bien (tal vez en la persecución con helicópteros, no más). Lo cierto es que Terminator: Génesis no es película para estimular neuronas.

La película es del todo redundante. Sí, reiterada a tal lugar que hasta sus puntos de giro (en el relato) o sus viajes en el tiempo vienen a ser lo mismo. Aquí no se cumple el refrán que dice “del ahogado, el sombrero”, porque ni el “chonete” se salva.