La película
En lo que a mí toca (juzgar la calidad) he de decirles que salí muy satisfecho del cine Variedades, donde la vi.
Estuve ante un largometraje jovial, fresco, de gran limpieza narrativa y que, según pude constatar, fascina a los niños, a quienes pone a reír como si les pasaran plumas por sus orejas o narices.
El filme conserva muy bien el espíritu del cómic creado por Brad Anderson, en 1954, sobre un travieso can gran danés que vive con la familia Winslow, perro tan lleno de cuerpo como de chineos. Es Marmaduke, quien alguna vez apareció en tele, en compañía del gato Garfield.
Ahora, en esta película, su amigo es otro gato: Carlos, de fina estirpe: es un gato azul ruso. Pues bien, un día la familia decide cambiarse de vecindario, y ello altera la rutina de todos sus integrantes, incluido nuestro hermoso gran danés, quien se verá en dilemas con su amigo Carlos, con la familia, con los perros del condado de Orange y con él mismo.
Para peores, la división de clases se da entre los perros, entre los de pedigrí y los callejeros.
Esto divide los sentimientos de Marmaduke ante sus amigos los canes y ante dos damas: una que nos recuerda a Lassie y otra de menos estirpe.
Lo que sigue es una aventura canina, gozosa emocionante, donde la caracterización de los personajes (animales) es lo que define el estilo y la temática de todo el argumento, con valiosas reflexiones sobre el tema de la incomunicación y sobre cómo superarla por la ruta del cariño.
La música siempre va a tono con el sentido perruno de la trama; la fotografía es ágil con la ayuda de buenos efectos especiales; las actuaciones de los perros están excelentes: sus miradas y sus rostros nos dicen tanto como sus palabras o ladridos; entre los humanos destaca el papel del buen actor William H. Macy.